Lobos entre corderos
La Iglesia espa?ola ha dado la espalda durante a?os a las v¨ªctimas de los curas pederastas. EL PA?S saca a la luz sus historias
La ni?a le ten¨ªa cerca. Viv¨ªa en casa. Era don Jos¨¦, un hu¨¦sped importante, un cl¨¦rigo con ambiciones de obispo. Ejerc¨ªa de benefactor de la familia ante la ausencia del padre. Pagaba un alquiler mensual y hac¨ªa las veces de educador y profesor de matem¨¢ticas. La sacaba de paseo. Pero tambi¨¦n, a solas, la tocaba; la obligaba a practicar felaciones y si se resist¨ªa, la golpeaba. La pesadilla, oscura, profunda, dur¨® diez a?os, hasta que la muchacha (supongamos que se llama Isabel) se hizo mujer. Entonces, par¨®. Qued¨® el da?o, algo sucio agazapado en la memoria de la joven que la incapacita para tener una relaci¨®n con un hombre. Ha sido y ser¨¢ v¨ªctima para siempre a pesar de que su caso fue resuelto por la justicia y obtuvo el refrendo del Tribunal Supremo.
Mart¨ªn de la Pe?a, condenado a 10 a?os, est¨¢ en semilibertad y concelebra misas con el obispo de Alcal¨¢
Cajasur, la caja de la Iglesia, moviliz¨® a la mitad de los vecinos de Pe?arroya a favor del sacerdote acusado
En los casos investigados por la justicia, la Iglesia ha mantenido muchas veces que los menores fabulan y no disciernen
Seraf¨ªn Elena volvi¨® a Izn¨¢jar sacando pecho tras ser condenado a 18 meses. "Yo no creo en la justicia", declar¨®
Los abusadores suelen presentarse como v¨ªctimas de la fabulaci¨®n de los menores o de oscuras conspiraciones
El episcopado espa?ol ha esperado hasta esta semana para calificar esas conductas como cr¨ªmenes, por vez primera
Dos domicilios en Madrid, separados por 40 kil¨®metros de ladrillo y asfalto. En uno reside Isabel. En el otro, el culpable, quien todav¨ªa debe dormir un d¨ªa de cada 15 en un centro de Instituciones Penitenciarias, por su condici¨®n de recluso en tercer grado. La puerta del piso de la v¨ªctima se abre, aparece la madre, escucha la introducci¨®n: "Queremos saber c¨®mo se encuentra su hija y si podr¨ªamos hablar con ella de lo sucedido. Han pasado m¨¢s de diez a?os de aquello...". La mujer da un paso atr¨¢s, se tranquiliza cuando los periodistas se identifican, pero contesta con evasivas, azorada. "No queremos recordarlo todo otra vez", dice, "mi hija no est¨¢ preparada, sigue sin estar bien, no lo ha olvidado, no hemos vuelto a hablar de ello". La madre recibe una informaci¨®n que desconoc¨ªa: se entera que el culpable ya se pasea por la calle. "?No puede ser! La Audiencia me asegur¨® que nos avisar¨ªa cuando saliera", replica asustada.
No la avisaron. Alguien prometi¨® una falsedad.
Dos d¨ªas despu¨¦s, durante una segunda visita previamente acordada, la madre insiste en sus negativas aunque acepta dar algunos detalles. "Desde que nos dijeron que ese hombre ha salido de la c¨¢rcel, no hemos podido dormir", a?ade. Persisten en su recuerdo las amenazas recibidas, el cartucho del 9 Parabellum llegado en un sobre an¨®nimo. Isabel, licenciada universitaria que hoy tiene ya 35 a?os, sigue sin querer hablar, sin poder olvidar. Sigue en la pesadilla.
