Espa?a necesita un Madrid-Bar?a universitario
Es preocupante que Espa?a no tenga ninguna universidad entre la ¨¦lite cient¨ªfica y tecnol¨®gica mundial. No es una mera cuesti¨®n de orgullo patrio. Nos jugamos buena parte de nuestra prosperidad econ¨®mica. Una econom¨ªa avanzada como la espa?ola, con rentas altas similares a las de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados y con uno de los mayores niveles de bienestar del mundo, s¨®lo puede seguir creciendo a trav¨¦s de la innovaci¨®n.
La Universidad es uno de los motores de innovaci¨®n m¨¢s importantes y por eso es fundamental que est¨¦ a la altura.
Seg¨²n el Academic Ranking of World Universities (realizado en Shanghai), ninguna universidad espa?ola se sit¨²a entre las 100 primeras en t¨¦rminos de investigaci¨®n y s¨®lo una (Barcelona) se encuentra entre las 200 mejores. Ninguna universidad espa?ola sobresale en ciencias naturales, ingenier¨ªa, agricultura, o ciencias sociales. S¨®lo en medicina, una universidad espa?ola (Barcelona), aparece entre las 100 primeras. En el ranking elaborado en Espa?a por el CSIC tampoco aparece ninguna universidad espa?ola entre las 100 primeras, y solo dos (Complutense y Polit¨¦cnica de Madrid) entre las 200 mejores.
La Universidad carece de los recursos, la buena gesti¨®n y la competitividad que vemos en el f¨²tbol
Curiosamente en el f¨²tbol, donde nos jugamos bastante menos, nos va mucho mejor. Espa?a tiene 11 de los 100 mejores clubes de todos los tiempos, incluidos dos (Barcelona y Real Madrid) entre los 10 primeros. Los clubes espa?oles han ganado la Copa de Europa m¨¢s veces que los de ning¨²n otro pa¨ªs. Los mejores jugadores del mundo aspiran a jugar en Espa?a, donde m¨¢s de la tercera parte de los jugadores de primera divisi¨®n son extranjeros. Y esta inyecci¨®n de talento internacional ha contribuido a elevar el dom¨¦stico al mejor nivel de la historia. Seg¨²n la FIFA, la selecci¨®n espa?ola es hoy la mejor del mundo.
El ¨¦xito del f¨²tbol espa?ol no es casual, sino que es el resultado de una combinaci¨®n de enormes recursos financieros, concentraci¨®n de talento, din¨¢mica competitiva y estructuras efectivas de gobernanza y rendici¨®n de cuentas. La presi¨®n de los socios de un equipo como el Real Madrid tras ser eliminado de la Champions y derrotado en casa por su eterno rival, se hace sentir de manera casi inmediata sobre la junta directiva, como lo es la de la junta directiva sobre el entrenador y la del entrenador sobre la plantilla. Si usted fuera presidente del Real Madrid, estar¨ªa pensando ya en sustituir al entrenador y en reforzar la plantilla, por la cuenta que le traer¨ªa.
Nada parecido ocurre en la Universidad. Si usted fuera rector de cualquiera de las 50 universidades p¨²blicas espa?olas, no sentir¨ªa pr¨¢cticamente presi¨®n de los contribuyentes (los "socios" que pagan sus facturas), ya que ¨¦stos no tienen ninguna influencia, directa o indirecta, en su nombramiento. Por ley son los miembros de la plantilla quienes eligen al rector.
Si por cualquier motivaci¨®n personal usted decidiera que los resultados actuales no eran aceptables, no tendr¨ªa la capacidad de sustituir a sus decanos o directores de departamento ya que ellos tambi¨¦n son elegidos por la plantilla. De hecho, se puede dar el caso de que sus decanos tengan ideas diametralmente opuestas sobre las prioridades de la Universidad.
Si por intervenci¨®n divina los decanos estuvieran de acuerdo en la necesidad de mejorar dram¨¢ticamente la producci¨®n cient¨ªfica, poco podr¨ªan hacer ellos para reforzar la plantilla y fichar alguna estrella de fuera, ya que la ley les deja muy poco margen de maniobra para atraer y compensar a nuevos profesores.
Si a pesar de todo esto, usted consiguiera milagrosamente mejorar los resultados, ser¨ªa muy posible que perdiera su cargo en las pr¨®ximas elecciones porque seguramente habr¨ªa herido las sensibilidades de una buena parte de la plantilla con tanto cambio y exigencia.
El problema de la Universidad en Espa?a no es s¨®lo de financiaci¨®n, sino de gobernanza y rendici¨®n de cuentas. Los rectores necesitan mayor autoridad (especialmente para contratar profesores dentro y fuera de Espa?a y compensarlos competitivamente), pero al mismo tiempo deben ser nombrados y evaluados por consejos independientes. La investigaci¨®n necesita, es cierto, mayor inversi¨®n p¨²blica, pero los fondos han de ser distributivos imparcial y competitivamente, en base exclusiva a m¨¦ritos. Las universidades tienen que involucrarse m¨¢s en los procesos de innovaci¨®n empresarial, pero a su vez han de ser capaces de beneficiarse del valor comercial de sus descubrimientos.
Estos cambios pueden ser introducidos a trav¨¦s de una reforma a fondo de la ley de universidades o introduciendo nuevos modelos de Universidad de financiaci¨®n mixta y gobernanza independiente, o incluso abriendo el mercado a universidades extranjeras que pongan mayor presi¨®n competitiva sobre el sistema. Sea como sea, aumentar la competitividad investigadora de la Universidad espa?ola debe ser una prioridad estrat¨¦gica, no ya para salir de la crisis, sino para sentar las bases de una econom¨ªa innovadora y competitiva a medio y largo plazo.
No todas las universidades van a alcanzar la ¨¦lite mundial, pero si un par de ellas lo consiguen, los resultados ser¨¢n beneficiosos para todo el sistema universitario y para el conjunto de la sociedad. Espa?a necesita urgentemente un Madrid-Bar?a, de universidades.
?ngel Cabrera es rector de Thunderbird School of Global Management en Estados Unidos.
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