Las maltratadas aprenden a pegar
120 v¨ªctimas de violencia machista asisten a cursos de defensa en toda Galicia
Un rodillazo en los test¨ªculos no es lo m¨¢s eficaz, porque entre el momento del impacto y el bloqueo general que sufre el golpeado pasan ocho segundos "en los que da tiempo a que sucedan muchas cosas". Adem¨¢s, los hombres "ya se conocen el cuento" y tienden a estar alerta, a defenderse las partes al m¨ªnimo adem¨¢n de la mujer. "Aqu¨ª vamos a trabajar una t¨¦cnica m¨¢s noble", anuncia a sus alumnas compostelanas el polic¨ªa nacional Alejandro G¨®mez, ¨²nico monitor para toda Galicia de los cursos de defensa para maltratadas que se celebran este mes, sufragados por la Xunta y organizados por el Sindicato Unificado de Polic¨ªa.
"Vamos a apuntar al ombligo, porque el bloqueo, con un golpe en el est¨®mago, es instant¨¢neo", explica en el segundo d¨ªa de un curso de 12 horas en Santiago. El prop¨®sito no es hacer da?o, sino desconcertar. Si no funcionan las palabras, si no se logra aplacar al agresor con la "psicolog¨ªa verbal" y ¨¦ste se acerca peligrosamente, la mujer debe buscar la forma de huir, y una t¨¦cnica que funciona es la de pegar previamente para dejar al maltratador sin capacidad de reacci¨®n.
Le escond¨ªa la comida y le pegaba, sobre todo, cuando estaba embarazada
"Un golpe en el est¨®mago les causar¨¢ un bloqueo instant¨¢neo"
"Pocas t¨¦cnicas pero bien trabajadas", les propone el polic¨ªa a sus alumnas, en ch¨¢ndal, descalzas y con guantes de boxeo. "En estos a?os se han desplegado toda una serie de barreras para impedir que el agresor se acerque a su v¨ªctima, pero si ¨¦l quiere llegar estad seguras de que llegar¨¢. As¨ª que deb¨¦is estar preparadas, implicaros en vuestra propia defensa". El monitor se mimetiza con las mujeres y habla siempre en femenino: "Ellos usan la violencia para dominar, y nosotras, para que no nos dominen". Hoy est¨¢n practicando la "guardia en cu?a", y a cada paso le piden perd¨®n al maestro por los golpes que recibe en el entrenamiento.
Si el hombre no se tranquiliza y entra en el per¨ªmetro de su v¨ªctima, la chica debe avanzar hacia ¨¦l de frente, corriendo, usando todo el peso de su cuerpo y no la fuerza de sus b¨ªceps, porque el maltratador es mucho m¨¢s fuerte y voluminoso que ella. Antes de escapar, unos cuantos pu?etazos, siempre con los codos hacia abajo, y un buen rodillazo que venga impelido por la fuerza de la cadera. Porque la cadera es la parte m¨¢s poderosa del cuerpo, y en ella se basan todos los movimientos que ensayar¨¢n estos d¨ªas 120 mujeres en Santiago, A Coru?a, Ferrol, Vigo y Ourense. Esta ¨²ltima localidad es la que tiene m¨¢s mujeres apuntadas, 45, frente a las siete de Santiago o las 15 de A Coru?a.
"Ten¨¦is que evitar que os agarre, porque si os agarra est¨¢is perdidas. Pero si llega a hacerlo, entonces evitad que os tumbe, y si os tumba, no dej¨¦is que se ponga encima", les aconseja el instructor. En el peor de los casos, de todas formas, tambi¨¦n existen t¨¦cnicas para zafarse. Y hoy, aqu¨ª, las mujeres las ensayan en parejas. Una hace de hombre violento que atenaza contra el suelo a la otra, y la otra prueba a escabullirse. El truco parece que funciona. Luego aprenden a esquivar los golpes, desviando la mano del maltratador, y a proteger a los menores del modo m¨¢s inteligente. Al final de la clase practican un movimiento que las librar¨¢ del hombre si las tiene contra la pared e intenta estrangularlas. En pr¨®ximas lecciones, aprender¨¢n a reaccionar si el enemigo las amenaza con un arma.
Lo fundamental, dice el monitor, es que "sint¨¢is que sois capaces, y que el agresor note esa seguridad en vuestra mirada". "S¨ª, eso es importante, porque en realidad todos los maltratadores son unos cobardes", salta M., una alumna que se ha divorciado y ha puesto tierra de por medio despu¨¦s de 16 a?os de torturas.
M. no sabe explicar por qu¨¦ sufri¨® la violencia machista tanto tiempo sin rechistar. "Quiz¨¢s porque nos educan para querer, y para aguantar", dice. Su marido empez¨® escondi¨¦ndole la ropa y la comida, y m¨¢s adelante se li¨® a zurrarle. Cuando m¨¢s le pegaba era cuando estaba embarazada. En Urgencias, las enfermeras le preguntaban c¨®mo se hab¨ªa hecho esos golpes, pero no ten¨ªan la delicadeza de pedir a su marido que saliese de la consulta, y en su presencia ella callaba.
"Era celoso, pero muy infiel". Estando ella embarazada de la ni?a, en el sexto mes de gestaci¨®n, ¨¦l se fue de viaje con otra, a la que tambi¨¦n hab¨ªa pre?ado, para que le practicasen un aborto. Cuando ella amenazaba con marcharse, ¨¦l la chantajeaba asegurando que se quemar¨ªa a lo bonzo si se iba. Viv¨ªan en Andaluc¨ªa, la tierra de ¨¦l, y ella, de Santiago, estaba inmensamente sola. La familia de ¨¦l no era ning¨²n consuelo: "Tienes que comprenderlo", le dec¨ªan, "el pobre tuvo una infancia muy dif¨ªcil".
En esta clase de defensa personal, en Santiago, sobran las historias escabrosas. Hay una alumna jovenc¨ªsima que sufri¨® desde la m¨¢s temprana adolescencia la violencia machista. Durante diez a?os call¨®, y cuando al fin habl¨® su agresor se suicid¨® en la c¨¢rcel. Al menos ella ya no tendr¨¢ que poner en pr¨¢ctica la t¨¦cnica del rodillazo antes de echar a correr.
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