En el domicilio del condenado, el octogenario Jos¨¦ Mart¨ªn de la Pe?a, la escena es diametralmente opuesta. No se sorprende de la llamada al timbre. No da un paso atr¨¢s. Abre la puerta e invita a sus visitantes a pasar a un peque?o sal¨®n, donde ve¨ªa la televisi¨®n. Se explaya sin reservas. Expulsa palabras como un torrente: "He recurrido al tribunal de Estrasburgo. Dentro de dos meses tendr¨¦ una sentencia positiva. Aquello fue una conspiraci¨®n preparada por un cura mas¨®n. Yo era el protector de aquella chica. Me he dedicado siempre a colaborar con gente en situaci¨®n precaria. He curado a muchos, dados mis conocimientos. Intent¨¦ salvar a aquella chica, que naci¨® en una situaci¨®n muy dif¨ªcil, pero ya ve, mi abogado no lo hizo bien, he estado en contacto siempre con gente joven en muchos sitios y jam¨¢s nadie dijo nada de m¨ª. Si hubiera sido culpable, lo habr¨ªa hecho en otra ocasi¨®n, habr¨ªa m¨¢s denuncias. Fue desagradable, pero he sido siempre feliz. Me han salido siempre bien las cosas. As¨ª que esto me ha sido dado para prepararme para lo que vendr¨¢ despu¨¦s. He dedicado el tiempo en la c¨¢rcel a preparar yo solo mi recurso".
Mart¨ªn de la Pe?a habla sin tomarse un respiro: "El tiempo ha pasado deprisa. Estuve en un m¨®dulo con 10 inocentes. ?Sabe usted por qu¨¦? Porque en la c¨¢rcel ni est¨¢n todos los que son ni son todos los que est¨¢n. A m¨ª en la c¨¢rcel me trataron muy bien, s¨®lo hubo un preso que quiso v¨¦rselas conmigo y ya le dije, yo a las malas... Mire usted, aquello fue un proceso ideol¨®gico, porque no se puede hacer justicia con ideolog¨ªa, la justicia eclesi¨¢stica est¨¢ mucho mejor preparada que la civil, y yo de eso s¨¦ mucho...".
El anciano recuerda que vivi¨® durante a?os en el domicilio de la chica como hu¨¦sped. No pod¨ªa ser menos: fue hu¨¦sped de esa familia durante diez a?os y someti¨® a la ni?a a "innumerables tocamientos l¨²bricos" y le obligaba a hacerle felaciones, seg¨²n la sentencia de la Audiencia de Madrid de 6 de mayo de 2003. Ahora, el cura niega los abusos: "Esa chica me quer¨ªa mucho. La madre era otra cosa, y eso que la ayud¨¦ a pagar el piso. La madre me dijo que le habr¨ªa gustado tener un hijo conmigo si fuera tan inteligente como yo. Porque a m¨ª me han querido mucho las mujeres, ?sabe? Me han besado mucho, porque yo s¨¦ que a las mujeres hay que tratarlas con delicadeza. Cuando yo era joven me dieron un consejo: hay que ganarse a las madres...".
Mart¨ªn de la Pe?a ha estado hablando durante m¨¢s de media hora con toda naturalidad. Sin el menor recelo ante los periodistas. Sostiene que ejerci¨® de capell¨¢n en la c¨¢rcel y que monse?or Rouco Varela le ha puesto de ejemplo ante los j¨®venes sacerdotes. Vive en un piso propiedad de la di¨®cesis de Alcal¨¢ de Henares. Asegura que durante la pasada Semana Santa concelebr¨® varias misas con el obispo en la catedral de esta ciudad.
Isabel ha enmudecido. Teme hablar. Como otras v¨ªctimas, incapacitadas para olvidar, que callar¨¢n tambi¨¦n para siempre. Como los cinco hermanos de Mota del Cuervo (Cuenca) violados por el p¨¢rroco, las seis ni?as de Pe?arroya (C¨®rdoba) a las que un cura manoseaba en el confesionario, el grupo de monaguillos de los que su profesor abus¨® incluso en una visita al santuario de F¨¢tima...
Durante los procesos, las autoridades eclesi¨¢sticas rehusaron adoptar medida alguna contra los cl¨¦rigos, los protegieron hasta que la condena alcanz¨® la ¨²ltima instancia y no admit¨ªa recurso. La Iglesia no quiso saber, no quiso escuchar a las v¨ªctimas, hizo todo cuanto pudo por tapar el esc¨¢ndalo. Y luego ampar¨® a los condenados. Los sigue amparando. En alg¨²n caso excus¨® a los culpables, si se lee con atenci¨®n la declaraci¨®n del obispo de Tenerife, Bernardo ?lvarez, a finales de 2007, sobre los abusos sexuales cometidos por religiosos: "Puede haber menores que s¨ª lo consientan, y de hecho los hay. Hay adolescentes de 13 a?os que son menores y est¨¢n perfectamente de acuerdo y, adem¨¢s, dese¨¢ndolo. Incluso, si te descuidas, te provocan".
