?Honor!
Dice el refr¨¢n que d¨ªas de mucho, v¨ªsperas de nada. Y hoy, v¨ªsperas del megapartido, del encuentro de los encuentros, de la ¨²ltima batalla antes de la gran final, me quiero yo escapar del gran foco para mirar algo que muchos considerar¨¢n menor, algo que alg¨²n seguidor cul¨¦ amigo m¨ªo creer¨¢ que es una deserci¨®n en toda regla, pero ya saben que uno est¨¢ para llevar a veces la contraria, que es lo que ha hecho toda su vida jugando con las manos a un juego que se distingue por ser ejecutado con los pies. Vaya por delante que ma?ana recurrir¨¦ a todos los amuletos, a todas las referencias positivas; que intentar¨¦ que alguien encienda una vela hasta en la capilla de san S¨¢tiro, all¨¢ en Mil¨¢n (uno siempre encuentra alg¨²n alma milanista que, siempre de buena fe, desea que, antes que los del Inter,sean los cul¨¦s los que se presenten en la final de Madrid), para invocar a todos los que puedan traer buenaventura al estadio del Bar?a, aunque siempre he cre¨ªdo que estas cuestiones se dirimen en el verde, all¨ª donde no hay trampa ni cart¨®n, donde la pelota y sus caprichos convierten a unos en h¨¦roes luminosos y a otros en sombras llenas de oscuras historias (siempre me han atra¨ªdo m¨¢s los temas derivados de estos ¨²ltimos, de los derrotados elegantes, de los Cortos Malteses que saben que la victoria est¨¢ en la supervivencia y que el jueves volver¨¢ a amanecer sea cual sea el resultado obtenido).
Nunca es pronto para recordar el valor de Ra¨²l, un jugador que ha marcado ¨¦poca
Bueno, entre tanta llamada al hero¨ªsmo, en un ambiente que espera la aparici¨®n de Messi y su fulgor futbol¨ªstico, otra vez, una m¨¢s, ante su d¨ªa grande futbol¨ªstico, yo me quedo con el gesto de Ra¨²l, all¨ª en Zaragoza, donde comenz¨® su carrera en Primera, donde este s¨¢bado marcaba un gol que adelantaba al Madrid; un gol que, por el gesto de quedarse con la pelota y la desgraciada lesi¨®n que parece que le tendr¨¢ fuera de los campos hasta el final de la temporada, se dir¨ªa que comienza a escribir las letras iniciales del cierre de una carrera a la que cualquier adjetivo elogioso se le queda corto. ?Hermosa, luminosa, maravillosa, perfecta, dif¨ªcil, completa, compleja? Me quedo con todos. ?Que habr¨¢ quien me diga que ya le estoy firmando el epitafio? Es posible, pero he visto tantas veces en nuestro f¨²tbol que por esperar al mejor momento se va pasando y que, como nunca es el adecuado, acabamos por no encontrar nunca el d¨ªa ni la hora justa que prefiero equivocarme por exceso y no por defecto. ?Nos encontramos ante los ¨²ltimos minutos que un MITO de nuestro f¨²tbol ha jugado en nuestros campos? Pues todos los gestos parecen decir que hemos visto el ¨²ltimo gol en competici¨®n de Ra¨²l. ?Que me equivoco y el 7 madridista sigue en nuestro f¨²tbol d¨¢ndonos lecciones de competitividad, de compromiso con sus colores? Nunca es pronto para recordar el valor de un jugador que ha marcado ¨¦poca, que ha vacunado a todos los equipos con los que se ha enfrentado, que ha sido capaz de superar momentos comprometidos para construir una de las carreras m¨¢s brillantes de las que se han dado en la historia de nuestro f¨²tbol. ?Que Ra¨²l cree, al leer estas letras, que le estoy jubilando antes de tiempo? Me consuela pensar que es capaz de convertir esa energ¨ªa en el combustible que le mantenga un par de a?os m¨¢s en la gran competici¨®n. ?Qu¨¦ digo un par de a?os! Este es de esos que son capaces de recuperarse antes de lo previsto para jugar un par de partidos antes de decir adi¨®s. En fin y en todo caso, no hay mal que por bien no venga. Parafraseando a M¨¢ximo D¨¦cimo Meridio, en Gladiator, s¨®lo me queda gritar, alto y fuerte, con mis otros legionarios futbol¨ªsticos: ?Honor, Ra¨²l; honor!
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