Umberto Eco: "Desgraciadamente, el futuro de Europa ser¨¢ Italia"
La figura de Umberto Eco es tanto mayor cuanto m¨¢s tiempo pasa. Y no s¨®lo en sentido intelectual, sino que su cuerpo se ha multiplicado casi por dos, y hasta su peso, su apostura y su firmeza.
Posee casi todos los atributos de las personas amables que nunca se olvidan y una conversaci¨®n que mueve a la alegr¨ªa y la risa con frecuencia. Con 38 honoris causa en su haber, confiesa que a menudo debe renunciar a la aceptaci¨®n de otro m¨¢s, en parte porque ya conoce de sobra la ceremonia, el laudatio y todos esos inconvenientes de la reverencia universitaria, pero tambi¨¦n porque ?para qu¨¦ realizar fatigosos viajes que ni le ponen ni le quitan nada?
Pero hay excepciones. Y una fue Sevilla hace un par de meses. De siempre, dice, quiso conocer esta importante ciudad, y la cita que ten¨ªa concertada con la Universidad para el pasado noviembre coincidi¨®, dice, "con que cog¨ª una bronquitis tremenda, con mucha fiebre, y no pude viajar".
"Mi generaci¨®n est¨¢ condenada a quedarse en el poder"
"Los pol¨ªticos medios entienden ahora el sexo como lugar de trabajo"
Dej¨¦ de ser s¨®lo un profesor y empec¨¦ a ser novelista, mi vida cambi¨®"
"Mi mujer tambi¨¦n qued¨® muy frustrada con aquella circunstancia y ahora, que retrasaron amablemente el acto, es ella la que no ha podido acudir. Pero volveremos. Sevilla es una ciudad maravillosa que siempre deseamos conocer".
?Cu¨¢ntos libros ha publicado Umberto Eco? Casi un sinf¨ªn entre ensayos y novelas. Desde su primer trabajo sobre santo Tom¨¢s de Aquino (El problema est¨¦tico en santo Tom¨¢s de Aquino en 1956) hasta su ¨²ltima narraci¨®n: La misteriosa llama de la reina Loana (2004).
Naci¨® en Alessandria, una ciudad italiana del Piamonte, el 5 de enero de 1932, y con sus 78 a?os impresiona el vigor mental y la arrolladora fuerza vital que imprime a sus respuestas, a sus cr¨ªticas, sus reflexiones y sus ademanes. Lleva un sombrero que le otorga un car¨¢cter entre antiguo e intrigante inspector y se apoya en un bast¨®n que, ateni¨¦ndonos a su br¨ªo, bien podr¨ªa partir en la cabeza de un enemigo o de un tonto.
La diversidad de sus trabajos, en la televisi¨®n, en las editoriales o en la universidad, y la capacidad mental para obtener oportunamente los puestos acad¨¦micos a que aspiraba han contribuido a enriquecer su sabidur¨ªa, pero acaso fue, al rev¨¦s, su extraordinaria condici¨®n de sabio la que ha inspirado una obra tan universal, conocida en medio centenar de idiomas y multiplicada por millones de ejemplares.
Empezando por el principio? ?Que c¨®mo empec¨¦ la experiencia intelectual de mi vida? Pues mire, entr¨¦ enseguida a trabajar, tras terminar en la universidad, en la televisi¨®n cuando la televisi¨®n estaba empezando, all¨¢ por 1954.
?Y qu¨¦ hac¨ªa en la televisi¨®n? Era un funcionario en las oficinas, no sal¨ªa en la pantalla, pero fue una experiencia enorme. Entonces se hac¨ªa todo en directo, as¨ª que pod¨ªa ocurrir que tambi¨¦n nosotros, los funcionarios, tuvi¨¦ramos que ayudar si algo no funcionaba. Yo ten¨ªa entonces 22 a?os. Me acababa de licenciar en la Universidad de Tur¨ªn y por un milagro me present¨¦ a una oposici¨®n de televisi¨®n y la gan¨¦ junto a otras personas.