V¨ªctimas y culpables. Lobos entre los corderos.
Cinco ni?as menores de 12 a?os que ejercieron de monaguillos en Iglesiarrubia, una pedan¨ªa de la provincia de Burgos, durante las vacaciones de verano fueron sometidas a "tocamientos imp¨²dicos" por un sacerdote que ejerc¨ªa como p¨¢rroco en Izn¨¢jar (C¨®rdoba). La sentencia del Supremo declar¨® confirmados esos hechos en 2004 y conden¨® a 18 meses de c¨¢rcel al acusado, natural del propio Iglesiarrubia. De lo sucedido a?os despu¨¦s a esas chicas (ahora mayores de edad), nada se sabe en el pueblo o nadie se atreve a dar raz¨®n de ellas: eran veraneantes, no residentes en la localidad. El culpable, Seraf¨ªn Elena Garc¨ªa, regres¨® a su parroquia andaluza sacando pecho. "Yo no creo en la justicia", declar¨® entonces.
Seraf¨ªn Elena, de 74 a?os, no ha perdido su condici¨®n de p¨¢rroco em¨¦rito y su nombre figura en el listado de sacerdotes de la p¨¢gina web de la di¨®cesis cordobesa. Vive en una casa que pertenece al entorno de la parroquia, su coche es el ¨²nico veh¨ªculo que descansa en la cochera de la iglesia de Santiago Ap¨®stol. Celebra misas cada semana. El Ayuntamiento sufrag¨® la edici¨®n de dos libros suyos sobre hombres ilustres de la localidad y mantiene un largo art¨ªculo suyo en la p¨¢gina web oficial de Izn¨¢jar. En el pueblo sigue siendo "don Seraf¨ªn", y los lugare?os reconocen que conocieron los hechos, pero nadie tom¨® iniciativa alguna, "quiz¨¢ porque aqu¨ª no hubo denuncias".
Tras salir de la c¨¢rcel, don Seraf¨ªn se dirigi¨® a sus fieles en una homil¨ªa. Les dijo, seg¨²n testigos de aquel acto, que hab¨ªa sido v¨ªctima de una injusticia por envidias y rencillas como consecuencia de una herencia, pero que perdonaba a quienes lo acusaron de tales infamias. En el pueblo, nadie quiere ser identificado opinando sobre este caso, algunos porque reconocen que don Seraf¨ªn es un cura chapado a la antigua, de mal car¨¢cter, y "f¨ªjese", dice un vecino, "que aquello sucedi¨® con cinco chicas que hac¨ªan de monaguillos, cuando don Seraf¨ªn siempre manifest¨® que los monaguillos deb¨ªan ser chicos".
Don Seraf¨ªn, quien dio la primera comuni¨®n al presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla -natural de Izn¨¢jar-, no ha perdido su prestigio: en 2007 ley¨® un preg¨®n en la Casa de la Cultura. Cuando Mercedes Gallizo, la directora general de Instituciones Penitenciarias, visit¨® la c¨¢rcel de A Lama (Pontevedra), se sorprendi¨® de lo bien que se expresaba cierto preso que ejerc¨ªa de portavoz de la mayor¨ªa, momentos antes de que un funcionario la previniera al o¨ªdo de que el recluso era un sacerdote pederasta. Se trataba de Edelmiro Rial Fern¨¢ndez, condenado a 15 a?os de c¨¢rcel, sentencia que el Supremo ampli¨® a 21 en 2004 como autor "criminalmente responsable de 12 delitos de abusos sexuales" cometidos sobre unos alumnos del colegio Primero de Marzo en la localidad pontevedresa de Baiona. La sentencia, adem¨¢s de se?alar que la conducta del acusado "debi¨® ser vigilada por el obispado", explica que las v¨ªctimas sufrieron "desprecio y hasta actitud insultante y conminatoria de una parte de la vecindad" y "a pesar de esos inconvenientes, los menores v¨ªctimas persistieron en sus imputaciones porque respond¨ªan a la realidad". Instituciones Penitenciarias se opuso a darle el tercer grado al sacerdote, pero un juez se lo concedi¨® en mayo de 2008.
