Le pones una u, y el Metro ya es el muerto
Una imagen no vale m¨¢s que mil palabras, pero puede multiplicarlas y hacer que valgan dos mil. Eso es lo que ocurre, por lo general, en los dibujos de El Roto que publica EL PA?S a diario. En el de ayer, se ve¨ªa a Unamuno bajo la lluvia afirmando que de lo que sufre parte de este pa¨ªs es de histerioesclerosis, y uno tiene la sensaci¨®n de que con esa sentencia el filosofoilustrador lo resume todo. Quietos ah¨ª, acad¨¦micos y dem¨¢s ortodoxos, ?qui¨¦n ha dicho que no se puede alemanizar el idioma y clavar dos sustantivos? Escribir es jugar y dos palos dejan de serlo cuando atas uno a otro y empiezan a ser una espada. Y si quieren m¨¢s, acu¨¦rdense del poeta peruanoafrancesado C¨¦sar Moro, para quien no hab¨ªa equilibrio m¨¢s bello que el de dos trenes que chocan. M¨¢s claro, agua.
Uno tiembla con la idea de que lo que graban las c¨¢maras sea un resumen de nuestro pa¨ªs
La histerioesclerosis afecta a algunos magistrados que te hacen recordar d¨ªa s¨ª y d¨ªa no aquella frase de Bertolt Brecht: "La mayor parte de los jueces son incorruptibles: nadie puede inducirlos a hacer justicia". Afecta a algunos pol¨ªticos que al mirar una estatua de un dictador s¨®lo ven una escultura. Y afecta a gente como el supuesto antifascista que entr¨® en un vag¨®n del Metro, dej¨® su mochila en el suelo y le dio una paliza siniestra a un ultraderechista, a un nazi, seg¨²n dec¨ªa el agresor y confirma la polic¨ªa, tal vez seguro de que con eso defend¨ªa a la izquierda. Qu¨¦ va, hombre, eso no se parece m¨¢s que a la ideolog¨ªa de los pu?os y las pistolas, de la que hablaba Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, y lo ¨²nico que demuestra es que se puede ser falangista con una camisa azul y con una bandera roja. Pero lo peor es que uno se echa a temblar si se le pasa por la cabeza la idea de que quiz¨¢ lo que graban las c¨¢maras del Metro sea un resumen de nuestro pa¨ªs, porque lo que se ve en esas im¨¢genes es a unos vigilantes que en lugar de defender a los viajeros, los apalean, los derriban, los insultan, les azuzan perros o, como ocurri¨® hace no mucho, los dejan morir en un banco, como hicieron con aquel muchacho enfermo al que no prestaron ayuda al pensar que se trataba de un drogadicto, como si eso, por otra parte, lo convirtiera en una alima?a. Lo que se ve en esas im¨¢genes es a un joven que asesina a otro de una pu?alada porque era punki; o a otro que patea bestialmente a una inmigrante por gusto, porque llevaba un par de copas de m¨¢s... Y el caso es que todos esos energ¨²menos con y sin uniforme afirman tener una coartada, defender algo, actuar en nombre de una moral o una tendencia pol¨ªtica... ?C¨®mo llamar¨ªa a eso El Roto? ?Estupideas? ?Hipocrideolog¨ªas? Qui¨¦n sabe, pero est¨¢ claro que a la hora de definir ciertas cosas, una sola palabra no sirve, hay que apuntalarla con otra, como cuando Pablo Neruda invent¨® los nixonicidios o Rafael Alberti llamaba a Franco el funeral¨ªsimo o se refer¨ªa a los dictadores latinoamericanos que s¨ª puede perseguir Garz¨®n como pinosanguinochetburund¨¢, y cosas por el estilo.
"O sea", me dice Juan Urbano, "que el Metro, con eme may¨²scula, es el sistema de medida de la bestialidad. Ya lo ves, le a?ades a Metro una u, y ya est¨¢s en muerto". Espero que no tenga raz¨®n, y que lo que se ve que ocurre all¨ª abajo no sea una plantilla de lo que es esta ciudad, porque en ese caso estamos rodeados de matones que, eso s¨ª, nos atacan porque est¨¢n defendiendo algo. Ojal¨¢ les cobren muy caro cada golpe. Por si acaso, vamos a ir sum¨¢ndole palabras al diccionario de la violencia impune: magistarado, leympunidad, reburrovolucionario y todas las que se les ocurran. Se admiten sugerencias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.