?En Tur¨ªn? No, en Mil¨¢n. Lo gan¨¦ junto a otras personas tambi¨¦n bastante conocidas: una fue Gianni Vattimo, el fil¨®sofo, y la otra, Giulio Colombo, que ha sido director de L'Unit¨¤, etc¨¦tera. Y esto determin¨®, sin duda, mi inter¨¦s por los problemas de la comunicaci¨®n.
?Su licenciatura en qu¨¦ hab¨ªa sido? Sobre la est¨¦tica medieval, algo completamente distinto. La televisi¨®n fue una experiencia muy importante para m¨ª. No hice nada interesante, pero vi montones de cosas, porque la televisi¨®n en aquella ¨¦poca era un lugar en el que uno, al pasar por un pasillo, se pod¨ªa encontrar a ?gor Stravinski o a Bertolt Brecht. A m¨ª me ocurri¨®. Todo pasaba por all¨ª... Despu¨¦s lo tuve que dejar, porque s¨®lo observaba lo que pasaba, pero no hac¨ªa nada interesante y me fui a trabajar a la editorial Bompiani, que sigue siendo mi editor. Entre tanto, continuaba mis estudios y mis investigaciones, obtuve varios t¨ªtulos universitarios, empec¨¦ a trabajar en editoriales y comenc¨¦ a dar clases en la universidad, as¨ª que en 1975, cuando consegu¨ª la plaza definitiva en Bolonia, dej¨¦ lo que estaba haciendo.
?Y entonces se cas¨® usted? Usted quiere saberlo todo. Ver¨¢: lo primero que hice antes en la editorial, donde luego dirig¨ª las colecciones de filosof¨ªa, fue un gran libro ilustrado, La historia de las invenciones, que hab¨ªa que paginar? No s¨¦ si usted ha visto mis dos ¨²ltimas diversiones, la Historia de la belleza y la Historia de la fealdad. Pues bien, resulta que al final de mi vida me he puesto a hacer lo mismo, libros ilustrados.
Hab¨ªa all¨ª un gran dise?ador gr¨¢fico, Bruno Munari, que era uno de los m¨¢s importantes dise?adores italianos del siglo. Un d¨ªa llev¨® a un ayudante que vino a ser una dise?adora alemana que estudiaba historia del arte y, as¨ª, accidentalmente nos casamos. Lleva cincuenta a?os en Italia, pero contin¨²a siendo alemana.
?Y tuvo hijos? El a?o 1962 fue muy importante en mi vida, porque me cas¨¦, engendr¨¦ a mi primer hijo, que naci¨® al a?o siguiente, publiqu¨¦ el libro que me dio m¨¢s fama en esa ¨¦poca, Obra abierta, y muri¨® mi padre. As¨ª que de pronto me convert¨ª en adulto, era yo el padre.
?Estaba usted muy unido a su padre? S¨ª.
?Su padre, qu¨¦ era? Un empleado en una empresa privada. S¨ª, ten¨ªamos una buena relaci¨®n.
?Y cu¨¢ntos hermanos eran ustedes? Yo tengo una hermana. Y luego tuve dos hijos: un hijo y una hija. Mi hijo ha trabajado durante 12 a?os en Nueva York, en el mundo editorial. Ahora trabaja en la oficina de prensa de RBS en Roma y mi hija es arquitecta. Eso es todo. Ah, y tengo dos nietecitos, de nueve a?os y medio y de uno y medio.
?Que le gustan mucho? Ser abuelo es un trabajo maravilloso. Porque se tienen todos los placeres y las ventajas y ninguna responsabilidad.