A?os despu¨¦s, satisfecha una parte de la condena, el dolor de las v¨ªctimas no ha menguado. Esos alumnos de Edelmiro son hoy mayores de edad, alguno de ellos est¨¢ casado y ha tenido un hijo. No por ello se sienten capaces de manifestar sus sentimientos. Contactado un familiar, manifest¨® que "no est¨¢n en condiciones de hablar todav¨ªa porque siguen afectados". Ninguno acab¨® sus estudios. "Eran alumnos de buenas notas y desde entonces empezaron a sufrir malas calificaciones", comenta una madre. S¨®lo uno ha logrado volver a estudiar. Aprendieron un oficio y ahora trabajan.
La mayor¨ªa de las v¨ªctimas del padre Edelmiro han recibido tratamiento psicol¨®gico durante a?os. El familiar narra una secuencia de amenazas recibidas a lo largo del proceso y de noticias frustrantes conocidas tiempo despu¨¦s. Esas noticias tienen que ver con las andanzas del sacerdote, quien obtuvo r¨¢pidamente un cambio en su condici¨®n de recluso para pasar a disfrutar del tercer grado. Aport¨® un contrato de trabajo en una empresa de telefon¨ªa. "Pero por aqu¨ª le han buscado periodistas y no le han encontrado nunca en el puesto de trabajo", asegura el familiar, quien supone que el contrato es ficticio. Edelmiro vive en Vigo: pesa sobre ¨¦l una orden de alejamiento de sus v¨ªctimas.
As¨ª ha sucedido en los casos de Pe?arroya (C¨®rdoba) y Alcal¨¢ la Real (Ja¨¦n). Las v¨ªctimas se resisten a recordar aquellos episodios a?os despu¨¦s. Sobre ellos y sus familias siguen pesando las amenazas recibidas, la presi¨®n de los vecinos, el comportamiento amenazador de la autoridad eclesi¨¢stica. El padre de una de las v¨ªctimas de los abusos cometidos por Jos¨¦ Domingo Rey Godoy recuerda c¨®mo, a trav¨¦s de Cajasur, la caja de ahorros gobernada por la di¨®cesis de C¨®rdoba, se moviliz¨® una recogida de firmas en Pe?arroya a favor del cl¨¦rigo, llegando a sumar la adhesi¨®n de 2.500 vecinos en una poblaci¨®n de casi 5.000 habitantes.
En todos estos casos, los culpables se presentaron ante la sociedad como v¨ªctimas de conspiraciones motivadas por oscuros intereses particulares. Jos¨¦ Domingo Rey, ex p¨¢rroco de Pe?arroya, fue condenado en 2004 a 11 a?os por abusos sexuales perpetrados con seis ni?as. Qued¨® en libertad condicional en 2008, vive en C¨®rdoba y sigue ejerciendo su ministerio.
Todas las condenas han sido ratificadas por el Tribunal Supremo entre los a?os 2003 y 2005. Ha transcurrido el tiempo suficiente como para que las v¨ªctimas maduren, alcancen la mayor¨ªa de edad y manifiesten su dolorosa experiencia, para que sus familiares recuperen la tranquilidad, para que sus experiencias sirvan de ejemplo para otros. Y sin embargo, persisten el dolor, el da?o y, adem¨¢s, el silencio, el horror de volver a recordar, el p¨¢nico a aparecer en p¨²blico como acusador o como v¨ªctima siquiera. Han sido y ser¨¢n v¨ªctimas para siempre. Estigmatizadas por tener la osad¨ªa de haber acusado a un cl¨¦rigo.
La Iglesia espa?ola ha mantenido una actitud agresiva con las v¨ªctimas. El ocultamiento o la amenaza han sido el com¨²n denominador, tanto como el auxilio a los acusados. Esa posici¨®n ha sido criticada en colectivos de orientaci¨®n cristiana. Es el caso del portal redescristianas.net, en uno de cuyos art¨ªculos se manifiesta: "En Espa?a ya se conocen al menos una decena de condenas en firme, as¨ª como varias docenas de casos. El mism¨ªsimo Charles J. Scicluna, promotor de Justicia del Vaticano, reconoc¨ªa hace unos d¨ªas que la Santa Sede investiga 14 casos de sacerdotes espa?oles implicados en abusos sexuales ocurridos entre 2001 y 2010. Pero las ¨²nicas declaraciones, a t¨ªtulo personal, han venido de la mano del cardenal Antonio Ca?izares, que achac¨® la pol¨¦mica al intento por parte de algunos de silenciar a Dios en la sociedad, o del obispo de San Sebasti¨¢n, Jos¨¦ Ignacio Munilla, que, si bien conden¨® con rotundidad los casos, calific¨® de "injusto encender el ventilador".
