?Qui¨¦n cambiar¨¢ Reino Unido?
Espejito, espejito, ?qui¨¦n es el menos cre¨ªble de todos? Es dif¨ªcil decidirlo. Ninguno de los candidatos que se presentan est¨¢ siendo sincero con los votantes brit¨¢nicos sobre la devastadora pol¨ªtica de austeridad que va a haber que emprender en los pr¨®ximos a?os. Para hacerse una idea de lo que nos aguarda, no deber¨ªamos ver los debates de los candidatos en televisi¨®n, sino visitar Irlanda.
Mientras tanto, mi premio provisional a la propuesta de campa?a m¨¢s inveros¨ªmil de todas va a parar a los conservadores por la p¨¢gina 62 de su programa electoral. En ella aparece una figura en sombras que sostiene una pancarta en la que se lee "Poder popular". He sido testigo de unos cuantos momentos hist¨®ricos de "poder popular" y, si las propuestas de reforma pol¨ªtica que presenta el programa conservador constituyen una defensa del poder popular, yo soy filipino.
El dilema de estas elecciones es saber qu¨¦ partido propone la reforma estructural que necesita el pa¨ªs
Al llegar al poder, la tentaci¨®n de seguir el viejo estilo se hace irresistible
La verdad es que nos encontramos ante un interesante farol por partida triple. Se llaman conservadores (paso 1) pero (paso 2) emplean un lenguaje de cambio radical ante el que Edmund Burke se revolver¨ªa en su tumba y Tom Paine estar¨ªa encantado. Necesitamos una "reforma pol¨ªtica radical", dice el programa, en negrita. "Necesitamos cambiar la forma de gobernar este pa¨ªs". Debe haber "una redistribuci¨®n total del poder". "Debilitaremos a las viejas ¨¦lites pol¨ªticas y daremos el poder al pueblo...". ?Que les corten la cabeza! O, mejor dicho -dado que no se me ocurren mejores representantes de las viejas ¨¦lites pol¨ªticas de este pa¨ªs que el ex alumno de Eton David Cameron y sus colegas-, ?que nos corten la cabeza!
Sin embargo, al leer las propuestas detalladas que figuran a continuaci¨®n, uno se da cuenta de que (paso 3) no hablan en serio. Son conservadores que fingen ser jacobinos pero en realidad son eso, conservadores. Burke disfrazado de Paine. Estar¨ªan dispuestos a introducir el derecho de los votantes de una circunscripci¨®n concreta a "retirar" a su representante parlamentario, restricciones a la financiaci¨®n de los partidos y los grupos de presi¨®n, que las leyes que afectan a Reino Unido se aprueben en cierta medida con votos ingleses y la esperada posibilidad de que se puedan presentar peticiones populares al Parlamento; pero, por lo dem¨¢s, la antigua estructura del r¨¦gimen de un Ejecutivo topoderoso que gobierna en nombre de la corona parlamentaria seguir¨ªa como hasta ahora. De hecho, se reafirmar¨ªa este orden frente a "Europa" en una Ley de Soberan¨ªa.
Las reformas del "voto justo" que proponen los conservadores corregir¨ªan -con raz¨®n- la desventaja que sufren en el mapa de circunscripciones actual, pero cambiar¨ªan poca cosa m¨¢s. Mantendr¨ªan el sistema de escrutinio uninominal mayoritario
(first-past-the-post). Las medidas que se comprometen a tomar para reforzar la independencia de la C¨¢mara de los Comunes no alcanzan el nivel de lo que ya propuso un comit¨¦ presidido por Tony Wright, con representantes de todos los partidos. Lo que dicen sobre la reforma de la C¨¢mara de los Lores es un ejemplo perfecto del lenguaje que suele emplear el Lord presidente de la C¨¢mara -"trabajaremos para construir un consenso sobre una segunda c¨¢mara elegida en su mayor¨ªa"- y, de hecho, en los ¨²ltimos tiempos del viejo Parlamento, los conservadores votaron a favor de conservar a los lores hereditarios que segu¨ªan existiendo. Como demostr¨® Tony Blair, cuando uno llega al N¨²mero 10 de Downing Street, la tentaci¨®n de gobernar siguiendo el viejo estilo es irresistible. No tenemos m¨¢s que esperar a que Cameron haga sus primeros nombramientos para una C¨¢mara de los Lores sin reformar.
Aplaudo el deseo de los conservadores de dar m¨¢s poder a las instancias locales, pero tambi¨¦n en este caso sus propuestas son menos radicales de lo que parecen. Que los alcaldes de las 12 mayores ciudades de Inglaterra fueran elegidos ser¨ªa estupendo, pero el derecho simb¨®lico a promover referendos locales no es suficiente para reemplazar unos poderes serios e independientes que permitan recaudar fondos.
