Una desbordante soser¨ªa
Los que pagan una respetable cantidad de euros por un tendido en La Maestranza se lo piensan dos veces cuando el cartel no responde a las expectativas. Y el de ayer, dicho sea con todos los respetos, no respond¨ªa. No era el m¨¢s acertado para uno de los d¨ªas grandes de la feria. Acertaron aqu¨¦llos que optaron por permanecer en el real, copita en mano, enjambre de carruajes y mujeres bellamente aflamencadas. Lo que ocurri¨® en la plaza fue un suplicio, un espect¨¢culo sopor¨ªfero, una inaguantable soser¨ªa. Un diploma acreditativo de aficionado selecto mereci¨® todo aquel que se sent¨® en la dura piedra y aguant¨® hasta el final una tortura taurina.
No es ¨¦sta la fiesta de los toros; ni los toros eran toros, ni los toreros tales, pues todos se comportaron de manera extra?a, como si no fuera con ellos este rito de valor, gracia, donosura, de cabeza, coraz¨®n y ramalazos de est¨¦tica.
ALCURRUC?N / D?AZ, TEJELA, PINAR
Toros del Alcurruc¨¦n, chicos los tres primeros, mansos, deslucidos, sosos y descastados.
Curro D¨ªaz: estocada y descabello (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n).
Mat¨ªas Tejela: pinchazo hondo y dos descabellos (silencio); cuatro pinchazos y estocada (silencio).
Rub¨¦n Pinar: estocada y siete descabellos (vuelta); dos pinchazos, estocada -aviso- y dos descabellos (silencio).
Plaza de La Maestranza. Jueves, 22 de abril. Decimoquinta corrida de abono. Tres cuartos de plaza.
?Puede un torero romper con lo que le dicta su cabeza y rebelarse contra s¨ª? Dos noticias toreras, anoten un buen puyazo y un buen par de banderillas
Y, entre tanto aburrimiento, surgen preguntas incontestables: ?puede un torero cambiar su destino?, ?es capaz de romper con lo que le dicta su cabeza y rebelarse contra s¨ª mismo?, ?es posible superar una soser¨ªa como la que ayer se apoder¨® de la plaza sevillana?
Curro D¨ªaz y Mat¨ªas Tejela est¨¢n donde est¨¢n -en tierra de nadie- porque se muestran aparentemente incapaces de cambiar su destino. Parecen aburridos de s¨ª mismos y se les ve cara de prejubilados. Parecen trabajadores sin ilusi¨®n ni inspiraci¨®n.
D¨ªaz tiene vitola de artista, torero elegante y fino, pero fr¨ªo como un t¨¦mpano, a la espera desesperante siempre de que surja el muletazo a modo y la embestida adecuada. Pero no tiene arrojo ni la aparente ilusi¨®n que requiere este oficio. Fue ayer un torero de detalles, un natural aceptable en su primero, y, en el otro, un remate, un suave cambio de manos y un largo pase de pecho. Y se acab¨® la historia. Y todo mientras cita con el pico casi siempre, fuera de cacho, con muy escaso ¨¢nimo.
Claro que cuenta a su favor con la mala clase de sus oponentes, pero no es motivo suficiente para desprender sopor. Un torero no puede naufragar en la nada. Quiz¨¢, su destino sea ¨¦se: esa elegancia fr¨ªa que nunca le permitir¨¢ el resurgimiento que alguna vez habr¨¢ so?ado. Ayer, con su displicente disposici¨®n, no justific¨® su presencia en el cartel.
Pero no fue el ¨²nico. M¨¢s joven es Mat¨ªas Tejela, quien despert¨® muchas esperanzas de novillero, y lleva siete a?os intentando una resurrecci¨®n que no llega. Pero su actitud no anuncia novedades al respecto. Su toreo est¨¢ ayuno de contenido, le falta nervio, vida y ganas de ser torero. No es admisible venir a Sevilla a tirar tres l¨ªneas a la defensiva porque el toro no ofrece facilidades. No es admisible que siga buscando un lugar de honor que de tal manera nunca encontrar¨¢. No se puede ser figura si falta sangre brava en las venas, si el coraz¨®n no palpita al ritmo deseado, si te vence el conformismo y la desidia. Y ¨¦sa es la impresi¨®n que transmite. Dio muchos pases, much¨ªsimos, como un torero moderno al uso, pero no dijo nada, lo cual es muy grave.
Tampoco dijo mucho, no crean, el joven Pinar. Ofrece otra imagen, es verdad, de ilusi¨®n y de ganas de ser torero. Es listo, maneja con soltura la t¨¦cnica y suple con arrojo su falta de calidad. Pues, muy bien. Y as¨ª solvent¨® con torer¨ªa los malos modos de su primero, al que ensart¨® con seguridad en la muleta y tore¨® aceptablemente por ambas manos. Hizo un esfuerzo enorme ante el desclasado sexto y pec¨® de pesadez.
Dos notas toreras: anoten un buen puyazo -?noticia!- de Agust¨ªn Moreno en el sexto; y un buen par de banderillas al primero de Jos¨¦ Manuel Calvo Montol¨ªu, espejo de su padre, que dej¨® su vida en esta plaza en 1992.
Y un triste final: la corrida de Alcurruc¨¦n, un desecho de p¨¦sima casta. Una desbordante soser¨ªa.
Babelia
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