Carlos S¨¢nchez Mato, antiguo catequista en Madrid, no se pod¨ªa creer lo que ocurr¨ªa en su parroquia de Aluche. Un grupo de j¨®venes le contaron que el p¨¢rroco Rafael Sanz Nieto estuvo abusando de un ni?o entre 1999 y 2001. La familia del menor habl¨® con los responsables de la parroquia, incluso con el arzobispado de Madrid, y le trataron de convencer de que lo mejor era silenciar el asunto. El acusado fue condenado a dos a?os. S¨¢nchez Mato, que entonces fund¨® la asociaci¨®n Iglesia sin Abusos, cree que el amparo de la Iglesia a sus sacerdotes ha sido la causa de que no hayan salido a la luz m¨¢s casos de pederastia.
Sobre el silencio tambi¨¦n se manifiesta el jesuita Juan Masi¨¢, profesor de Bio¨¦tica en Osaka (Jap¨®n), quien acu?a el t¨¦rmino "silencio inmoral". Sus desavenencias con la c¨²pula de la Iglesia cat¨®lica espa?ola le han obligado a cerrar sus blogs y a que otros medios de comunicaci¨®n de ra¨ªz cat¨®lica "censuren" o dejen de publicar sus escritos. En un art¨ªculo de Masi¨¢ que a¨²n no ha sido publicado sostiene: "En el debate reciente en torno a los casos de abusos sexuales por parte de cl¨¦rigos o religiosos, el punto central es, a mi parecer, el del ocultamiento, apelando por una parte a las conciencias de algunas personas para imponer silencio y pagando el silencio de otras de diversas maneras. Este silencio inmoral es muy distinto del silencio ¨¦tico de quien guarda un secreto profesional, por ejemplo, un abogado, un m¨¦dico o un sacerdote al respetar la privacidad del cliente. El silencio inmoral practicado en los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia coincide con el silencio y secretismo observado por la misma Iglesia al tratar inquisitorialmente casos de disidencia dentro de la Iglesia".
"La misma Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, que presidi¨® en su tiempo el entonces cardenal Ratzinger, que impuso silencio y secretismo en los casos de pederastia, es la misma que ha manejado con secretismo los procesos inquisitoriales contra te¨®logos o te¨®logas disidentes (Hans K?ng, Schillebeecks y otros, a los que no se les daba a conocer qui¨¦nes eran sus acusadores ni el dosier de las acusaciones, pero se les juzgaba apoy¨¢ndose en falsos testimonios o denuncias an¨®nimas). Ese secretismo del funcionamiento de la Curia Romana (y tambi¨¦n de otras instancias eclesi¨¢sticas, por ejemplo, en el arzobispado de Madrid o en la Comisi¨®n para la Doctrina de la Fe en la Conferencia Episcopal Espa?ola) es un vicio radical de esta instituci¨®n, que deber¨ªa corregirse reconociendo la instituci¨®n su culpa y reform¨¢ndose", recalca Masi¨¢.
Apenas hay datos fiables sobre las dimensiones de los abusos cometidos por sacerdotes o religiosos en Espa?a. F¨¦lix L¨®pez S¨¢nchez, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca, elabor¨® en 1994 un estudio sobre este fen¨®meno. Se realiz¨® con 2.300 encuestas en toda Espa?a. En ¨¦l se conclu¨ªa que el 4,17% de los abusos contra menores en nuestro pa¨ªs hab¨ªan sido cometidos por religiosos. La cifra aumentaba hasta el 9% si se trataba de ni?os varones. Este hecho parece deberse a que muchos de los encuestados eran hombres agredidos en internados o parroquias entre 1950 y 1970. "En esa ¨¦poca, los religiosos ten¨ªan m¨¢s acceso a los ni?os que a las ni?as", comenta el profesor L¨®pez.
