Varelas, trillos y aguirres
No hay sistema de medida m¨¢s el¨¢stico que el cinismo, que si lo estiras siempre llega donde no alcanza la realidad. Eso dice Juan Urbano, y luego a?ade que tal vez, y a la vista del panorama pol¨ªtico y judicial que se ve alrededor, habr¨ªa que tomarse eso en serio y empezar a calcular las cosas en cinismos, lo mismo que el escritor colombiano Fernando Vallejo lo calcula en uribes: un embajador especialmente dotado para los conflictos diplom¨¢ticos mide veinte uribes; tal ministro de Asuntos Exteriores que cada vez que habla inventa una guerra, dos mil quinientos, y as¨ª. Aqu¨ª se me ocurre que podr¨ªamos usar los varelas, por ejemplo, o los trillos, o los aguirres, depende de para qu¨¦ se necesiten, porque no se calcula igual si se trata de asuntos relacionados con la justicia que de cat¨¢strofes a¨¦reas o de temas relacionados con la demagogia, que en pol¨ªtica es el arte de mover las palabras y las ideas dentro de los discursos igual que los trileros mueven su bolita roja dentro de unos vasos puestos boca abajo.
El modelo habitual siempre funciona: si nos pillan robando, dimite el tesorero y punto
?Que Garz¨®n mete la cuchara en la olla del G¨¹rtel? Se le demanda a ¨¦l y se le quita de en medio como la mafia siempre ha hecho con los magistrados inc¨®modos. Eso medir¨ªa, seg¨²n Juan Urbano, alrededor de doscientos mil varelas. ?Que el rector de la Universidad Complutense se empe?a en seguir siendo de izquierdas? Se le acusa de haber mandado unos faxes o correos electr¨®nicos, y a gastarle la cara con la erosi¨®n de esa agua oscura de la calumnia. Eso valdr¨ªa unos veinticinco mil aguirres. Y as¨ª sucesivamente.
Siempre existe, adem¨¢s, la opci¨®n de echarle la culpa al adversario, y t¨² m¨¢s, con la seguridad de que debajo de las alfombras nunca est¨¢ limpio del todo. En eso es mod¨¦lica la actitud del alcalde popular de Zarzalejo, que se ha construido un chal¨¦ en una zona protegida, por supuesto sin permiso municipal ni licencia de obras, dado que se trata de un suelo no urbanizable, y que despu¨¦s de siete a?os de denuncias acaba de demostrar c¨®mo se entra por la puerta de atr¨¢s de la Asamblea de Madrid y se sale por la de delante: para lo primero no hay m¨¢s que pedirle la llave al director general de Urbanismo de la Comunidad de Madrid, que dice que es verdad que se equivocaron entonces, al no admitir la infracci¨®n, pero que ahora ¨¦sta ya ha prescrito, as¨ª que lo ilegal se ha vuelto legal. Para lo segundo, se ponen tres o cuatro mil trillos sobre la mesa y se afirma que la soluci¨®n, en cualquier caso, consiste en poner el asunto en manos del propio Ayuntamiento de Zarzalejos, que naturalmente dirige el implicado, ja, ja, ja, qu¨¦ t¨ªo, ?eh?, este te hace un traje a la medida mejor que el sastre de Camps.
A fin de cuentas, ?qu¨¦ ha hecho ese alcalde que no hayan hecho otros cientos de miles de personas en Espa?a? ?Reformar un antiguo gallinero para transformarlo en un chal¨¦? Y adem¨¢s, si la cosa se pone color hormiga, se enciende el micr¨®fono, se cuentan cinco mil aguirres y se dice, como ¨¦l ha hecho, que es verdad que la casa se construy¨® en suelo protegido, pero que "fue en el a?o 2000 y que el gobierno municipal que hab¨ªa entonces, que era del PSOE, me dio permiso". Y, de postre, a?ade: "Si el juez dice que la tire, pues la tiro y ya est¨¢. Esto pasa en todas partes". O sea, que cuesti¨®n resuelta, el modelo habitual siempre funciona: si nos pillan robando, dimite el tesorero y punto. Si el juez nos toca los g¨¹rteles, a la calle. Si las familias de los muertos en el avi¨®n se quejan, las insultamos. Si el rector se pone chulo, le ponemos la barba blanca a remojar. Qu¨¦ dispendio, tantos varelas, trillos y aguirres malgastados, con la crisis que hay, y tal.
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