Claro que s¨ª. Publica, pues, 'Obra abierta', triunfa internacionalmente y despu¨¦s llega su otra gran obra de referencia, 'Apocal¨ªpticos e integrados', en la sociedad de masas. Apocal¨ªpticos e integrados quiz¨¢ sea mi libro de ensayos m¨¢s conocido en el mundo espa?ol, Espa?a e Hispanoam¨¦rica, no s¨¦ por qu¨¦. En realidad no era un proyecto. Como le he dicho, me interesaban los problemas de la comunicaci¨®n de masas, la televisi¨®n, etc¨¦tera, y escrib¨ªa ensayos en alguna revista. De repente convocaron la primera oposici¨®n para una c¨¢tedra de comunicaci¨®n, oposici¨®n que no la gan¨® nadie porque en esa ¨¦poca no hab¨ªa una definici¨®n de lo que fuera comunicaci¨®n de masas. Se present¨® la gente m¨¢s diversa: un soci¨®logo, un psic¨®logo, un historiador? As¨ª que el tribunal ya no sab¨ªa bien lo que era un comunicador. Pero como para toda oposici¨®n hay que tener publicaciones, reun¨ª todos esos ensayos de revista, que por casualidad se convirtieron en Apocal¨ªpticos e integrados. Y hay que decir que me ayud¨® mi editor, Valentino Bompiani, uno de los m¨¢s c¨¦lebres editores italianos junto con Mondadori. Como aqu¨ª Carlos Barral, personajes ya hist¨®ricos.
Bompiani era m¨¢s viejo y ten¨ªa una excepcional dote para inventar t¨ªtulos. Por ejemplo, en el caso de Obra abierta, yo ten¨ªa entonces que hacer un libro para Einaudi, que me hab¨ªa pedido Calvino. Pero Bompiani me dijo: "?Por qu¨¦ no re¨²nes estos ensayos que ya tienes publicados?". "Yo tengo que escribir un libro para Einaudi", le dije. "?Y cu¨¢ndo lo har¨¢s?". "Necesito todav¨ªa cinco o seis a?os". Y ataj¨®: "Mientras tanto, ?por qu¨¦ no re¨²nes estos ensayos desperdigados y los publicamos aqu¨ª?". No me gustaba publicar en la editorial en la que trabajaba, porque me parec¨ªa algo como de familia, pero ya que me lo ped¨ªa ¨¦l? "?C¨®mo lo titulo? ?Forma e indeterminaci¨®n de las po¨¦ticas contempor¨¢neas?". "Est¨¢ usted loco".
Cuando ya reun¨ª la colecci¨®n de ensayos para Apocal¨ªpticos e integrados, me volvi¨® a preguntar: "?C¨®mo lo titula?". "Problem¨¢ticas de la comunicaci¨®n de masas". "Est¨¢ usted loco". Se fue a mirar el ¨²ltimo ensayo, cort¨ªsimo, de tres p¨¢ginas, que se titulaba Apocal¨ªpticos e integrados, y declar¨®: "El libro se titula as¨ª". Le dije: "Tenga en cuenta que no tiene que ver con los otros ensayos, habr¨ªa que explicarlo". "Pues escribes una nueva introducci¨®n y lo explicas". Y escrib¨ª una introducci¨®n de 40 p¨¢ginas que cambi¨® todo el libro y lo convirti¨® en Apocal¨ªpticos e integrados.
?Y no le parece que ahora estamos en una fase igual, de 'Apocal¨ªpticos e integrados'? Un corte entre quienes defienden los valores perdidos y deploran el presente como una degeneraci¨®n cultural y moral. S¨ª, eso mismo era un debate t¨ªpico de aquella ¨¦poca en la que los fil¨®sofos, los intelectuales, todav¨ªa no consegu¨ªan comprender el mundo tecnol¨®gico de la comunicaci¨®n, as¨ª que exist¨ªa esta divisi¨®n entre los que hac¨ªan comunicaci¨®n de masas y, digamos, los arist¨®cratas intelectuales, que no la entend¨ªan. Pero hoy es distinto, porque los m¨¢s arist¨®cratas de los intelectuales entienden perfectamente estos problemas, usan Internet? Es, en todo caso, no una cr¨ªtica desde fuera, sino desde dentro, de intelectuales que usan medios de masas, ven la televisi¨®n, usan el ordenador y pueden a la vez criticarlo. As¨ª que me resultar¨ªa muy dif¨ªcil decir hoy: "Usted es apocal¨ªptico o usted es integrado".