Cada vez son m¨¢s las voces dentro de la Iglesia que han reclamado a los prelados espa?oles una declaraci¨®n conjunta sobre los esc¨¢ndalos de pederastia y que pidan perd¨®n por su actitud de encubrimiento. La declaraci¨®n lleg¨® el pasado 20 de abril. El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, dedic¨® parte de su discurso ante la XCV Asamblea Plenaria a los esc¨¢ndalos de pederastia que salpican a la Iglesia cat¨®lica. "Nos duelen en el alma los graves pecados y delitos cometidos por algunos hermanos en el sacerdocio y por algunos religiosos", dijo, "que han abusado de menores traicionando la confianza depositada en ellos por la Iglesia y por la sociedad". Sus autores deber¨¢n "responder ante Dios y ante la justicia humana", agreg¨® antes de concluir: "Nosotros, como otros episcopados, hemos puesto y, seg¨²n las necesidades, pondremos con m¨¢s cuidado los medios adecuados para prevenir y corregir casos de este tipo, de modo que nadie pueda pensar que sea compatible el servicio sacerdotal con la comisi¨®n de tales cr¨ªmenes". Era la primera vez que la Iglesia espa?ola calificaba de "cr¨ªmenes" estos actos.
En los casos investigados por la justicia, la Iglesia ha mantenido una misma l¨ªnea argumental: los menores fabulan, no tienen capacidad para discernir entre un gesto de cari?o y un acto imp¨²dico. Todos los abogados defensores se aferraron a esta argucia como a un clavo ardiendo, adem¨¢s de predisponer a los fieles en contra de presuntas "conspiraciones contra le fe cristiana". Sin embargo, las sentencias dictadas hasta el momento constatan hechos probados.
La justicia ha tratado de hacer su trabajo. En uno de los casos sentenciados, el juez llev¨® su celo probatorio a un extremo: sabedor de que el acusado estaba operado de fimosis y de que su defensa insist¨ªa en la incapacidad de los menores para discernir sobre asuntos sexuales, convoc¨® a una de las v¨ªctimas a su despacho y dibuj¨® sobre un papel, con cierta pericia, diez penes, dos de los cuales representaban un miembro con el glande al descubierto. La v¨ªctima se?al¨® sin dudarlo los dos miembros circuncidados. El pederasta, junto a otras pruebas, fue condenado. En su di¨®cesis nadie asumi¨® responsabilidades.
Una veintena de obispos han dimitido por no haber actuado con diligencia en casos de pederastia en diversos pa¨ªses. Los cuatro ¨²ltimos, esta misma semana, en Alemania, B¨¦lgica, Irlanda y Estados Unidos. En Espa?a, todav¨ªa ninguno.
Un homenaje al abusador por sus 50 a?os de servicio
El hermano marista Fernando Vecino Tom¨¢s, de 69 a?os, fue homenajeado en enero pasado por sus "50 a?os al servicio del Se?or", junto con otra docena de religiosos de la Provincia Marista de Compostela. "Que Dios bendiga nuestro trabajo y siga manteniendo nuestras fuerzas para seguir evangelizando a los ni?os y j¨®venes en el trabajo y con el testimonio nuestras vidas", dijo Primitivo Mendoza, el m¨¢ximo responsable de la congregaci¨®n en la zona.
En esas fechas, Vecino ya estaba encausado y pendiente de juicio por abusos cometidos sobre una ni?a de 10 a?os y otra de 11 cuando ejerc¨ªa de secretario del colegio El Pilar de Vigo.
El religioso admiti¨® los hechos para evitar que el asunto llegara a juicio y hubiese una vista p¨²blica. Tras llegar a un acuerdo su abogada y la fiscal, el juzgado de lo penal n¨²mero 2 de Vigo le conden¨® el pasado 7 de abril a dos a?os de prisi¨®n, al considerarle "autor de un delito continuado de abusos sexuales".
La sentencia relata que una de las escolares acudi¨® al despacho del fraile a pedirle golosinas y ¨¦l aprovech¨® para "tocarle el pecho por encima de la ropa y la barriga por debajo de la camiseta". A su amiga le manose¨® "el pecho por debajo de la ropa, directamente sobre la piel, apretando uno de los senos, al tiempo que le dec¨ªa: 'Qu¨¦ callada y qu¨¦ guapa eres". El religioso admiti¨® los hechos para evitar que el asunto llegara a juicio.
