Filosof¨ªa para faquires
Algunos pensadores, se dice, se han puesto de moda internacional en las ¨²ltimas temporadas. Marcas como Bauman, Sloterdijk, Agamben, Badiou o Zizek. Sobre este ¨²ltimo, del que mi ordenador siquiera dispone de la tilde circunfleja y al rev¨¦s con que se coronan sus dos zetas, hay mucho y significativo que decir. Siento no poder mostrar aqu¨ª la atracci¨®n de su graf¨ªa que, como en los casos de Schopenhauer o Maracaibo, por ejemplo, habr¨ªan bastado para entregarse a sus brazos.
El t¨ªtulo de Zizek es todav¨ªa m¨¢s puro. Lo m¨¢s puro y convincente en una nominaci¨®n contempor¨¢nea que remacha su estilo al mundo en zinc de Milenium y lo remata a la manera de Avatar. Discurriendo sobre las zetas met¨¢licas, formas de pechos c¨®nicos y estriados que ni dan leche ni sirven para nada mejor que su esterilidad. Atav¨ªos de una muerte nueva e inoxidable firmados por Alexander McQueen.
Si el arte actual no se entiende, ?por qu¨¦ habr¨ªa de comprenderse la escritura?
A cualquier intelectual perfumado y deportivo, cenando en un Four Season, le corresponder¨ªa, al desdoblar la servilleta o apurar el primer sorbo de vino blanco, citar a Zizek, mucho antes que Prada y vulgaridades por el estilo.
Todos aquellos intelectuales de moda que componen la estricta n¨®mina de la actualidad poseen su punto de encanto pero, en la pronunciaci¨®n de su riqueza interior, Zizek le gana a todos. Las tildes, que aqu¨ª no se ven, coronando como dos finas flechas suprematistas el par de zetas, son efectos de un dise?o tan genuinamente m¨ªnimal que ni una ni otra de estas "z" necesitar¨¢ valerse de una "c" o una "k" adicional para resaltar su accidente.
En su neta expresi¨®n gr¨¢fica, Zizek es el producto nominal perfecto, el Godot de nuestros d¨ªas y su mortalidad abstracta. Joyce o Kafka o Mann gozaron de un estatuto similar pero ya pasado. Borges, por su parte, era un decir demasiado gordo y Flaubert bigotudo. En cuanto a Faulkner, le ocurre como a Mark Twain o Heming-way, Nabokow o Kant. No son tan s¨®lo de otros portes sino cuerpos demasiado universales, arrinconados por la paradoja de su transparencia internacional quedaba da?ada porque su dicci¨®n incluyera una "k" o una "w".
Sin duda, peor es la "efe" que evoca la falta de aseo o gastados afrancesamientos que empiezan como "be" y terminan por "ier".
Zizec escoge a Lac¨¢n para balancearse sin cesar de lo ininteligible al water de dos cuerpos, desde el cl¨ªtoris rasurado a jard¨ªn ingl¨¦s con la "agalma", todo ello, en suma, diseminado a la manera de chistes entretejidos con alambres que hacen llegar de un lado a otro con una u otra idea herida sin ton ni son. No hay nada claro ante los selectos comensales intelectuales: s¨®lo estamos leyendo a Zizec. Y se van a enterar esta misma noche, en pleno restaurante L¨¢grimas Negras cuando se les dicte que de ninguna manera se pierdan El acoso de las fantas¨ªas (Siglo XXI), cuyo potencial terminar¨¢ en el primer plato, pero ?qui¨¦n puede ignorar que lo que se oye sin motivo llega m¨¢s abajo del plexo solar?
Ciertamente, Zizec se oye y no se olvida el ruido. Menos a¨²n cuando sobre un libro, realmente ininteligible, sigue luciendo a¨²n las mesas de las librer¨ªas. Reclamo de una aut¨¦ntica actualidad, ?cu¨¢l?, ?qu¨¦?, nacida acaso hoy Eslovenia, en vivo, donde el pensar del siglo XXI conoce la helada de y la influencia de la publicidad desde Madison Avenue.
Ciertamente, el aspecto sucio o abandonado de este fil¨®sofo no llamaba la atenci¨®n su Lubliana. Pero, ?c¨®mo no hablar hoy de un nuevo intelectual nacido de las nieves y hablando de la mierda occidental?
Los lectores hallar¨¢n suficientes citas dentro de El acoso de las fantas¨ªas para legitimarse como intelectuales y hallar¨¢n ilustrados decires para sofisticarse. Si el arte actual no se entiende, incluso por los media, ?por qu¨¦ tendr¨ªa que comprenderse la escritura?
Creemos que ese cuadro es un camelo. ?Por qu¨¦ no habr¨ªa de serlo adem¨¢s un libro preparado para halagar a la ¨¦lite? ?De hecho, la ¨¦poca de la edici¨®n disfruta hoy de grandes cruceros que flotan en los oc¨¦anos de los millones de ejemplares? Frente a ello el viaje minoritario. Frente a la lectura a granel, la lectura grano a grano.
Pero ni a¨²n as¨ª, como en las degustaciones de la nueva cocina el paladar sabe lo que ha ingerido y la digesti¨®n, en cuanto asimilaci¨®n, sigue siendo importante para la salud. Zizec, muy acerado, muy arbitrario, se nos atraganta. ?Un ejemplo? Dice: "Cuando el marco fantasm¨¢tico se desintegra, el sujeto sufre una 'p¨¦rdida de realidad' y comienza a percibir la realidad como un universo 'irreal' pesadillesco, sin una base ontol¨®gica firme; este universo pesadillesco no es 'una mera fantas¨ªa' sino, por el contrario, es lo que queda de la realidad cu¨¢ndo ¨¦sta pierde su apoyo en la fantas¨ªa". ?Entendido? Comillas, cursivas, pleonasmos, sin¨¦cdoques del autor. El Zizek, la cellisca. La cazalla o la cizalla de moda.
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