El desaf¨ªo de la convivencia
La ciudad es el sitio donde muchos hemos ido para encontrar otra vida. En las ciudades indias la gente viaja en autobuses parecidos a los de Londres. All¨ª coinciden el gopi, la persona que lava los pies, y el prestamista. Provienen de estratos sociales distintos. En un pueblo jam¨¢s llegar¨ªan a hablar. Pero en el autob¨²s urbano se tienen que sentar uno al lado del otro. Eso es lo maravilloso de las ciudades. Gandhi intent¨® desesperadamente abolir el sistema de castas. Y el autob¨²s, sin ning¨²n objetivo pol¨ªtico, lo ha conseguido. Por eso las ciudades son lugares de esperanza". Habla Charles Correa. El arquitecto que dise?¨® Navi Mumbai, la nueva Bombay para dos millones de habitantes, asegura que lo peor del urbanismo actual es "que el poder pol¨ªtico utilice suelo urbano para financiarse". Esa lacra mundial est¨¢ cambiando las ciudades. Y el mundo.
La mitad de la riqueza universal se acumula en la actualidad en 25 ciudades solamente
"En el campo, uno, por pobre que sea, nunca se deshumaniza. Pero en la ciudad s¨ª"
Donde hay m¨¢s densidad, siempre hay m¨¢s probabilidades de dar un giro a la vida"
Vivimos en un mundo urbano. Con m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n del planeta asentada ya en ¨¢reas metropolitanas, nada parece poner freno al crecimiento de las ciudades. Para 2050 se espera que el 70% de la poblaci¨®n mundial sea urbana y que s¨®lo el 14% de los habitantes de los pa¨ªses desarrollados viva en el campo. Lo ha contado Anna Tibaijuka, directora del Programa de Asentamientos Urbanos (Habitat) de Naciones Unidas, en la presentaci¨®n del ¨²ltimo informe sobre el Estado de las ciudades del mundo, en marzo en R¨ªo de Janeiro. El estudio describe un panorama preocupante: las ciudades se han convertido en paisajes contradictorios en los que la tradicional tierra de oportunidades convive con el terreno abonado para las desigualdades.
"En las ciudades hay desigualdad porque el sistema global que las rige vive y se alimenta de la desigualdad", sostiene el antrop¨®logo Manuel Delgado. El autor de La ciudad mentirosa. Fraude y miseria del 'modelo Barcelona' considera que, en la urbe capitalista, la desigualdad no es un accidente, sino "el elemento consustancial que permite hacer de ella un factor de enriquecimiento de una minor¨ªa a costa del trabajo y de la miseria de una inmensa mayor¨ªa". Y asegura que lo que explicaba Engels cuando reflexionaba sobre el Londres de mediados del siglo XIX no ha cambiado demasiado. "M¨¢s bien, se ha agudizado". As¨ª, las desigualdades persisten y aumentan. Pero las ciudades no dejan de crecer.
Tras la primera d¨¦cada del siglo XXI, las grandes urbes de los ¨²ltimos a?os se perfilan ya como las futuras megarregiones de la pr¨®xima d¨¦cada. Y los 135 kil¨®metros comprendidos entre Hong Kong y Guangzhou, en China, como la regi¨®n metropolitana m¨¢s poblada del mundo con 120 millones de habitantes. El doble de los que se calcula que pueblen en 2015 el eje Nagoya-Osaka-Kyoto-Kobe en Jap¨®n y el triple de los habitantes de la regi¨®n que se extiende entre R¨ªo de Janeiro y S?o Paulo hoy.
Estas ciudades sin l¨ªmite son ya un hecho, un problema real. Y aunque la mayor¨ªa de los urbanistas consideran m¨¢s sostenibles los modelos de metr¨®polis que concentran a la poblaci¨®n y permiten ahorrar en transporte, el hecho de que el 18% de los habitantes de la Tierra viva en una diminuta fracci¨®n del planeta -la que ocupan las 40 megarregiones del mundo- es dif¨ªcilmente sostenible social y econ¨®micamente.
La mitad de la riqueza universal se acumula hoy en 25 ciudades. Hasta la riqueza del campo parece haber dejado de brotar de la tierra y proviene ahora de los env¨ªos urbanos que llegan desde?esas meg¨¢polis. En ese marco, cuando el 66% de la actividad econ¨®mica del mundo y el 85% del desarrollo tecnol¨®gico y cient¨ªfico se ubican tambi¨¦n en las nuevas megarregiones, ?tiene remedio la expansi¨®n urbana sin l¨ªmites?