Pero esa queja de que ya la gente no se relaciona personalmente debido a la omnipresencia de Internet? Esa es la cr¨ªtica que hacemos todos. Pero antes los apocal¨ªpticos eran los que criticaban y rechazaban. Hoy son los que critican, pero a la vez usan estas cosas, as¨ª que es un discurso interno: yo soy muy cr¨ªtico con Wikipedia, porque contiene noticias falsas. Las hay tambi¨¦n sobre m¨ª, falsas y no falsas, pero utilizo Wikipedia, porque si no, no podr¨ªa trabajar. Mientras escribo, por ejemplo, Tirso de Molina y no me acuerdo de cu¨¢ndo naci¨®, voy a Wikipedia y lo miro, en cambio antes ten¨ªa que coger la enciclopedia y tardaba media hora. Antes los apocal¨ªpticos no usaban estas cosas: escrib¨ªan a mano con la pluma de ganso.
?Y usted cree sobre s¨ª mismo que ha tenido una percepci¨®n especialmente acertada de la sucesivas situaciones culturales? Mire, el profesor V¨¢zquez da ma?ana un discurso sobre m¨ª, y dice que he sido de los que han intentado comprender y criticar el momento en que vivimos. Formo parte de una generaci¨®n para la que el presente era el ambiente natural: viaj¨¢bamos en avi¨®n, en coche, ve¨ªamos televisi¨®n, mientras que toda una generaci¨®n anterior ve¨ªa la cultura como rechazo del presente. Se encerraban en su torre de marfil y no quer¨ªan saber nada de lo que ocurr¨ªa. Yo pertenezco a una generaci¨®n que ha pensado que el intelectual tiene que hallarse comprometido con el presente y, por tanto, con todos sus aspectos. Tenemos respecto al presente, nosotros los j¨®venes que no tenemos m¨¢s que ochenta a?os, una actitud diferente de la de nuestros padres o de la de nuestros maestros.
?Ha echado de menos algo en su trayectoria profesional? ?Habr¨ªa querido hacer otra cosa en alg¨²n momento? Yo creo que mi generaci¨®n ha sido muy afortunada, porque llegamos con 13 o 14 a?os al final de la guerra, nuestros hermanos mayores murieron o no pudieron acabar los estudios. Nosotros llegamos mientras hab¨ªa una expansi¨®n econ¨®mica. Hemos tenido todo. Mi hijo y tambi¨¦n los estudiantes m¨¢s j¨®venes no han tenido todas estas posibilidades. Nosotros hemos sido una generaci¨®n que deber¨ªa avergonzarse de lo afortunada que ha sido: nos han dado todas las posibilidades. Yo no puedo quejarme de nada; si acaso, de haber aprovechado mal todas estas posibilidades. Los que ten¨ªan diez a?os m¨¢s que nosotros, o murieron o tuvieron una vida muy dif¨ªcil. Esto explica tambi¨¦n la tremenda paradoja por la que mi generaci¨®n sigue estando en el poder: tendr¨ªamos que estar en el hospicio de los pobres ancianos, deber¨ªan estar en el poder los que tienen 30 o como mucho 40 a?os. Y no es que queramos estar en el poder, es que nos lo piden y estamos obligados? Estar en el poder no quiere decir ser jefe del Gobierno, sino director de la colecci¨®n, director de la revista, de la editorial? Estamos condenados a quedarnos en el poder porque las generaciones siguientes no han tenido las oportunidades que nosotros hemos tenido.
Ahora ya ser¨ªan casi dos generaciones las que han pasado en blanco. Unos son los estudiantes del 68. Un momento muy dif¨ªcil. Y los de despu¨¦s, peor todav¨ªa. Naturalmente, tengo estudiantes de 30 a?os que son buen¨ªsimos, son unos genios, pero el porcentaje es bajo. Nosotros, en un 80% hemos ocupado todos los espacios; estos los ocupan en un 30%. Produce una gran melancol¨ªa.
La sensaci¨®n un poco de mala conciencia, tambi¨¦n. Nosotros deber¨ªamos estar tumbados en una hamaca leyendo y dando buenos consejos.
