La familia y ni uno m¨¢s
En Canino, su tercer largometraje, el griego Yorgos Lanthimos extiende al p¨²blico una invitaci¨®n tan disuasoria como la de celebrar una verbena en el s¨®rdido s¨®tano del monstruo de Amstetten: una hora y media de inmersi¨®n en un microcosmos claustrof¨®bico, endog¨¢mico, irrespirable, sustentando en la abolici¨®n y demonizaci¨®n del mundo exterior. En suma, una temporada en el infierno. Conviene, pues, aclarar por qu¨¦ el cin¨¦filo autoexigente y con sentido del deber, esa figura cada vez m¨¢s difuminada, no puede permitirse el lujo de perderse esta extra?a, ¨¢spera y agresiva pel¨ªcula, venida de una cinematograf¨ªa que rara vez accede a nuestros circuitos de exhibici¨®n.
Canino no promete una velada agradable y expone al espectador a m¨¢s de una imprevista modulaci¨®n del cine de la crueldad y las po¨¦ticas de la provocaci¨®n. Su habilidad para describir la l¨®gica secreta de un universo enfermizo, sin privilegiar lecturas simb¨®licas por encima de su interpretaci¨®n literal como puro cuento de horror, revela en Lanthimos a un delicado orfebre de materiales oscuros, con un meritorio manejo del humor negro.
CANINO
Direcci¨®n: Yorgos Lanthinos.
Int¨¦rpretes: Christos Stergioglou, Michelle Valley, Aggeliki Papoulia, Mary Tsoni, Hristos Passalis.
G¨¦nero: terror. Grecia, 2009.
Duraci¨®n: 94 minutos.
La textura de su pel¨ªcula podr¨ªa recordar a un Michael Haneke con cierto sentido l¨²dico o a un Ulrich Seidl fumigado con spray marca J. G. Ballard, vertiente Furia feroz y derivados. Family portraits: a trilogy of America (2003), de Douglas Buck, y otra rareza griega, Singapore sling, de Nikos Nikolaidis, podr¨ªan ser algunos posibles precedentes de una propuesta que indaga en la educaci¨®n familiar y en la sobreprotecci¨®n de los hijos como aterradora y eficaz ingenier¨ªa de lo monstruoso.
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