"La ciudad es un atajo eficiente para adquirir la equidad", asegura el arquitecto chileno Alejandro Aravena. "En los indicadores de cualquier ¨¢mbito, la ciudad lo ha venido haciendo mejor que el campo desde siempre. Por tanto, cuanta m¨¢s gente se mueva hacia la ciudad, mejor. El problema es que acabamos de cruzar un umbral en el que este proceso se magnifica y no hay conocimiento suficiente para contestar a la pregunta de c¨®mo hacer ciudades a la velocidad y a la escala que se necesita". Delgado lo ve de otra manera. Cree que las?ciudades son casi?siempre?demogr¨¢ficamente insuficientes: "Eso implica que son, por definici¨®n, heterogen¨¦ticas, es decir, se nutren de poblaciones que llegan hasta ellas para garantizar su simple supervivencia. Por supuesto que llegan a ella poblaciones empobrecidas, pero no es s¨®lo porque ¨¦stas necesiten desplazarse para sobrevivir, sino porque las propias ciudades, y el mercado de trabajo formal o informal que suponen, las atraen".
Tambi¨¦n el urbanista Miguel Ruano, autor del libro Ecourbanismo, considera que el crecimiento es inevitable. E imparable. "Ser¨¢ dif¨ªcil dar con un modelo que sea tan atractivo como el que, a pesar de todo, ofrece la gran ciudad. Desde su aparici¨®n han sido atractivas. Lo que sucede ahora es que el proceso mundial de urbanizaci¨®n de la poblaci¨®n se acelera y los atractivos de los modelos alternativos, como la vida rural, no logran alterar esa tendencia. Los modelos productivos en agricultura, industria y servicios favorecen la acumulaci¨®n de poblaci¨®n (y de capital) en grandes centros urbanos", explica. Pero el director del Observatorio de la Urbanizaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, Francesc Mu?oz, disiente: "Es verdad que existe una tendencia mec¨¢nica de la ciudad al crecimiento, pero ese crecimiento se puede modelar para conseguir ciudades mejores. Que el 70% de la poblaci¨®n sea urbana no implica que todos vivan en ciudades (con plazas, oficinas y mercados). Viviremos en entornos urbanos: territorios urbanizados que no son ciudad en toda su extensi¨®n". Y es ah¨ª donde Mu?oz ve el gran reto de la d¨¦cada: transformar en ciudad real "todos esos fragmentos del planeta ya urbanizados, pero no urbanos". ?C¨®mo urbanizar lo construido?
El antrop¨®logo franc¨¦s Marc Aug¨¦, que acu?ara el t¨¦rmino "no lugar" para describir los nuevos espacios p¨²blicos urbanos (centros comerciales, aparcamientos), lo pregunta de otra manera: "?C¨®mo conciliar la pertenencia a las redes globales y la vida local?". Y asegura que la soluci¨®n s¨®lo puede ser pol¨ªtica. "Europa podr¨ªa encontrar dentro de s¨ª la oportunidad de crear modelos ejemplares. ?C¨®mo? Haciendo uso del sentido m¨¢s noble del t¨¦rmino pol¨ªtica". Es decir, la ciencia, o el arte, que ambiciona gobernar un pa¨ªs, y no la mera lucha por acceder, o permanecer, en el poder. Aug¨¦ no habla del partidismo al que estamos habituados. Y del que estamos hastiados. Su idea, ?ideal?, es mejorar las polis con pol¨ªticos con el nivel y la ambici¨®n para lograrlo.
El problema de la ciudad sin l¨ªmite arranca de la b¨²squeda del bienestar que lleva a intentar conseguir alquileres m¨¢s baratos y m¨¢s espacio por menos precio o a asociar lejan¨ªa del centro urbano con menor contaminaci¨®n, sin que quienes eligen trabajar en la ciudad y vivir en las afueras reparen en c¨®mo ellos mismos contribuyen a la poluci¨®n con sus desplazamientos diarios. "La idea del lujo urbano fuera de la ciudad est¨¢ invadiendo el planeta y convirtiendo las urbes en ciudades sin fin", considera Eduardo L¨®pez-Moreno, coautor del nuevo informe de la ONU que sostiene que las ciudades sin l¨ªmites territoriales son un s¨ªntoma de que algo no funciona. "Requieren recursos energ¨¦ticos y transportes que las hacen insostenibles". Por eso ¨¦l recuerda que "las ciudades m¨¢s pr¨®speras no son las m¨¢s extensas ni las mayores, sino las que reducen las desigualdades entre su poblaci¨®n". ?C¨®mo lograr ciudades menos desiguales?