La madre de una de las menores asegura que la chiquilla "lo pas¨® muy mal" despu¨¦s de aquel turbio incidente y se lamenta de que la familia no recibi¨® ning¨²n apoyo por parte de la congregaci¨®n marista. "Lo ¨²nico que les preocupaba era que el caso no saliera a la luz, que el centro no tuviera una mala publicidad", ha declarado.
Un caso similar es el protagonizado por Jos¨¦ ?ngel Arregui Era?a, religioso de San Viator, que fue detenido en Chile en agosto de 2009 con centenares de grabaciones de abusos a menores en distintos colegios espa?oles. La investigaci¨®n ha determinado que el religioso pose¨ªa filmaciones de actos sexuales cometidos por ¨¦l mismo sobre 15 alumnos de los colegios San Viator de Madrid, San Viator de Vizcaya y el San Jos¨¦ de Basauri.
El sacerdote Gregorio Salgado Jim¨¦nez, que ejerci¨® de profesor en un colegio, fue condenado a dos a?os de c¨¢rcel en febrero de 2006 por abusar de una joven de 24 a?os que ten¨ªa una edad mental mucho menor por sufrir s¨ªndrome de Down. La muchacha, seg¨²n su madre, sufri¨® el "rechazo de los vecinos", lo que le caus¨® alteraciones psicol¨®gicas y ataques epil¨¦pticos.
Otro profesor de catequesis, Juan Jos¨¦ Ayensa, fue penado el pasado febrero a 16 meses de prisi¨®n por exhibicionismo y provocaci¨®n sexual ante cinco chicos en Bar¨¢soain (Navarra).
El p¨¢rroco que forz¨® a cinco menores hermanos durante d¨¦cadas
En Cuenca se produjo un caso especialmente terrible: un cura que entre 1978 y 1992 abus¨®, uno detr¨¢s de otro, de cinco ni?os hermanos. Francisco Javier Liante S¨¢nchez, p¨¢rroco de Mota del Cuervo y profesor de religi¨®n en un instituto local, conoci¨® en 1978 a un chiquillo de nueve a?os, al que convenci¨® para que le masturbara "en innumerables ocasiones", seg¨²n la justicia. Poco despu¨¦s, el sacerdote conoci¨® a un segundo hermano del menor y empez¨® a someterlo a las mismas pr¨¢cticas. En 1981, Liante fue trasladado al pueblo de Garaballa, a 200 kil¨®metros de Mota del Cuervo, quiz¨¢ porque algo hab¨ªa llegado a o¨ªdos de la autoridad eclesi¨¢stica. Pese a eso, el alcalde comunista de Mota del Cuervo le hizo director de la casa de cultura, por lo que sigui¨® realizando muchas visitas a esta ciudad. Gracias a eso, el cura fue captando a los cinco hermanos, llegando al punto de convertirlos en monjes y refundar con ellos el monasterio de Tejeda. Sodomizaciones, masturbaciones y felaciones fueron habituales en esa comunidad. Uno de aquellos cinco ni?os, siendo ya adulto, mostr¨® graves alteraciones psicol¨®gicas y "gran sentimiento de culpabilidad" por los prolongados abusos sexuales. El propio sacerdote admiti¨® ante una psic¨®loga que manten¨ªa relaciones con el muchacho desde que era ni?o. Su agobio fue tal que en 1996 intent¨® suicidarse en dos ocasiones atiborr¨¢ndose de f¨¢rmacos. Este joven fue el que present¨® una denuncia contra su ex director espiritual. El proceso concluy¨® en abril de 1999 con una condena de cuatro a?os y nueve meses de prisi¨®n por corrupci¨®n de menores. Fue absuelto de otros tres delitos similares porque su responsabilidad ya hab¨ªa prescrito.
Otro cura, en esta ocasi¨®n de la parroquia del Salvador de Alcal¨¢ la Real (Ja¨¦n), est¨¢ en libertad condicional, acabando de cumplir en su casa la pena de ocho a?os de prisi¨®n que le fue impuesta en 2004 por el Supremo al hallarle culpable de abusar repetidamente de un monaguillo adolescente.
