"Los que leen poes¨ªa la necesitan como drogadictos"
Francisco Brines (Valencia, 1932) se convirti¨® ayer en el XIX Premio Reina Sof¨ªa de Poes¨ªa, el m¨¢s prestigioso entre los poetas iberoamericanos. El escritor se hab¨ªa dejado el m¨®vil -acribillado por llamadas desde primera hora de la tarde- en Madrid y esperaba sentado, inalterable, con la misma calma reflexiva de sus versos, en la habitaci¨®n de un hotel de Segovia para ofrecer un recital. "Leer¨¦ poemas de todas las ¨¦pocas, algunos in¨¦ditos tambi¨¦n", explicaba poco antes de la lectura. "Y har¨¦ algunas observaciones, porque la poes¨ªa educa nuestra sensibilidad y nuestra tolerancia".
Enseguida queda claro que Brines es un pozo inagotable cuando se trata de hablar de su oficio, que es su vida. "La poes¨ªa nos ense?a que no buscamos lo que somos", explica un autor que ha centrado su obra en el sentimiento de p¨¦rdida. "Pero no como algo negativo", advierte, "sino como una fuente de conocimiento y de amor".
"Cuando estamos plet¨®ricos, no creamos; escribimos cuando no vivimos"
"Compongo poemas en el coche. Son muy cortos, porque es peligroso"
"La muerte siempre ha estado en mi obra, por mi amor a la vida"
"El poeta joven est¨¢ c¨®modo con el poeta viejo y viceversa"
"El lector de poes¨ªa no se busca a s¨ª mismo sino que busca la verdad del otro", contin¨²a. "Y esa es la verdadera tolerancia: que un creyente lea un poema agn¨®stico y se emocione de la misma manera que un agn¨®stico lee a san Juan de la Cruz crea o no en la m¨ªstica. Gracias a la poes¨ªa, a su lectura intensa y verdadera, vivimos y sentimos vidas que de otra manera no podr¨ªamos vivir. Gracias a la poes¨ªa, siendo adolescentes podemos entender la vejez e incluso podemos volver a sentir el amor cuando ya no estamos enamorados. Es su milagro". Y su misterio, cabr¨ªa a?adir. Un misterio que para Brines dif¨ªcilmente alcanza la novela, "que siempre tiene otras lecturas, lineales o invisibles". "Lo misterioso de la poes¨ªa es que t¨² la escribes pero t¨² no la eliges. Se apodera de ti. No sabes lo que vas a decir, sin embargo, sin saber lo que vas a decir pones o tachas. Es algo muy extra?o, pero ocurre as¨ª".
El escritor asegura que desde su primer libro (Las brasas, premio Adonais en 1959) no ha dejado de escribir sobre lo mismo, porque el hombre, para ¨¦l, es tiempo. Una coherencia que sit¨²a su obra, enmarcada en la generaci¨®n de los 50, en un plano elegiaco que no siempre resulta id¨®neo para vencer el desaf¨ªo de escribir. En 1987 escribi¨® en otro de sus libros fundamentales, El oto?o de las rosas: "Vives ya en la estaci¨®n del tiempo rezagado: / lo has llamado el oto?o de las rosas. / Asp¨ªralas y enci¨¦ndete. Y escucha, / cuando el cielo se apague, el silencio del mundo".
Francisco Brines vive en un pueblo de Valencia. All¨ª escribe, solo. "Aunque tambi¨¦n, y aunque parezca extra?o y absurdo, escribo poemas en el coche. Poemas muy cortos, porque es peligroso".
"Cuando estamos plet¨®ricos no escribimos", a?ade. "Escribimos cuando no vivimos. No queda otra, es una necesidad. No soy un poeta muy estimulado, desgraciadamente soy taca?o y s¨®lo escribo cuando no hay m¨¢s remedio. Pero cuando lo hago me siento muy pleno, muy realizado. Y adem¨¢s me sorprendo, porque me ayuda a encontrarme, soy yo, sin ninguna necesidad de dibujar un autorretrato".
"Siempre escribo sobre las mismas cosas pero no es lo mismo la nostalgia de un ni?o que la de un viejo. Desafortunadamente ya tengo poco del ni?o que fui, pero lo importante es la vida y s¨®lo somos conscientes de ese don cuando nos lo quitan. Por eso la muerte siempre ha estado en mi obra, por mi amor a la vida". El escritor recuerda entonces el libro que recoge todos sus poemarios, Ensayo de una despedida, y justifica el t¨ªtulo: "Me despido de una vida que no hemos realizado, ?no es esa la grandeza del hombre y la del amor? ?No nos hace afortunados el dolor de la p¨¦rdida?".
Entre los premios m¨¢s importantes que ha recibido hasta ahora est¨¢n el de las Letras Valencianas, el Nacional de Poes¨ªa y el Premio Nacional de las Letras Espa?olas. La poes¨ªa ocupa sus viajes (la semana pasada en el Museo de Oteiza en Pamplona, ayer en las jornadas de poes¨ªa de Caja Segovia y la pr¨®xima, en Oviedo) y sus amistades. "Los poetas solemos ser amigos, sin importarnos la diferencia de edad. El poeta joven est¨¢ c¨®modo con el poeta viejo, y al rev¨¦s. Por eso vivimos de cerca los cambios generacionales y por eso conocemos qu¨¦ ocurre en la poes¨ªa. En Espa?a, adem¨¢s, siempre aparecen voces nuevas y uno se encuentra revistas de poes¨ªa en los lugares m¨¢s ins¨®litos. Y eso que la poes¨ªa tiene poca conversaci¨®n. En ninguna sobremesa se habla de poes¨ªa, s¨®lo de chismes de poes¨ªa. La poes¨ªa nos alimenta por dentro, en silencio, porque los que leen poes¨ªa la necesitan como unos drogadictos. Y por eso son lectores tan agradecidos, tan reales. Y eso es algo que nos une a todos los que la leemos".
Miembro de la generaci¨®n del 50, Brines empez¨® su andadura junto a Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, Jos¨¦ ?ngel Valente, ?ngel Gonz¨¢lez o Claudio Rodr¨ªguez. "Muchos de ellos viven aunque no le hemos vuelto a ver. Todos estamos en el mismo camino, con los presentes y con los ausentes".
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