Francesc Mu?oz contesta sin dudarlo: "Lo que contribuye a eliminar la desigualdad es la capacidad de la ciudad para vincular la pol¨ªtica econ¨®mica y urban¨ªstica con las pol¨ªticas sociales". Todo lo contrario de lo que hacen los gobiernos que teme Charles Correa, los que utilizan el suelo urbano para financiarse. Es cierto que no se le puede pedir a la pol¨ªtica urban¨ªstica que resuelva problemas sociales, pero s¨ª deber¨ªan dise?arse pol¨ªticas sociales que aminoren los efectos de las pol¨ªticas urban¨ªsticas que expulsan a amplias poblaciones urbanas durante procesos de renovaci¨®n. Charles Correa, que ha trabajado en varios continentes, lleva toda su vida ocup¨¢ndose del problema de la vivienda. Y tiene claro que la pobreza no es un problema arquitect¨®nico. "Pero la manera en que los pobres viven en la ciudad, s¨ª. En el campo, uno, por pobre que sea, no se deshumaniza. En la ciudad, s¨ª", razona. Tal vez por eso no sorprenda que una de las primeras propuestas que hizo cuando, en1985, el primer ministro Rajiv Gandhi lo nombr¨® responsable de la Comisi¨®n Nacional de Urbanismo fuese construir bancos en los que los reci¨¦n llegados pudieran dormir temporalmente. Nunca los hicieron. "Hoy la invenci¨®n no est¨¢ de moda en arquitectura. Un arquitecto, como un ingeniero, debe inventar. Estamos viviendo el ¨¦xodo a la ciudad. Y la ciudad, que tiene grandes ventajas, no ofrece una pobreza digna. Hay que solucionar ese problema".
Las expansiones sin l¨ªmite de las ciudades generan barrios residenciales de baja densidad, desiertos durante el d¨ªa y sin apenas vida vecinal, que pueblan vastas regiones metropolitanas. En ese contexto, Mu?oz, autor de un t¨ªtulo elocuente, Urbanalizaci¨®n, que narra el deterioro de diversas ciudades, urge a repensar el papel del parque junto a esas casas con jard¨ªn. Fen¨®menos como las country villas de M¨¦xico o las gated comunities de Washington dibujan guetos en medio de un paisaje repetido, clonado e inseguro. "Ese encapsulamiento es, por definici¨®n, la negaci¨®n de la vida urbana y ciudadana", explica. Pero Delgado advierte del peligro de concentrar los esfuerzos en evitar los guetos: "El discurso de la 'lucha contra los guetos' se est¨¢ convirtiendo en uno de los argumentos centrales con vistas a justificar la renuncia a?pol¨ªticas de vivienda social en Europa?y, especialmente, en nuestro pa¨ªs".
El crecimiento de las ciudades aumenta los asentamientos ilegales. Hoy, m¨¢s de 1.000 millones de personas viven en suburbios con infraviviendas. ?Por qu¨¦ los gobiernos de las ciudades no son capaces de generar viviendas dignas??"Lo de las viviendas dignas para todos s¨®lo sucede cuando la sociedad decide que ese es un tema importante y la riqueza se reparte con m¨¢s equidad", explica Miguel Ruano, asentado en Londres desde hace 12 a?os, al tiempo que recuerda que Barcelona ten¨ªa chabolas hace tan s¨®lo unas pocas d¨¦cadas. Y Madrid hace menos. Aunque hoy queden ya muy pocas.