Luis Jos¨¦ Beltr¨¢n Calvo, que hoy tiene 49 a?os, se gan¨® la confianza del chiquillo y le convenci¨® para acudir a su casa a recibir clases. Aprovechando este hecho, el sacerdote empez¨® por pedirle que le hiciera masajes, que despu¨¦s se convirtieron en felaciones, tocamientos y masturbaciones. Los informes psicol¨®gicos presentados por el abogado de la familia del menor demostraron que ¨¦ste sufri¨® enormes da?os a causa de los abusos que padeci¨® durante a?os. Cuando el Tribunal Supremo confirm¨® la condena, el obispo de Ja¨¦n, Santiago Garc¨ªa Aracil, difundi¨® un comunicado en el que se negaba a condenar moralmente al p¨¢rroco. El prelado sosten¨ªa que su deber era "estar al lado de los sacerdotes".
Don Edelmiro y el viaje al santuario de F¨¢tima
Edelmiro Rial era, en 1996, un cura joven de 27 a?os. Comenzaba entonces las tareas propias del sacerdocio. La di¨®cesis de Tui-Vigo le encomendaba la direcci¨®n espiritual de dos parroquias del municipio de Baiona (Pontevedra). Edelmiro simultane¨® esta labor con las clases de religi¨®n, como profesor tambi¨¦n designado por la di¨®cesis, en el instituto Primero de Marzo. Apenas cuatro a?os despu¨¦s de su nombramiento, surgieron las denuncias.
Edelmiro hab¨ªa establecido una relaci¨®n m¨¢s estrecha al menos con seis de sus alumnos (algunos de ellos familiares entre s¨ª), a quienes tambi¨¦n hab¨ªa captado como monaguillos. Edelmiro se mostraba como un joven educado, simp¨¢tico y siempre sol¨ªcito hacia las familias de los muchachos. Compart¨ªa actividades con los chavales, les ayudaba en las tareas escolares y se ofrec¨ªa tambi¨¦n a sus padres como canguro. "Edelmiro estaba siempre dispuesto con tal de quedarse al lado de los chavales", recuerda una de las madres.
La sentencia dictada por el Supremo en 2004 desmenuza los hechos con cierto detalle y de ellos se deduce un modus operandi. "Lo llev¨® a la casa parroquial, donde, tras estar jugando con el ordenador hasta aproximadamente la una de la madrugada, y con la disculpa puesta por el inculpado de que era para no tener que hacer otra cama, se acostaron los dos en calzoncillos en una misma cama y, despu¨¦s de un cierto tiempo, comenz¨® el acusado, movido por sus deseos libidinosos, a efectuar tocamientos sobre...". Los hechos se reproducen de forma casi id¨¦ntica en los dem¨¢s casos: invitaciones a su casa para hacer tareas escolares, llamadas a las madres para tranquilizarlas... y el posterior abuso del menor aprovechando que se acostaban en la misma cama.
Los abusos, los tocamientos y las felaciones fueron continuadas en el tiempo (incluso, aprovechando tambi¨¦n una excursi¨®n al santuario portugu¨¦s de F¨¢tima). De ah¨ª, la sentencia concluye que "a consecuencia de todos los actos anteriormente descritos, los menores resultaron con similares problemas de ansiedad, inseguridad y depresi¨®n".
Los menores callaron durante un tiempo, hasta que un d¨ªa de Nochebuena, una de las madres escuch¨® parte de una conversaci¨®n entre ellos. La madre se inquiet¨®, comenz¨® a interrogarles y obtuvo una confesi¨®n.
A partir de ese momento comenz¨® una pesadilla para los familiares. Hab¨ªa m¨¢s chavales afectados por el comportamiento del sacerdote, pero no todos aceptaron emprender la dura tarea de la denuncia. "La directora del colegio tampoco fue muy comprensiva con nosotros", recuerda la madre. Hubo padres y fieles de las parroquias que se posicionaron en contra de los denunciantes, comenzaron las amenazas, las tensiones, los da?os materiales en bienes de los afectados y el esc¨¢ndalo consiguiente.
La Audiencia conden¨® al sacerdote a 15 a?os de prisi¨®n, pero el Supremo elev¨® dicha condena a 21 a?os. Aquello no signific¨® el fin del drama para familiares y afectados. Fuentes de Instituciones Penitenciarias reconocen que hubo presiones para que el sacerdote gozara de privilegios durante su estancia en prisi¨®n. En breve tiempo alcanz¨® el tercer grado (la semilibertad) gracias a un contrato de trabajo ofrecido por una peque?a empresa de telefon¨ªa de Vigo. No hay ning¨²n testigo que haya podido verificar que Edelmiro est¨¦ cumpliendo realmente con dicho contrato.
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