Un c¨®mico y extra?o matrimonio
Efectivamente somos una potencia, peque?a y extra?a. Contra la idea de que Galicia no pesa en Espa?a est¨¢ la evidencia de que aqu¨ª, adem¨¢s de fen¨®menos pol¨ªticos extravagantes y de cat¨¢strofes de gran fuerza pl¨¢stica, est¨¢ el epicentro de procesos profundos y el punto de giro de mareas pol¨ªticas. En Galicia comenz¨® la andadura de la derecha postfranquista creada por Fraga y que lleg¨® a ser esa potente fuerza de la derecha que es el PP. Y en la Galicia despreciada por el gobierno de entonces, cuando el Prestige, se lanz¨® el voluntariado, la conciencia ecol¨®gica y el cambio que llev¨® a los socialistas de nuevo a La Moncloa.
Volvemos a ser un foco de atenci¨®n moment¨¢neo por algo m¨¢s pintoresco, un matrimonio financiero que ya llega al altar con lastimaduras del maltrato que se dan mutuamente ambos c¨®nyuges (un "matrimonio a tortas"). Es una experiencia curiosa este matrimonio de dos novios sin cari?o, m¨¢s bien enfado, que se efect¨²a porque lo necesita toda la parentela y todo el pueblo para no arruinarse (l¨¢stima de Berlanga). Pero entre todos hemos conseguido que el matrimonio parezca ya inevitable, aunque temamos que de tanto zurrarse todo puede acabar a¨²n en divorcio antes de la boda. Las dos cajas gallegas se muestran remolonas y de mal genio y eso le da pie al corresponsal de The New York Times para fijarse en nosotros, no duden de que unas cuantas personas en Wall Street buscaron en Google, la palabra "Galicia". Eso, como ser, no es malo. Depende. Tampoco le demos demasiada importancia a lo que escriba un corresponsal norteamericano o brit¨¢nico, sobrevaloramos a la prensa anglosajona que no es m¨¢s que un instrumento de los intereses contrarios al euro, sus juicios sobre nuestra situaci¨®n econ¨®mica son actos para debilitar nuestra situaci¨®n financiera. Sin embargo es sintom¨¢tico de la capacidad que tiene Galicia de aguarle la fiesta a cualquiera. Por las buenas somos atravesados, pero por las malas somos mucho m¨¢s retorcidos.
La caja ¨²nica deber¨¢ servir para apoyar la empresa, el mar, el campo y la cultura
La fusi¨®n de las cajas es un proceso pol¨ªtico conducido por el Gobierno y el Banco de Espa?a. Un proceso necesario ya que bastantes cajas de ahorro abandonaron su vocaci¨®n de respaldar financieramente la econom¨ªa productiva local y se metieron de cabeza a la especulaci¨®n y el ladrillo. Urge tapar ahora esos agujeros en el sistema financiero (para el espa?olismo ciego, que ignora los agujeros negros en Madrid, debiera ser una lecci¨®n mirar c¨®mo las cajas vascas y catalanas fueron mejor gestionadas). Es evidente que en la racionalizaci¨®n de las cajas en Galicia la iniciativa la tuvo N¨²?ez Feij¨®o. As¨ª se puede comprender mejor la postura, desde aqu¨ª incomprensible, que mantuvo el ministro Jos¨¦ Blanco: tambi¨¦n era una batalla por el poder pol¨ªtico. Uno puede creer o no que el presidente de la Xunta actu¨® para proteger el bien com¨²n, conservar una instituci¨®n financiera radicada en Galicia, pero eso no nos impide pensar que tambi¨¦n calcul¨® que tener una caja a mano reforzar¨ªa su poder. Y adem¨¢s ser¨ªa una escaramuza en la guerra de obstrucci¨®n y desgaste que hace su partido al Gobierno.
El Partido Socialista en Galicia asumir¨¢ que perdi¨® esa batalla, s¨®lo la rectificaci¨®n de las ¨²ltimas semanas le permitir¨¢ pensar a V¨¢zquez que su posici¨®n no fue desbaratada. Feij¨®o, desde su llegada a la Xunta con un gobierno tejido con retales improvisadamente, hizo tabla rasa de los consensos existentes, da?¨® incluso las bases de la autonom¨ªa; en suma, hizo una pol¨ªtica partidaria y muy poco comunitaria. La jugada de las cajas no deshace los males cometidos y los que est¨¢n en curso, no hace buena la mala gesti¨®n, pero lo cubre con el manto de un gobernante que leg¨ªtimamente defiende los intereses que representa: es una victoria pol¨ªtica en toda regla.
Con independencia de c¨®mo cristalice una fusi¨®n que damos por hecha, todo ha cambiado ya, del debate entre ciudades emergi¨® una imagen m¨¢s limpia y verdadera de Galicia: una imagen en la que aparece Vigo. Todav¨ªa la ciudad se despereza y est¨¢ envuelta en los pa?os de una infancia localista, no olvidemos que los alcaldes est¨¢n preparando las elecciones, pero Vigo ya est¨¢ en la mesa. Quiz¨¢ sea el momento para construir entre todos una idea cabal de pa¨ªs, un espacio humano que integre las siete ciudades, la costa y el interior, las ciudades y ese campo que insistimos en olvidar de un modo tan cursi y absurdo. Para esa Galicia integral es para lo que se necesita una nueva caja, para lo que deber¨ªan haber sido siempre las cajas de ahorro, para apoyar la empresa, el mar, el campo y la cultura del pa¨ªs. Para otra cosa, no.
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