?Y c¨®mo encuentra Italia actualmente con Berlusconi en el centro de todo? Antes se dec¨ªa que el futuro de Europa ser¨ªa Estados Unidos. Hoy, desgraciadamente, el futuro de Europa ser¨¢ Italia. La Italia de Berlusconi anuncia situaciones an¨¢logas en muchos otros pa¨ªses europeos: donde la democracia entra en crisis, el poder acaba en las manos de quien controla los medios de comunicaci¨®n. As¨ª es que no se preocupen por nosotros, preoc¨²pense por ustedes mismos.
?Y tiene usted alguna esperanza de que Internet sea una contribuci¨®n democr¨¢tica a la crisis democr¨¢tica actual? Siempre digo que la televisi¨®n es buena para los pobres y mala para los ricos. Es decir, la televisi¨®n ha ense?ado a todos los italianos a hablar italiano, los que no ten¨ªan escuelas aprendieron por televisi¨®n d¨®nde estaba India? En cambio, los que ten¨ªan escuelas, al ver la televisi¨®n se vuelven m¨¢s est¨²pidos, as¨ª que la televisi¨®n es buena para los pobres y mala para los ricos. Pero no ricos en sentido econ¨®mico, nosotros somos los ricos. Y lo mismo ocurre con Internet: en ciertos pa¨ªses, como China, es un instrumento fundamental para poder pasar informaciones y noticias que de otro modo no llegar¨ªan. En otros pa¨ªses donde estas noticias pueden llegar, puede ser una forma de encerrar a los j¨®venes en una soledad totalmente virtual, fuera de la realidad. Pero Internet no es una sola cosa, es muchas cosas. Es como un libro: ?un libro es bueno o malo? Si pone Mein Kampf es malo, si pone La Biblia es bueno. Y lo mismo Internet: es un instrumento que en muchos casos ha cambiado nuestra vida, nuestra capacidad de documentaci¨®n, de comunicaci¨®n, etc¨¦tera. Y en otros casos se presta a difundir noticias falsas. Uno nunca sabe si lo que le llega a trav¨¦s de Internet es verdadero o falso. Esto no ocurre con los peri¨®dicos o con los libros, porque m¨¢s o menos uno sabe que El Pa¨ªs es algo distinto a Abc, que Le Figaro es algo distinto a Lib¨¦ration. Y seg¨²n el peri¨®dico que compra, sabe cu¨¢l es la posici¨®n del peri¨®dico, y se f¨ªa o no se f¨ªa. Y lo mismo los libros: si uno ve que un libro es de Mondadori o de Columbia University, se piensa que alguien quiz¨¢ ha elegido este libro y ha impedido que se publicaran otras cosas, pero si ve un editor extra?o, no puede saberse nada de antemano. Con Internet no se sabe nunca qui¨¦n habla.
?Y no pasar¨¢ eso en Internet tambi¨¦n, que habr¨¢ marcas, o editoriales, lugares de confianza? No, porque cualquiera puede conectarse: yo, usted o un se?or X que est¨¢ loco, mientras que este se?or X no puede montar una editorial o un peri¨®dico, necesita gentes que le apoyen. Hay filtros sociales: antes de que alguien haga un peri¨®dico est¨¢n los que le dan dinero, los periodistas? Hay filtros: a trav¨¦s del que le da el dinero, de los periodistas, sabemos que es fascista, o comunista? En cambio, con Internet, el se?or Fulano no se sabe qui¨¦n es. Usted y yo, que somos personas de cierta cultura, podemos darnos cuenta muchas veces de si el que hace el sitio de Internet est¨¢ loco o no, pero si es un sitio sobre f¨ªsica nuclear, usted no se da cuenta, y yo tampoco. As¨ª que imagine a los j¨®venes que utilizan Internet en la escuela y pueden encontrar un sitio racista, un sitio negacionista? Y no saben hasta qu¨¦ punto creerlo o no.