"Desde que, con el capitalismo, las viviendas pasaron a ser un bien no s¨®lo de uso, sino tambi¨¦n de cambio, el acceso de una mayor¨ªa de la poblaci¨®n a la vivienda pas¨® a ser un cap¨ªtulo m¨¢s de las pol¨ªticas sociales", explica Mu?oz. La capacidad de movilidad de la poblaci¨®n en el territorio y la pobreza galopante en una parte del mundo hacen que el flujo migratorio no cese, y eso se traduce en acuciantes necesidades de vivienda que los Estados no aciertan a resolver. Por eso, el chabolismo alcanza dimensiones espectaculares en las ciudades del llamado Tercer Mundo. "Pero no es del todo ajeno a las sociedades llamadas avanzadas", advierte Mu?oz. Adem¨¢s, "en las ciudades europeas -y, por supuesto, en las espa?olas- existe un aut¨¦ntico barraquismo invisible que sirve para acoger a una poblaci¨®n procedente de la inmigraci¨®n que no encuentra alojamiento y ha de acomodarse en todo tipo de infraviviendas que no se ven, pero que est¨¢n ah¨ª: pisos patera, pensiones clandestinas o camas calientes...", se?ala Manuel Delgado.
Si la ciudad industrial engendr¨® una cultura urbana inspirada en la f¨¢brica y el tr¨¢nsito, la ciudad posindustrial podr¨ªa haber creado una cultura derivada de la tecnolog¨ªa y la experiencia de la velocidad que ha cambiado la forma de las ciudades, pero no su esencia. ?C¨®mo son las urbes de la era global?
Si uno pudiera, como en Star Trek, ser tele-transportado instant¨¢neamente por muchas ciudades del mundo, a menudo no sabr¨ªa decir d¨®nde se encontrar¨ªa, ni siquiera en qu¨¦ pa¨ªs, excepto por el idioma en el que est¨¢n escritos los anuncios de las omnipresentes marcas globales: Coca-Cola, Ford, Nokia, McDonald's? Desde Bangkok hasta S?o Paulo, pasando por la periferia de Par¨ªs o los suburbios de Bombay, la homogeneizaci¨®n de la globalizaci¨®n urbana es un fen¨®meno evidente hasta para el observador menos atento. "Curiosamente, esa uniformizaci¨®n se produce tanto en el ¨¢mbito de las residencias de los ricos, influenciadas por el modelo suburbano estadounidense o por el penthouse neoyorquino, como en las chabolas de los pobres, construidas siempre con los materiales m¨¢s baratos y, por tanto, similares en todo el planeta", explica Ruano.
No se trata s¨®lo de que Herm¨¨s y Zara compartan las avenidas principales del mundo, parte del problema estriba en que la escala del turismo global y el consumo visual han redibujado las tradiciones de lugares y paisajes impulsando la aparici¨®n de ciudades ficticias. Venecia es un claro ejemplo.
A comienzos del siglo XX, varios barrios del mundo con canales y puentes recibieron ese nombre. Hay uno en Los ?ngeles, y Espa?a tiene otro al sur de Valencia. Tambi¨¦n recibi¨® el nombre de la ciudad italiana un casino de Las Vegas con un palacio ducal, g¨®ndolas y una r¨¦plica del puente de Rialto de cart¨®n piedra. La clonaci¨®n forma parte del nuevo espect¨¢culo del turismo con sed de circo y bibliograf¨ªa de libro Guiness de los r¨¦cords.
As¨ª, la naturaleza replicante funciona como atracci¨®n tur¨ªstica sin da?ar el original. Aunque, tal vez, difuminando su referencia. De la misma manera que hay zapatillas de marca e imitaciones, hoy existen ciudades de imitaci¨®n y un turismo curioso dispuesto a degustar los nuevos espect¨¢culos al grito de "hay que verlo". As¨ª, son muchas las ciudades que se preparan m¨¢s para recibir a los turistas que para facilitar la cotidianidad de sus ciudadanos.
