El Premio Vel¨¢zquez rellena su grieta
Doris Salcedo, primera mujer que gana el 'Oscar' del arte iberoamericano - La colombiana resquebraj¨® el suelo de la Tate Modern con su obra 'Shibboleth'
"El material b¨¢sico de mi escultura es el dolor humano", le dijo a este peri¨®dico Doris Salcedo, la escultora colombiana ganadora del Premio Vel¨¢zquez de Artes Pl¨¢sticas que concede cada a?o desde 2002 el Ministerio de Cultura espa?ol a un artista iberoamericano. Es la primera vez que lo gana una mujer.
Lo que busca esta artista de 52 a?os y pelo alborotado no es otra cosa que golpear mentes. "Mi obra parte de una experiencia vital de personas que no tienen nombre, que no cuentan, que viven en la periferia econ¨®mica, pol¨ªtica y social... me debo a ellos; que hayan reconocido eso con este premio es muy importante, pero no es a m¨ª, es a ellos", explicaba ayer en Bogot¨¢, donde reside y trabaja.
"El material b¨¢sico de mi obra es el dolor humano, tengo rabia en el alma"
En 'Shibboleth', una grieta de 160 metros, denunci¨® el racismo y la segregaci¨®n
El jurado resalt¨® el "rigor" tanto en lo formal como en su compromiso social y pol¨ªtico. "Un trabajo s¨®lido y vivo, con plena pujanza en la contemporaneidad", dice el fallo.
"El artista no es una persona creativa", sostiene la ganadora. Y aclara que su papel es mucho m¨¢s humilde: es simplemente o¨ªr con cuidado lo que est¨¢ pasando en el momento hist¨®rico que le toc¨® vivir. "Luego conecta pensamientos, historias, materiales". As¨ª lo hace ella: palpa un pa¨ªs violento como Colombia, escuchando a sus v¨ªctimas. Se pregunta: ?Qu¨¦ palabras son importantes para ellos? Y a partir de ah¨ª, define su campo de acci¨®n como escultora. Y siente que, hasta ahora, las obras quedan cortas, que no alcanzan a hacer honor a la tragedia que han vivido las v¨ªctimas de la violencia. Por eso confiesa que tiene "una cierta rabia en el alma".
Hasta hace poco, si se le preguntaba por su obra m¨¢s querida se?alaba el montaje que hizo para recordar el holocausto del Palacio de Justicia, un hecho doloroso ocurrido en 1985 cuando el entonces grupo guerrillero M19 asalt¨® el Palacio de Justicia de esta capital. La reacci¨®n militar dej¨® m¨¢s de 100 muertos entre magistrados, empleados, visitantes y guerrilleros. Doris colg¨® 280 sillas en la fachada del palacio reconstruido; sillas vac¨ªas como s¨ªmbolo de ausencia. "Hasta ese momento era una escultora convencional; esta obra abri¨® la puerta a otros elementos: el tiempo, el espacio p¨²blico y la memoria como un elemento activo".
"Hablar de m¨ª, como persona, es ponerme por delante de esas v¨ªctimas que me han dado su testimonio; el aspecto p¨²blico de mi vida es mi obra, no mi vida", dice Doris Salcedo para explicar su rechazo a las entrevistas, a las fotograf¨ªas, a exponerse en p¨²blico. Salcedo es una lectora incansable: poes¨ªa, filosof¨ªa, an¨¢lisis pol¨ªtico: "Me gusta mucho leer sobre esos sitios que son frontera, donde la gente muere al cruzar". Su estudio, camuflado en un sector residencial y comercial de la ciudad, es un espacio inmenso lleno de luz. All¨ª nacen sus proyectos. "Creo que hay demasiada basura en el mundo", opina. Y no suena prepotente. Para ella resulta vital saber para qui¨¦n se hacen las obras, por qu¨¦ se hacen y cu¨¢l es su sentido.
Empez¨® a trabajar la escultura en 1982 y a exponer unos ocho a?os despu¨¦s. Habla con cari?o de su maestra Beatriz Gonz¨¢lez, una artista colombiana que, como ella, tambi¨¦n refleja el dolor del pueblo colombiano. Y le dej¨® una gran ense?a: el talento debe ser guiado, orientado con el conocimiento, con el estudio. "Es a trav¨¦s de trabajar, de disciplina, que se logra algo", dice Salcedo.
En la ¨²ltima d¨¦cada ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Nacional Centro del Arte Reina Sof¨ªa de Madrid, la Bienal de S?o Paulo, la Bienal Internacional de Estambul, el Centro Pompidou de Par¨ªs, el Art Institute de Chicago y la Tate Modern de Londres. Fue precisamente desde all¨ª, desde Londres, donde conmovi¨® al mundo con Shibboleth, una grieta de 160 metros sobre el piso de la sala de turbinas, en una obra que habla de la segregaci¨®n y del racismo.
Ella tiene una explicaci¨®n de por qu¨¦ ha llegado tan lejos en el mundo del arte: "Es mirar el mundo desde aqu¨ª, desde el Tercer Mundo". Y no duda de que en pa¨ªses tan convulsionados como Colombia tambi¨¦n es posible producir arte, pensamiento "como algo que nos permita balancear la barbarie".
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