No somos sordos
Hubo un tiempo en que a los toros de Pablo Romero les soltaban piropos al saltar al ruedo. "?Bonito!' '?Guapo!". Las nuevas generaciones de aficionados no lo vivimos. Los revisteros antiguos nos daban una idea de c¨®mo eran esos toros como pintados por Botero, de patas cortas, c¨¢rdenos, con su gargantilla sin llegar a ser papada, con un cuerpo cil¨ªndrico, redonditos. Si no fuera por la fiereza dar¨ªan ganas de llevarse uno de mascota a casa.
La consanguinidad, alg¨²n semental mal escogido, la mala alimentaci¨®n... ?Qui¨¦n sabe el motivo? Los pablorromeros entraron en quiebra, m¨¢s que econ¨®mica de cartel y casta. Se llamaron Partido de Resina, como la finca donde se cr¨ªan, y cambiaron de due?os. Mantuvieron el hierro y para la afici¨®n las marcas no importan. Los PR, son los pablorromeros, esos carism¨¢ticos toros de la marisma.
CALVO / CRUZ / ORTEGA
Toros de Partido de Resina (antes Pablo Romero), de buena presentaci¨®n y encastados. Segundo y sexto fueron ovacionados en el arrastre. Primero y quinto, aplaudidos.
Jos¨¦ Calvo: Pinchazo y estocada trasera, silencio; pinchazo, estocada y descabello, saludos tras aviso.
Fernando Cruz: Ocho pinchazos, estocada y descabello, silencio tras aviso; pinchazo y estocada delantera, silencio tras dos avisos.
?lvaro Ortega: que confirmaba la alternativa: pinchazo y estocada trasera, silencio; dos pinchazos y estocada tendida, silencio tras aviso.
Plaza de Las Ventas. Al finalizar el pase¨ªllo se guard¨® un minuto de silencio en memoria del matador fallecido Jaime Marco El Choni. Un cuarto del aforo cubierto.
Los toros eran bien hechos, rematados y aguantaron la lidia
Joyerito, lidiado en 1999, fue la inyecci¨®n de moral para un grupo de inversores tan locos como para enamorarse de este encaste peculiar y dejarse los cuartos en un rescate que ten¨ªa mucho de defensa de la biodiversidad taurina. Quisieron demostrar que no todo era Domecq y Domecq. Comandados por un veterinario apasionado, Jos¨¦ Luis Algora, cambiaron manejo, alimentaci¨®n y reatas. Parec¨ªa que llegaban los frutos, pero salieron del circuito comercial.
La corrida de ayer corrobora su buen trabajo. Toros bien hechos, rematados, que aguantaron la lidia. Con comportamientos diferentes y alguno, como el primero, noble hasta decir basta, fue masacrado en varas. Pobrecitos los picadores, anduvieron dando tumbos toda la tarde. Tomaron, para variar, la venganza por su cuenta.
El problema surge cuando se coloca, en una extra?a interpretaci¨®n de la palabra "oportunidad", a tres diestros que torean muy poco con astados que piden la documentaci¨®n al primer descuido. ?C¨®mo iba a lucirse en su confirmaci¨®n un casi desconocido ?lvaro Ortega? Bastante tuvo con salir indemne. Fernando Cruz y Jos¨¦ Calvo apenas se visten de luces. Se ven anunciados en corridas que piden lidiadores de poderosa muleta. Si se niegan a torearlo, mal. Si lo aceptan el trato, pierden cr¨¦dito con la afici¨®n.
Se salva de la quema en el sexto Jos¨¦ Calvo, m¨¢s por su voluntad y valor que por la capacidad para entender el tipo de faena que necesitaba el toro. Ponerse encima del toro le sirve a Castella en la feria, con los del clavel, pero los d¨ªas normales en Madrid eso no cuela.
Para la pr¨®xima ocasi¨®n en que venga a cuento, tomen nota, matadores, los pablorromeros embisten por derecho, s¨ª, pero si se les pone la muleta delante y est¨¢n cruzados. No a gritos. Ya est¨¢ bien de tanto "?je, toro, je!", "yu-yu" y "eeeeehhh" concatenados. Han podido perder, degenerando, algunas de sus cualidades, pero ?no son sordos!
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