?Y qu¨¦ piensa de esta oleada que proclama la bondad del saber de las muchedumbres, las fuentes abiertas, el pensamiento compuesto por los muchos que acuden a la Red? Ya se lo he dicho: Internet es como los libros, puede haber libros buenos y malos. Por ejemplo: en pol¨ªtica, hoy, en Italia, con una crisis de los partidos, se est¨¢n creando zonas que en italiano se llaman de sociedad civil, que se manifiestan, pero que no son de un partido. Todos estos se comunican a trav¨¦s de Internet, y pueden reunir a 300.000 personas. En este sentido, Internet se convierte en un instrumento muy importante de libertad. De igual modo, un joven, desde su casa, va a dar con un sitio en el que le dicen que el Holocausto nunca tuvo lugar, o con un sitio pornogr¨¢fico. El ¨²ltimo art¨ªculo que he escrito dice: "Busquemos en Internet a Padre P¨ªo"; reflejaba los 1.400.000 sitios en que aparec¨ªa este nombre. Busquemos a Jes¨²s: 3.500.000. Busquemos porno: 130.000.000. Porno gana por 100 veces a Jesucristo. ?Qu¨¦ hacemos frente a esta inmensidad de mensajes? Por un lado, Internet puede ser un instrumento de liberaci¨®n para los j¨®venes chinos que consiguen decir cosas que el r¨¦gimen impide que se digan, pero del mismo modo puede estar corrompiendo por la abundancia de mensajes sexuales que les llegan. Antes, el pol¨ªtico medio entend¨ªa el sexo como un momento de descanso: cuando hab¨ªa ganado la batalla de Austerlitz? ?Pero con qui¨¦n practicaba el sexo? Con la condesa Castiglione, con Sarah Bernhardt, con mujeres que val¨ªan la pena. Ahora estos pol¨ªticos no lo entienden como un descanso despu¨¦s del trabajo, sino como lugar del trabajo, y se conforman con putillas.
Piense en la historia de los sacerdotes: antes el sacerdote viv¨ªa en la rector¨ªa y s¨®lo ve¨ªa al ama de llaves, fea y con bigote, y le¨ªa L'Osservatore Romano. Ahora ve la televisi¨®n todas las tardes y ve senos, culos, y luego decimos que se convierte en ped¨®filo. El pobre diablo tiene ante s¨ª una serie de provocaciones. El pobrecillo tiene que ver todas las noches en la televisi¨®n p¨²blica cosas que antes? Y lo mismo ocurre en el mundo pol¨ªtico: es toda una degeneraci¨®n. Y lo mismo Internet: son los que ven los 130.000.000 de sitios pornogr¨¢ficos en lugar de los 3.000.000 de sitios sobre Jes¨²s.
Quiz¨¢ en este ascenso de los movimientos sociales que hemos dicho se est¨¦ fraguando el germen de una democracia distinta, porque ?c¨®mo seguir soportando la idea de que un Gobierno sea elegido para cuatro a?os y que durante esos cuatro a?os no se les pueda despedir, tal como si hubieran sacado una plaza de funcionarios? Desde luego no hemos reflexionado lo suficiente sobre el hecho de que hemos llegado al final de la democracia representativa. Cuando en Estados Unidos vota s¨®lo el 50% de los ciudadanos, y uno debe elegir entre dos candidatos, es elegido con el 25%. Candidatos que no son elegidos por el pueblo, sino por la organizaci¨®n interna. ?A qui¨¦n representa este candidato? ?A cu¨¢ntos ciudadanos representa? ?Cu¨¢l es la diferencia con el sistema sovi¨¦tico, en el que el S¨®viet Supremo eleg¨ªa tres candidatos, luego discut¨ªan y eleg¨ªan a uno? Que en Estados Unidos existe el control de la sociedad civil, los lobbies, las organizaciones culturales y religiosas, industriales, hay una serie de poderes que controla el poder central, y que en la Rusia estalinista no exist¨ªa. Pero no es una democracia representativa. Estamos llegando a una crisis tr¨¢gica de la democracia: seguimos simulando que existe la democracia representativa y que soy yo, el ciudadano, el que elige a mis representantes, pero no es cierto. El nacimiento de estos movimientos sociales fuera de los partidos, que en Italia se llaman los Violetas y se re¨²nen v¨ªa Internet, pueden ser el futuro, o la correcci¨®n de una democracia representativa en crisis. As¨ª que yo no soy de los que dicen que se cierre Internet. Habr¨¢ que ver qu¨¦ pasa. Igual que Italia fue el laboratorio del fascismo, que luego copi¨® Espa?a, en este momento es el laboratorio del berlusconismo, y habr¨¢ que ver qu¨¦ pasa.
