Preparados para aterrizar: todos en l¨ªnea

Se acab¨®. No sin dolor, frustraci¨®n y desconcierto vamos a tener que hacer los ajustes duros que nos parec¨ªan imposibles. La comparecencia del presidente del Gobierno de ayer fue breve, concisa, motivada y, sobre todo, reveladora del conflicto de emociones que en estos momentos millones de espa?oles, incluido el mismo presidente, estar¨¢n sintiendo. No son medidas placenteras, ni ser¨¢n las ¨²ltimas de su especie que hayamos de tomar. No bastar¨¢ con que los funcionarios, los hogares con dependientes y los pensionistas soporten este ajuste. Tampoco con que los territorios que esperaban su cuota de infraestructuras se vean postergados. Ni siquiera con que nuevos o mayores impuestos vengan a rascarnos adicionalmente los bolsillos. Tan necesario como reducir dr¨¢sticamente el d¨¦ficit, atajar la explosi¨®n de la deuda y evitar el colapso de la financiaci¨®n de las Administraciones p¨²blicas, es que nuestra econom¨ªa gane competitividad a corto plazo. Para ello ser¨¢ necesario que los salarios del sector privado y los precios de nuestros bienes comerciables se moderen m¨¢s de lo que lo hacen los de nuestros competidores, por no decir que ser¨¢ necesario que desciendan por debajo de sus niveles actuales.

Tan necesario como todo lo anterior es evitar que otros pa¨ªses, socios nuestros, nos se?alen como potenciales contribuyentes al fracaso del euro. El acuerdo del Eurogrupo del fin de semana ten¨ªa un claro punto de fuga: la econom¨ªa espa?ola, cuya eventual insolvencia soberana, por improbable que nos parezca, ya estaban cotizando quienes nos prestan los fondos con los que pagamos una parte sustancial de las pensiones, la sanidad, la educaci¨®n, los sueldos de los funcionarios, las facturas de las empresas de servicios colectivos, etc. N¨®tese que un d¨¦ficit del 11% del PIB equivale a un 28% del gasto p¨²blico total en nuestro pa¨ªs y que el no poder pagar esa proporci¨®n equivaldr¨ªa a la virtual suspensi¨®n de pagos del Reino de Espa?a. Las medidas adoptadas ayer por el Gobierno son, pues, las adecuadas y no deben descartarse medidas adicionales. Esperemos que sean tambi¨¦n el preludio de las reformas estructurales en los mercados de bienes, servicios y trabajo, las Administraciones p¨²blicas y el sector financiero, de las que nace el impulso para la productividad y el pleno empleo.

El Gobierno necesita el apoyo de todos para que estas medidas sean lo m¨¢s aceptadas posible por la sociedad, y en estos momentos la cuesti¨®n de si lo merece o no es muy secundaria. La oposici¨®n y los sindicatos pueden sentirse tentados de establecer l¨ªneas de resistencia pol¨ªtica o social m¨¢s o menos oportunistas o sustantivas, lanzar cr¨ªticas a los tiempos, los modos y el alcance de las mismas, o caer en la tentaci¨®n de la defensa a ultranza del gasto social, muchas de cuyas partidas podr¨¢n ser adquiridas pero, en estos momentos, totalmente infundadas.

Jos¨¦ A. Herce es socio-director de Econom¨ªa de AFI.