El heredero natural del thatcherismo
Simp¨¢tico, pragm¨¢tico y con don de gentes, sin una marcada impronta ideol¨®gica, David Cameron aporta con sus aires juveniles y distendidos la imagen modernizadora del viejo partido tory. A sus 43 a?os quiere personificar al l¨ªder conservador del siglo XXI, menos r¨ªgido en sus postulados sociales -derechos de los gays, aceptaci¨®n del aborto-, aunque siempre anclado en la defensa de una m¨ªnima intervenci¨®n del Gobierno. Sus detractores ven en ¨¦l la cara amable de los tories de siempre, pero muchos brit¨¢nicos pueden interpretar su moderaci¨®n como la conquista del espacio de centro.
Cameron daba por ganada la batalla hasta que el refrescante Nick Clegg irrumpi¨® en las pantallas televisivas, arrebat¨¢ndole desde un flanco progresista el estandarte del cambio. El segundo debate entre los grandes candidatos confirm¨® esa capacidad que le atribuyen sus asesores para mantenerse firme bajo presi¨®n: no gan¨®, pero recuper¨® enteros a base de trabajar un perfil m¨¢s natural ante las c¨¢maras y de mostrarse muy seguro de s¨ª mismo. Frente a la radicalidad que imputa al rival liberal-dem¨®crata, Cameron ofrece el rostro del conservadurismo humano. Del antiestatalista que garantiza el apoyo a la sanidad p¨²blica, a partir de la experiencia vivida con su hijo Ivan, aquejado de par¨¢lisis cerebral y epilepsia y fallecido el a?o pasado. Incluso del pol¨ªtico que apoy¨® "sin entusiasmo" la guerra de Irak. Sigue reteniendo un firme euroescepticismo, pero esa posici¨®n no es patrimonio ¨²nico de los tories.
Lo que quiz¨¢ menos convence del personaje es el intento de matizar sus or¨ªgenes privilegiados que le procuraron educaci¨®n en Eaton, el colegio privado de las ¨¦lites, y en la Universidad de Oxford, donde estudi¨® filosof¨ªa, pol¨ªticas y econ¨®micas. Sus conexiones propulsaron el aterrizaje en el departamento de investigaci¨®n del Partido Conservador, hasta convertirse en asesor de los ministerios de Econom¨ªa e Interior. Tante¨® el sector privado como ejecutivo del conglomerado medi¨¢tico Carlton Communications antes de obtener el acta de diputado (2001) y, cuatro a?os despu¨¦s, el liderazgo conservador.
El heredero natural del thatcherismo se mira en realidad en el espejo de Tony Blair: la seducci¨®n que convierte al partido en una maquinaria ganadora de elecciones. El origen heterog¨¦neo de sus colaboradores, el protagonismo que ejerce junto a su aristocr¨¢tica esposa Samantha en la "jet-set de Notting Hill" -ricos y guapos, pero tambi¨¦n m¨¢s cercanos al mundo real- irritan sobremanera a la vieja guardia de su partido. S¨®lo le perdonar¨¢n si logra descabalgar al laborismo.
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