?Y c¨®mo definir¨ªa el berlusconismo, que seg¨²n usted ser¨¢ el destino de Europa? Es un peronismo europeo, aunque no ha llevado al Gobierno a una actriz.
?Prepara ahora un ensayo o una novela? Una novela, pero yo no hablo nunca de mis novelas. Como El p¨¦ndulo de Foucault me llev¨® ocho a?os, la ¨²ltima novela me llevar¨¢ otros tantos contando desde la aparici¨®n de La misteriosa llama de la reina Loana, en 2004.
?Y c¨®mo es que escogi¨® la novela? Le iba bien con el ensayo, ?cu¨¢l fue la raz¨®n que le llev¨® a escribir 'El nombre de la rosa'? Es una pregunta que muchos me han hecho, y no tengo una respuesta, as¨ª que he dado diez respuestas distintas y todas verdaderas. Uno: porque me apetec¨ªa. ?Por qu¨¦ haces el amor con esa mujer? Porque te apetece. Sin m¨¢s explicaciones. Dos: porque siempre me ha gustado narrar, solo que le contaba historias a mis hijos, y cuando crecieron se las cont¨¦ a alg¨²n otro. Porque siempre he contado historias. Tambi¨¦n mis ensayos son narrativos. Porque en 1975 consegu¨ª la c¨¢tedra y no pod¨ªa desear nada m¨¢s en la vida. Ten¨ªa la c¨¢tedra, mis libros se traduc¨ªan a varias lenguas, y ?qu¨¦ hago ahora? Entonces se me ocurri¨® responder a un nuevo desaf¨ªo, hacer algo nuevo. Porque un d¨ªa vino a verme una amiga y me dijo que estaba preparando una colecci¨®n de novelas policiacas escritas por no narradores: se lo estaba pidiendo a pol¨ªticos, soci¨®logos? Todos libros de cien p¨¢ginas. Yo le dije que no, que no pod¨ªa escribir un libro policiaco; en primer lugar porque no s¨¦ escribir los di¨¢logos; adem¨¢s, si tuviera que escribir un libro ser¨ªa una locura medieval y tendr¨ªa 500 p¨¢ginas. Llegu¨¦ a casa y empec¨¦ a redactar una lista de nombres.
La otra respuesta es que ten¨ªa casi 50 a?os. A los 50, los se?ores dejan plantada a la mujer y se fugan con una bailarina. Yo, en cambio, escrib¨ª una novela: menos dispendioso y menos pecaminoso. Las razones son infinitas y ninguna. La ¨²nica es esta: mire la l¨ªnea de mi vida, llega hasta aqu¨ª, se para y vuelve a empezar. ?Qu¨¦ quiere decir esto? Que aqu¨ª tuve un accidente, perd¨ª la memoria y empec¨¦ una nueva existencia; o que aqu¨ª dej¨¦ de ser s¨®lo un profesor y empec¨¦ a ser un novelista, a ganar m¨¢s dinero, y mi vida cambi¨®.
?Y con qu¨¦ ha recibido m¨¢s satisfacciones, con las novelas o con los ensayos? No lo s¨¦. Obviamente, mis ensayos vend¨ªan 10.000 copias, y las novelas, 1.000.000. Pago m¨¢s impuestos escribiendo novelas que escribiendo ensayos, pero la satisfacci¨®n? No lo s¨¦, ahora se publican muchos libros sobre m¨ª. Algunos, sobre mi actividad narrativa, y otros, sobre m¨ª. Algunos me hacen enfadar, porque parece que no han entendido nada; pero no s¨¦ si me producen m¨¢s placer los unos o los otros.