Los laboristas resultan casi tan inveros¨ªmiles como los tories, aunque en otro sentido. Sus propuestas de reforma pol¨ªtica son m¨¢s audaces y m¨¢s espec¨ªficas. Entre ellas est¨¢ la de un doble refer¨¦ndum sobre la introducci¨®n de un sistema de voto alternativo para las elecciones a la C¨¢mara de los Comunes y sobre una segunda c¨¢mara electa, leyes para establecer periodos parlamentarios fijos y, lo m¨¢s interesante de todo, una comisi¨®n de todos los partidos encargada de "trazar un plan para avanzar hacia una constituci¨®n escrita". Todo magn¨ªfico. Ahora bien, ?d¨®nde han estado estos ¨²ltimos 13 a?os? En el poder. ?Y por qu¨¦ no han hecho todo eso? Ya en 1992, el programa del partido laborista promet¨ªa acabar con el abuso de la Prerrogativa real, convertir los Lores en una segunda c¨¢mara electa e introducir el periodo parlamentario fijo. En 1998, una comisi¨®n encabezada por el veterano pol¨ªtico Roy Jenkins, formada a petici¨®n del primer Gobierno de Blair, recomend¨® un sistema electoral de "voto alternativo plus". Si un t¨ªo borracho lleva 13 a?os diciendo que va a dejar la bebida -"de verdad que esta vez lo digo en serio"-, al final cuesta un poco creerle. "De verdad que esta vez lo digo en serio", asegura el t¨ªo Gordon, con una sonrisa como la de Jack Nicholson cuando hac¨ªa de Joker. Seamos justos: en estos 13 a?os hemos conseguido cosas sin precedentes como el reparto de competencias a Escocia, Gales e Irlanda del Norte, la independencia del Banco de Inglaterra, la Ley de la Libertad de Informaci¨®n y la Ley de Derechos Humanos (que los conservadores quieren revocar). Pero a la hora de la verdad -en el caso de Irak o de las leyes autoritarias que restringen las libertades civiles-, el ejecutivo todopoderoso ha seguido avasallando a un Parlamento ab¨²lico. El laborismo ha desmantelado elementos importantes del viejo orden constitucional, pero no ha construido otro nuevo en su lugar.
En cuanto a los dem¨®cratas liberales, tambi¨¦n son poco cre¨ªbles, pero en su caso resulta enternecedor. Su programa propone grandes cambios -como la representaci¨®n proporcional y una constituci¨®n escrita- que, si se hicieran realidad, transformar¨ªan nuestro sistema pol¨ªtico. ?Pero alguien cree que tienen la capacidad de llevarlos a la pr¨¢ctica?
Escojamos, pues. ?Qu¨¦ variante de lo incre¨ªble prefieren? Como nota positiva, una consecuencia no del todo l¨®gica de la indignaci¨®n popular -alimentada por los medios- a prop¨®sito de los gastos de los parlamentarios es que todos los partidos tienen que prestar ahora m¨¢s atenci¨®n a ese asunto de una pol¨ªtica "nueva" y "m¨¢s limpia". Es interesante que hablaran de ello los candidatos el jueves en el debate televisado; si hubiera habido debates en las elecciones anteriores, seguramente ni habr¨ªan tocado el tema. Pero no ser¨¢ un elemento decisivo en las elecciones. Importar¨¢n m¨¢s las pol¨ªticas econ¨®micas, el argumento de que "ha llegado la hora del cambio", su imagen televisiva, incluso las esposas de los candidatos. Adem¨¢s, al hablar de la reforma pol¨ªtica, los votantes brit¨¢nicos suelen hacer una desconexi¨®n mental entre c¨®mo ven la enfermedad y cu¨¢l opinan que puede ser la cura. Si se les dice que "nuestros pol¨ªticos son unos corruptos", se mostrar¨¢n completamente de acuerdo. Si se empieza a hablar de reforma constitucional, se les ponen los ojos vidriosos, como si acabaran de llamar a su puerta unos predicadores mormones.
?Y qu¨¦ pasa con los electores brit¨¢nicos a los que, como a m¨ª, s¨ª les importa la reforma pol¨ªtica? Desde hace 30 a?os, esta esperanza que revolotea entre bastidores de la pol¨ªtica brit¨¢nica es una de las preocupaciones favoritas del centro izquierda liberal. Pareci¨® una posibilidad real en la campa?a electoral de 1997. Y ahora puede volver a serlo. Sin embargo, la alianza entre liberales y laboristas s¨®lo podr¨ªa reanimarse de forma inmediata si, el 6 de mayo, estos ¨²ltimos obtuvieran m¨¢s esca?os que los conservadores pero sin alcanzar la mayor¨ªa absoluta. Y, aun entonces, ?cu¨¢ntos votantes lo considerar¨ªan leg¨ªtimo? En cualquier caso, los sondeos m¨¢s recientes parecen indicar que no es probable. Y uno no puede poner en duda una ecuaci¨®n compleja s¨®lo con su voto personal.
No obstante, estoy de acuerdo con el veterano partidario de la reforma constitucional Anthony Barnett en que cualquiera interesado por estos temas debe votar a los candidatos reformistas, ya sean dem¨®cratas liberales, representantes de partidos peque?os, independientes o conservadores y laboristas disidentes, que contribuyan a aumentar las posibilidades de tener un Parlamento fuerte y capaz de impulsar el cambio estructural que Reino Unido necesita. Este viaje ya ha sido m¨¢s largo de lo que hac¨ªa falta y con un Gobierno conservador durar¨ªa todav¨ªa m¨¢s; pero acabaremos llegando a la meta. Hasta ahora, no llevamos m¨¢s que 30 a?os de traves¨ªa del desierto.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Facts are Subversive: Political Writing from a Decade Without a Name.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.