Ahora m¨¢s que nunca, eficiencia social
A mi entender, Espa?a ha hecho en muy poco tiempo, y con ¨¦xito, lo que muchos pa¨ªses han necesitado d¨¦cadas para hacer. Part¨ªamos del peso gris de una dictadura, consolidamos la democracia, incluimos en la Constituci¨®n el concepto de Estado democr¨¢tico, social y de derecho, y en poco m¨¢s de 15 a?os, con los gobiernos progresistas, se forj¨® un estado del bienestar pr¨®spero y equitativo.
Pero las cosas ya no son iguales. Ni en lo social, ni en lo econ¨®mico. Sufrimos los efectos de una crisis econ¨®mica de la cual, justo ahora, empezamos a ver algunos indicadores en positivo. El pa¨ªs ha cambiado. Baja demograf¨ªa, cambios profundos en las estructuras familiares y llegada de la inmigraci¨®n. Con toda la presi¨®n que ha significado sobre nuestros servicios p¨²blicos y con todas las contradicciones e intolerancias que la crisis ha puesto al descubierto.
Espa?a ha construido un potente sistema p¨²blico en muy poco tiempo
Se trata de buscar nuevas f¨®rmulas de organizaci¨®n, que den m¨¢s sentido al objetivo marcado
A todo esto, nuestra econom¨ªa ha ido perdiendo competitividad. Lo demuestran, entre otras cuestiones, los procesos de deslocalizaci¨®n que ha experimentado. Sectores que han vivido momentos econ¨®micos espumantes combinados con empleo de baja calidad y que una vez ha pasado la euforia han dejado al descubierto el gap de competitividad del conjunto de nuestra industria y servicios avanzados. Debemos introducir cambios de fondo, sin prejuicios: el cat¨¢logo de reformas pendientes es ya tan amplio como urgente.
En el caso de la educaci¨®n, debemos de entrada recordar algunos aspectos previos. Nuestro pa¨ªs ha construido un potente sistema p¨²blico en poco tiempo. Ha pasado de escolarizar universalmente a los alumnos de 6 a 14 a?os hasta hace s¨®lo 20 a?os, a hacerlo hoy con toda la poblaci¨®n entre los 3 y los 16. Y son muchos los usuarios y usuarias de una cada vez m¨¢s potente red de educaci¨®n infantil de 0 a 3 a?os. En cambio, seguimos teniendo una pir¨¢mide invertida: un buen nivel de estudiantes en la educaci¨®n superior. Y porcentajes bajos de graduaci¨®n en estudios postobligatorios.
La cuesti¨®n es: ?C¨®mo hacer que todos los recursos aplicados a la educaci¨®n sean inversi¨®n y no gasto? ?C¨®mo verificamos, contabilizamos, el retorno de esa inversi¨®n? ?Tenemos conocimiento real de lo que administraciones y familias dedicamos a la educaci¨®n? ?Cu¨¢ndo comparamos con otros pa¨ªses el porcentaje de la educaci¨®n en el PIB tenemos en cuenta toda la aportaci¨®n privada real?
En todo caso hay que seguir la senda incremental de los recursos dedicados a la educaci¨®n pero a?adi¨¦ndole un principio cada vez menos discutible, creo: la mejora de los resultados en nuestra educaci¨®n b¨¢sica -obligatoria y postobligatoria-, derivar¨¢ de los cambios y transformaciones operados en los factores cr¨ªticos que los condicionan, no del supuesto efecto autom¨¢tico de la dedicaci¨®n de m¨¢s y m¨¢s recursos.
En ese sentido, al servicio de esa estrategia de mayor eficiencia social podemos identificar algunos principios y criterios ¨²tiles.
1. Invertir en calidad del profesorado estableciendo criterios de aptitud en los procesos de captaci¨®n para la formaci¨®n inicial y en los de acceso a la funci¨®n docente.
2. Dirimir la confusi¨®n entre servicio p¨²blico y funci¨®n p¨²blica. Las escuelas no son negociados, ni los maestros y profesores son administrativos en busca o a la espera de plaza definitiva. Esto significa: carrera profesional, est¨ªmulo y reconocimiento relacionado con resultados.
3. Introducir las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n, instrumento imprescindible para la renovaci¨®n pedag¨®gica. Se trata de cambiar el concepto aula y de grupo de alumnos, apoderando la relaci¨®n individual docente-alumno. Y todo ello con reducci¨®n expl¨ªcita de los actuales e inaceptables costes de libros de texto y material did¨¢ctico.
4. Delimitar con claridad el concepto de gratuidad aplicada a la educaci¨®n. Establecer ¨¢mbitos y formas de ejercer la corresponsabilidad: copago, autonom¨ªa para definir niveles de calidad al que cada centro quiere acceder. Y, sobre todo, definir un sistema potente de ayudas sociales con objetivos compensatorios, pero tambi¨¦n para estimular la continuidad formativa y reconocimiento del m¨¦rito.
5. Aplicaci¨®n generalizada de autonom¨ªa de los centros con puesta en marcha paralela de un sistema de evaluaci¨®n y el establecimiento de medidas contractuales entre administraci¨®n y centros (p¨²blicos y privados) que permitan explicitar objetivos de mejora y revisar su grado de cumplimiento.
Ser¨¢n mucho m¨¢s significativos los efectos derivados de una mayor coherencia con el uso de los recursos disponibles (humanos, econ¨®micos y tecnol¨®gicos) que los que pueden obtenerse mediante la apelaci¨®n tradicional a m¨¢s y m¨¢s recursos. Especialmente si no somos capaces de modificar los par¨¢metros de distribuci¨®n presupuestaria que nos caracterizan. Josep Maria Vall¨¨s escrib¨ªa hace un tiempo en este mismo diario que el discurso incrementalista no es v¨¢lido. Si alguien est¨¢ enfermo, dec¨ªa, y le damos una medicina y no mejora, al m¨¦dico no se le ocurrir¨¢ ir incrementando la dosis sin poner ning¨²n techo. Seguramente buscar¨¢ f¨®rmulas alternativas, combinaciones de f¨¢rmacos o una organizaci¨®n horaria de las dosis diferentes.
Pues bien; de eso se trata. De buscar nuevas f¨®rmulas de organizaci¨®n, que den m¨¢s sentido al objetivo marcado, consolidando los derechos de la ciudadan¨ªa y que hagan que el concepto de servicio p¨²blico en educaci¨®n, tenga todo su sentido.
Ernest Maragall es el consejero de Educaci¨®n de Catalu?a.
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