Un convenio para la escuela p¨²blica
Cerca de 20.000 docentes de la Ense?anza P¨²blica no universitaria permanecen atentos a la negociaci¨®n de un nuevo acuerdo regulador de sus condiciones laborales, tarea en la que se encuentran de lleno sumergidos la Administraci¨®n educativa y los cinco sindicatos representantes del sector.
Hay dos tipos de discursos sociales al referirse al colectivo funcionario docente. Por una parte, est¨¢ el discurso que insiste en la abnegaci¨®n de este colectivo, que sufre des¨¢nimo y estr¨¦s ante las crecientes demandas de que es objeto por parte de la sociedad. A este discurso se opone el de la denuncia del corporativismo por el que el profesorado funcionario antepone permanentemente sus intereses a los del alumnado y la comunidad escolar. Quiz¨¢ haya algo de ambas cosas.
La maquinaria educativa necesita ser removida por un profesorado m¨¢s joven que el actual
Pero lo que nadie duda, en cambio, es que nos encontramos en una ¨¦poca de cambios tan radicales y vertiginosos que est¨¢n demandando tambi¨¦n nuevos paradigmas de funcionamiento educativo. La negociaci¨®n de este convenio puede ser deudora del continuismo o contribuir a avanzar en nuevas formas de entender la educaci¨®n, tratando de hacer la dif¨ªcil, pero posible, conciliaci¨®n de la defensa de los intereses del profesorado y de la propia ense?anza p¨²blica. Quiero en estas l¨ªneas avanzar alguna reflexi¨®n que pueda contribuir a esa conciliaci¨®n, de manera que el nuevo acuerdo sea tambi¨¦n un impulso para la Escuela P¨²blica.
La clave interpretativa de ese nuevo paradigma est¨¢ en convertir a cada centro, mejor, a cada comunidad escolar, en la unidad de base para el cambio, a partir de un proyecto educativo lo m¨¢s conjuntamente asumido y con la suficiente autonom¨ªa para desarrollarlo, conforme a su peculiaridad, aunque siempre con atenci¨®n a la cohesi¨®n del conjunto del sistema. A partir de esta clave, cabe proponerse tres l¨ªneas de avance que deber¨ªa recoger el nuevo convenio.
El primer avance se refiere a la estabilidad y el rejuvenecimiento de las plantillas. La maquinaria educativa necesita ser removida por un profesorado m¨¢s joven que el actual, cuyo promedio no dista demasiado de los 50 a?os y por equipos m¨¢s estables comprometidos con los proyectos de los centros, imposibles de mantener si, como hasta ahora, m¨¢s del 40% de las plantillas no tienen aseguradas sus plazas en el mismo sitio de un curso para otro. Sin duda, un acuerdo generoso en ofertas de empleo p¨²blico que nos ponga muy cerca del compromiso adquirido de reducir la interinidad al 8%, una mejora en la gesti¨®n del sistema de cobertura de plazas y sustituciones, y la introducci¨®n de nuevos criterios, m¨¢s vinculados a los proyectos de los centros, en los procesos de adscripci¨®n y movilidad del personal, ir¨ªan en la direcci¨®n adecuada.
La segunda l¨ªnea de avance tiene que ver con una concepci¨®n de la funci¨®n docente, que hoy ya no puede quedar restringida al tiempo lectivo dentro del "recinto sagrado" del aula, sino que requiere tiempos para el encuentro con los diferentes agentes, proyectos conjuntos y mayor coordinaci¨®n entre iguales. Hoy el tiempo de "dedicaci¨®n a la tarea" no es s¨®lo el tiempo estricto de la clase. Puede ser muy leg¨ªtimo el planteamiento de contemplar en el convenio alguna reducci¨®n en el tiempo lectivo, a cambio de que ese tiempo liberado y el conjunto del tiempo de dedicaci¨®n al centro sean sometidos a una regulaci¨®n con contenidos precisos y evaluaci¨®n posterior, incluida la formaci¨®n en el propio centro, a partir de sus propias necesidades.
La tercera l¨ªnea de avance estar¨ªa vinculada a un mayor desarrollo de la autonom¨ªa de los centros para que puedan llevar a cabo sus proyectos educativos. Hay que pasar de un sistema de bombardeo a los centros con proyectos inconexos, a ayudarles a articular sus propios proyectos vertebrados en torno a alguna idea matriz. Se est¨¢ planteando otorgar cr¨¦ditos horarios globales, pero incontrolados. Sin embargo, los cr¨¦ditos horarios deben obedecer a proyectos educativos negociados y acordados con la Administraci¨®n. Por otro lado, hay que permitir, de una vez, con el debido control sindical y de transparencia p¨²blica, poner en marcha lo que establece la Ley de Escuela P¨²blica Vasca: que los centros puedan definir los perfiles de las personas que van a desarrollar su trabajo en un determinado contexto educativo.
Una ¨²ltima reflexi¨®n para terminar. La crisis no debe ser el pretexto para un acuerdo que acepte un recorte presupuestario. Si se quieren aumentar los recursos en Primaria, lo que est¨¢ muy bien para prevenir desde la ra¨ªz, no puede ser a costa de detraerlos de Secundaria. En estos tiempos que las administraciones parecen dispuestas a dedicar partidas millonarias a construir nuevos estadios, museos o centros de cultura y ocio, parecer¨ªa obsceno que los servicios p¨²blicos b¨¢sicos, como la ense?anza, sufran una mengua. Mis mejores deseos de acierto a los negociadores para que logren un acuerdo ¨²til para la Escuela P¨²blica Vasca.
Gonzalo Larruzea es docente y secretario de Educaci¨®n de Ezker Batua-Berdeak.
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