Las personas cambiamos las ciudades. Pero las decisiones pol¨ªticas las hacen. Hace 10 a?os, Dubai era poco m¨¢s que un desierto. Hoy, la ciudad vive del negocio inmobiliario. ?Qu¨¦ cambiar¨¢ en las ciudades del mundo la pr¨®xima d¨¦cada? La mayor¨ªa de los urbanistas concentran las opciones de futuro entre rehacerse o expandirse. La transformaci¨®n urbana en el centro y la dispersi¨®n de actividades y residencias en la periferia dibujan la ciudad de ma?ana. "Elitizaci¨®n y suburbanizaci¨®n", resume Francesc Mu?oz. "Continuar¨¢n la intensidad del reclamo tur¨ªstico en los centros hist¨®ricos y el cambio cultural y racial en muchos barrios, consolidado a partir de las migraciones globales", augura. Mientras, en las ciudades crecientes, la dispersi¨®n de la urbanizaci¨®n continuar¨¢ la pr¨®xima d¨¦cada. Esta tendencia hacia un campo urbanizado convivir¨¢ con el ensayo de nuevos crecimientos m¨¢s sostenibles y mejor integrados con el transporte p¨²blico". En ese sentido, Mu?oz y Ruano consideran prometedoras experiencias como la de Curitiba, en Brasil, y ven preocupante que las metr¨®polis de Am¨¦rica del?Norte no consigan deslindarse del uso indiscriminado del autom¨®vil. "Cuando lo consiguen es para abrazar ejercicios de tematizaci¨®n tipo Celebration [la ciudad id¨ªlica levantada por Walt Disney en Florida]", se?ala Ruano.
A la ciudad que reinventa los atractivos de su centro hist¨®rico, o a la que expande ilimitadamente su periferia, Charles Correa opone un tercer modelo: la ciudad con varios centros. Algo parecido a recuperar la vida de barrio. "A pesar de que cualquier ciudad, como ocurre en Bombay, crece a gran velocidad, los n¨²cleos que m¨¢s est¨¢n creciendo son los peque?os. Si eso sigue sucediendo, si la gente sigue llegando a partes distintas de una misma ciudad descentralizada, o con varios centros, la ciudad funcionar¨¢ como una suma de ciudades. Bombay es una ciudad polic¨¦ntrica. Espa?a es m¨¢s polic¨¦ntrica que Francia, que est¨¢ dominada por Par¨ªs; como Londres domina Inglaterra, o Lagos, Nigeria. En India eso no sucede. El pa¨ªs tiene muchas grandes ciudades, y las ciudades, varios centros. Eso permite pensar en un futuro. Las ciudades son mezclas reales de gente de diversos sitios".
?Hay soluciones para vivir mejor en las ciudades en las que, parece que inevitablemente, nos tocar¨¢ vivir? En una ¨¦poca de vacas flacas, los zurcidos y los remiendos urbanos est¨¢n empezando a ser mejor vistos que los grandes proyectos de las d¨¦cadas pasadas. Pero, a pesar de acumular una larga historia de logros peque?os, siguen pareciendo algo m¨¢s idealista que real. Percibidas como remedios temporales m¨¢s que como soluciones urbanas, algunas acciones individuales est¨¢n produciendo cambios colectivos. En algunos casos, a la iniciativa de los ciudadanos se junta la visi¨®n de los pol¨ªticos. El alcalde de S?o Paulo, Gilberto Kassab, estableci¨® en 2006 la "ley para una ciudad limpia", prohibiendo todo tipo de publicidad en espacios p¨²blicos. Desaparecieron m¨¢s de 15.000 carteles de autobuses y escaparates. Hubo debate sobre si la publicidad era cultura, pero se redescubrieron zonas de la ciudad literalmente tapiadas por los anuncios. Esa haza?a la recuerda hoy la muestra Ciudades habitables, ciudades de futuro, instalada permanentemente en La?Casa Encendida de Madrid. La exposici¨®n explica que se pueden construir espacios urbanos incluso cuando la planificaci¨®n y el Gobierno est¨¢n ausentes. Y demuestra c¨®mo, al margen de la realidad oficial de las ciudades, existe una realidad informal y auto-organizada que puede mejorar la vida de la gente y que podr¨ªa ayudar a dibujar otras ciudades. Recuerda, por ejemplo, c¨®mo en el a?o 2000 en Tirana, la capital de Albania, se puso en marcha un programa de regeneraci¨®n urbana pintando con colores brillantes los deteriorados bloques de viviendas. El alcalde Edi Rama hab¨ªa sido antes escultor, jugador de baloncesto y ministro de Cultura. Y decidi¨® impulsar un programa de regeneraci¨®n barato con un ej¨¦rcito de pintores voluntarios dispuestos a colorear la ciudad degradada. Tras varias d¨¦cadas de estalinismo y mao¨ªsmo, Tirana pas¨® de ser un lugar degradado a adquirir una fisonom¨ªa pop. En 2004 Rama se hizo con el t¨ªtulo de mejor alcalde del mundo. Y en 2005, la revista Time lo nombr¨® h¨¦roe del a?o. "El color no resolver¨¢ los problemas de la ciudad, pero puede motivar a los ciudadanos", se?ala el socialista Rama, de 45 a?os y todav¨ªa alcalde de la ciudad.
