Brown teme por sus feudos
El Partido Laborista intenta retener sus esca?os del norte de Inglaterra, claves para la estrategia de los 'tories'
"Yes, we Khan". Con este poco imaginativo eslogan se presenta la candidata laborista Maryam Khan, de origen paquistan¨ª, al esca?o de Bury, una peque?a ciudad situada a media hora de tranv¨ªa al norte de Manchester. Su oferta pol¨ªtica se basa en la cercan¨ªa: naci¨® en Manchester hace 27 a?os, estudi¨® aqu¨ª, se hizo abogada, fue concejal y le preocupan los problemas de la gente porque ella es la gente.
Sin embargo, puede que todo eso no baste. Los conservadores se han fijado en Bury, en el siempre dif¨ªcil condado de Lancashire, como uno del pu?ado de esca?os clave para lograr una mayor¨ªa suficiente en el Parlamento de Westminster, ya que la diferencia entre laboristas y tories es de menos de 3.000 votos.
El candidato conservador David Nutall, de 48 a?os, propone, por su parte, "sentido com¨²n", lo que para ¨¦l significa "control de la inmigraci¨®n" y "mejor trato fiscal a los matrimonios".
"Hay un mont¨®n de gente que puede cambiar de voto", dice Sue McAnully, que trabaja en el Mosses Center, que ayuda los refugiados y los indigentes. Bury cuenta con unos 180.000 habitantes, de los cuales casi la mitad van a trabajar todos los d¨ªas a Manchester. McAnully la describe con humor como "la t¨ªpica ciudad del norte de Inglaterra, muy tranquila? y en la que llueve, llueve y llueve".
Va a votar laborista, como siempre. Le cae bien Gordon Brown pese a sus meteduras de pata. "Es inteligente y dice la verdad, aunque tiene un car¨¢cter que ser¨ªa mejor que pusiera en su puesto a su mujer, Sarah, que es m¨¢s tranquila", dice ri¨¦ndose. "Los otros dos, Cameron y Clegg son pijos y blandos, pero parece que eso es lo que quiere la gente", afirma un tanto cansada y derrotada, quiz¨¢ como su propio partido.
En cinco minutos, en la plaza del Mercado de la localidad, va a empezar un mitin al aire libre organizado por el diario The Independent. Khan, que en unas horas recibir¨¢ al secretario de Transportes, ha cedido su lugar a Yasmin Qureshi, candidata laborista por un distrito de Bolton, la ciudad vecina. Los conservadores no env¨ªan ni a un suplente. S¨ª se espera al candidato liberal y al representante del Partido Pirata, los ¨¢cratas del copyright.
Qureshi niega que los laboristas lleguen exhaustos a estas elecciones, pero admite que la gente ha dejado de escucharles. "Dan por sentadas todas las cosas buenas que hemos hecho estos a?os". Esta mujer madura, nacida en Pakist¨¢n, no quiere ni o¨ªr hablar de la "Gran Breta?a rota", una de las cantinelas de los tories hasta que irrumpi¨® en la campa?a el hurac¨¢n de Nick Clegg, el l¨ªder liberal. "Los conservadores llevan diciendo eso desde 1997, cuando quien de verdad rompi¨® Reino Unido fue Margaret Thatcher".
Una veintena de personas se han acercado a o¨ªr y a preguntar a los pol¨ªticos, que esperan a ser presentados subidos a unos cajones. El liberal y el pirata son jovenc¨ªsimos y tienen el aspecto de que su peor experiencia hasta ahora haya sido la muerte de sus mascotas. La mayor¨ªa de las preguntas van sobre el paro juvenil, una de las preocupaciones de los vecinos de Bury. Pero el ejercicio de democracia se est¨¢ volviendo desapacible. El cielo se ha puesto negro y empieza a llover fuerte.
Kevin Peel, el director de campa?a de Khan, est¨¢ nervioso. El secretario de Transportes est¨¢ a punto de llegar. Responde a toda velocidad: "Los conservadores hacen campa?a nacional, no local"; "no creo que las meteduras de pata de Brown influyan en el voto"; "espero que la gente no nos abandone y ganemos"; "no hay viejo y nuevo laborismo, somos el partido de siempre, el de las pensiones, de la sanidad, de las ayudas a la gente?". Pero est¨¢ a la defensiva y su voz carece de optimismo.
Por fin llega el secretario de Transportes. Su primera visita, c¨®mo no, es al Museo del Transporte, donde se guardan joyas como una furgoneta roja del Royal Mail de 1956, un precioso coche de bomberos de 1962 o los espl¨¦ndidos y legendarios autobuses de dos pisos Leyland.
El ministro se sube a cada veh¨ªculo y se fotograf¨ªa al volante. Sus dos asesores, la candidata laborista y su director de campa?a le r¨ªen las gracias, pero en el aire de esta tarde cada vez m¨¢s oscura flota la nostalgia de un mundo definitivamente ido.
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