?Y en Italia se encuentra bien como intelectual? ?Se considera altamente respetado? Bueno, no me lanzan huevos cuando hablo? pero me aprecian mucho m¨¢s en Francia, Alemania, Estados Unidos o Espa?a que en Italia. Esto es obvio, normal. Los franceses, por ejemplo, se creen que culturalmente son los mejores del mundo y en cuanto alguien les gusta deciden que es franc¨¦s. Han decidido que Leonardo es franc¨¦s, Modigliani es franc¨¦s, Picasso es franc¨¦s, y a m¨ª me consideran franc¨¦s. Y debo decir que en Francia gozo de una popularidad conmovedora, tambi¨¦n porque el primer pa¨ªs extranjero al que fui, con 20 a?os, fue Francia. Me enamor¨¦ de Par¨ªs y me ocurre un fen¨®meno extra?o: si estoy en Mil¨¢n, en el tren, y alguien me dice: "Mira, Umberto Eco", me fastidia un poco, porque preferir¨ªa estar tranquilo, solo. Cuando esto me pasa en la plaza de la Sorbona, soy feliz.
?Ha vivido en Francia? Tengo una casa en Par¨ªs y voy de vez en cuando. No he vivido nunca m¨¢s de un mes o dos. Yo creo que por lo menos la mitad de los franceses creen que soy franc¨¦s.
?Y c¨®mo se encuentra de salud? ?Tambi¨¦n le interesa esto? Me duele la rodilla y tengo hiperglucemia.
?Se cuida? S¨ª, bebo s¨®lo whisky, que no tiene az¨²car. El doctor dice que es peor que beba, pero no tiene az¨²car.
?Y desde cu¨¢ndo lleva bast¨®n? Desde hace un a?o, para la rodilla. Tengo un dolor en el menisco por la p¨¦rdida del cart¨ªlago. Yo digo: Delenda cartilago, ?Comprende? Como Delenda Cartago. Pero toda mi vida, mi sue?o fue andar con un bast¨®n. As¨ª que ahora tengo cuatro bastones: uno del XIX, este napolitano y dos m¨¢s. Estoy encantado de llevar bast¨®n: los coches se paran; si se te cae algo al suelo, te lo recogen. Yo pensaba siempre, cuando era joven, que me gustar¨ªa salir de casa e ir hasta el bar con un bast¨®n y que en la puerta de todas las tiendas la gente me saludara y me dijera: "?C¨®mo est¨¢, profesor?". Es maravilloso.
?No ha hecho deporte? S¨®lo nataci¨®n.
?Pero le ha gustado el f¨²tbol? No, no. Caminar, siempre. En Nueva York me hac¨ªa 60 manzanas. Ahora no. Ahora paso tres meses al a?o nadando. De los dem¨¢s deportes, nada. Odio a los deportistas, espero que se maten todos entre s¨ª.
?Pero el f¨²tbol, hablando de asuntos de masas, nunca le ha interesado? No, no. En mi juventud fui campe¨®n de auto-gol. Tengo los pies planos. Mis compa?eros de clases jugaban el partido y yo preparaba los carteles, pero no participaba. Y muchos que han hecho deporte se han muerto diez a?os antes que yo.
?Y pintaba? Dibujos. Por diversi¨®n. Y toqu¨¦ tambi¨¦n la flauta, pero ahora me duelen los pulgares. Por lo dem¨¢s, nada.
Bueno, tiene muchas satisfacciones m¨¢s. Los nietos.
La lecci¨®n del profesor
"Dej¨¦ de ser s¨®lo un profesor, empec¨¦ a ser un novelista, a ganar m¨¢s dinero, y mi vida cambi¨®". Umberto Eco (Alessandria, Piamonte, 1932) recuerda as¨ª su tr¨¢nsito hasta convertirse en autor de 'best sellers' como 'El nombre de la rosa'. El prestigioso semi¨®tico, ensayista y cr¨ªtico literario mantiene todo su vigor mental a los 78 a?os. "El intelectual tiene que hallarse comprometido con el presente. Nosotros los j¨®venes, que no tenemos m¨¢s que ochenta a?os, tenemos respecto al presente una actitud diferente a la de nuestros padres o a la de nuestros maestros". Ha publicado numerosas obras entre ensayos y novelas. Atesora una colecci¨®n de 38 doctorados honoris causa que recientemente ha vuelto a crecer en la Universidad de Sevilla. "Me aprecian m¨¢s en Francia, Alemania, Estados Unidos o Espa?a que en Italia".
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