En Espa?a, como en el resto de Europa, aumentan los casos de activismo y participaci¨®n ciudadana, que Ana M¨¦ndez de Andr¨¦s ha recogido en el volumen Urbanacci¨®n. Pero la participaci¨®n ciudadana tiene muchas caras. En las ¨²ltimas semanas, el ¨²nico activismo que le ha quedado a la antigua regidora del Distrito Ciutat Vella (centro hist¨®rico) de Barcelona ha sido el de dimitir. A pesar de patearse a diario la ciudad, a pesar de acercarse a conocer los problemas desde los dos lados: el de las prostitutas y el de la gente del barrio, el de los comerciantes que se abrazan al turismo y el de los vecinos que no pueden vivir por la invasi¨®n de los turistas, la socialista Itziar Gonz¨¢lez no pudo con la falta de apoyo de su partido. Curtida en negociaciones ciudadanas que desembozaron transformaciones de barrios barceloneses -como la plaza de Lesseps-, la arquitecta no ha podido regenerar el barrio donde tiene su propia casa. No es f¨¢cil hacer democracia en una ciudad. La falta de diversidad simplifica la ciudad. Pero tambi¨¦n la empobrece. Hoy, en Barcelona, tras proyectos que lograron recuperar la ciudad para los ciudadanos, el redescubrimiento del mar y la reconversi¨®n de los edificios industriales, muchos barceloneses han asistido, at¨®nitos, a la conversi¨®n de la ciudad en un destino de turismo de botell¨®n. Como apunta Francesc Mu?oz: "La ciudad intenta sobrevivir a su propia marca".
M¨¢s all¨¢ de la implicaci¨®n ciudadana, Mu?oz propone soluciones de gesti¨®n de recursos. Se?ala, por ejemplo, que uno de cada cuatro litros de agua gastados en las ciudades catalanas corresponde a p¨¦rdidas en la red. Propone: "Decir no a la urbanizaci¨®n dispersa y aceptar el reciclaje y la rehabilitaci¨®n de edificios; negar la diseminaci¨®n de la vivienda de baja densidad a lo largo de territorios donde los habitantes futuros estar¨¢n condenados al uso del veh¨ªculo privado".
Decir que los procesos econ¨®micos, las revoluciones, las guerras, el coche, la electricidad o cualquier otro fen¨®meno cambia las ciudades encubre el hecho b¨¢sico de que las ciudades son creaciones humanas dise?adas y construidas para servir nuestras necesidades, intereses y deseos. Reflejan tanto nuestras grandezas como nuestras mezquindades. "La transformaci¨®n de Lagos en una de las ciudades mayores del mundo por la nueva riqueza petrolera de Nigeria o la transformaci¨®n de Shenzhen de pueblecito de pescadores a megal¨®polis de 15 millones de habitantes en 30 a?os, por su designaci¨®n como special economic zone (SEZ) por el Gobierno de Deng Xiaoping en 1980, dibujan un mundo donde el cambio es posible", apunta Miguel Ruano.
?Por qu¨¦, aun siendo lugares de extrema desigualdad, las ciudades siguen resultando atractivas? Las oportunidades de supervivencia econ¨®mica son siempre mayores donde hay m¨¢s densidad (de personas, actividades, necesidades y de probabilidades de dar un giro a la vida). Francesc Mu?oz habla, adem¨¢s, de un "efecto llamada" y de un "efecto red". Que alguien consiga mejorar su vida tras llegar a una ciudad (aunque 100 no lo hayan conseguido) anima a intentar mejorar otras vidas. El efecto red refleja que, con el tiempo, las migraciones logran establecer una red de acogida en la ciudad. No van a cualquier lado: van a las ciudades donde otros inmigrantes fueron antes. Y ofrece un consejo a los pol¨ªticos que no hayan tenido tiempo de pararse a observar: "La ciudad puede y debe ser mucho m¨¢s que una superficie limpia y pulida. Debe ser el lugar donde recuperar la variedad". Como dijo aquel disc jockey: "En Londres s¨®lo vive quien tiene mucho dinero o mucha personalidad. La ciudad siempre te ofrece la posibilidad de estar igual de mal que en el campo, pero viendo cosas diferentes".
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