"No creo en la literatura terap¨¦utica"
El escritor Marcos Giralt Torrente acababa de matar a su padre en la novela Los seres felices cuando ¨¦ste le llam¨® para contarle que estaba enfermo. El padre a quien hab¨ªa matado era literario, ficticio, pod¨ªa tratarse del suyo o el de cualquiera. La voz del de carne y hueso paraliz¨® al escritor y alarm¨® al hijo. Durante dos a?os, Giralt Torrente (Madrid, 1968) se volc¨® en intentar que sanara su padre y tambi¨¦n la relaci¨®n entre ambos, hecha de equ¨ªvocos y reencuentros, de silencios y esfuerzo, de necesidad y admiraci¨®n, pero asimismo de resentimiento y frustraci¨®n. Un a?o despu¨¦s de la muerte de su padre, y apenas unos meses antes del nacimiento de su primer hijo, Giralt Torrente empez¨® a escribir Tiempo de vida, el relato fascinante y valiente de la vida con su progenitor, una historia de amor contada desde la muerte. "Una historia feliz", subraya el autor, porque permiti¨® "cerrar el c¨ªrculo de la relaci¨®n tal como deber¨ªa haber sido". Si en su novela anterior daba muerte a la figura paterna, en Tiempo de vida devuelve la vida al padre ya muerto. Tal es el poder alqu¨ªmico de la escritura.
"Escribo de una forma muy pict¨®rica. La forma en que crecen mis textos tiene un desarrollo m¨¢s espacial que narrativo"
En las paredes del luminoso piso madrile?o de Giralt Torrente cuelgan los cuadros inmensos de su padre junto a lienzos, grabados y collages de otros artistas y un peque?o mir¨®, que ¨¦ste regal¨® al escritor cuando ten¨ªa tres a?os. "?l me regal¨® el cuadro y yo, un dibujo de unos bomberos apagando un fuego", cuenta Giralt con su hijo en brazos. De la misma manera le sosten¨ªa a ¨¦l su padre, en 1968, en la fotograf¨ªa que ilustra la portada de Tiempo de vida. Giralt Torrente, hoy, con 42 a?os, y su padre, en aquella imagen, se parecen como dos gotas de agua. El tiempo ha colocado, entre los brazos del escritor, un hijo que se llama como su abuelo: Juan.
PREGUNTA. Meses antes de morir, su padre le dijo: "F¨ªjate bien en todo, que luego podr¨¢s usarlo". ?Estaba ya en usted la idea de este libro?
RESPUESTA. No, en absoluto. Durante los dos a?os que cuid¨¦ a mi padre apenas escrib¨ª, apenas le¨ª. Apart¨¦ lo que era mi vida. ?l muri¨® en febrero de 2007 y, un a?o despu¨¦s, cuando mi cuerpo pudo despegarse del duelo, lleg¨® la escritura para narrar la historia y me encontr¨¦ inmerso en una prolongaci¨®n del duelo. Hab¨ªa intentado retomar la novela en la que estaba trabajando cuando mi padre enferm¨®, pero yo ya no era el mismo. Intent¨¦ empezar algo nuevo y tambi¨¦n fracas¨¦. Entonces empec¨¦ a escribir sobre mi padre, y me di cuenta de que era eso lo que quer¨ªa. Al acabar Tiempo de vida, sent¨ª alivio y felicidad, pero tambi¨¦n la conciencia de haber terminado una etapa de mi vida. Mi padre no muri¨® para m¨ª hasta que finalic¨¦ el libro.
P. Es la primera vez que se adentra en la no ficci¨®n y lo primero que salta a la vista es la transformaci¨®n radical de su estilo.
R. Mi principal af¨¢n era que no hubiese ning¨²n artificio literario. Mi voluntad era ser respetuoso con la verdad de mi recuerdo, incluso all¨ª donde yo no sal¨ªa muy favorecido. As¨ª que prescind¨ª de mi estilo, fui afinando la voz y quitando vicios de escritor hasta crear un estilo despojado, el ¨²nico posible para este libro. Me he sentido como un principiante en muchas ocasiones, pero tambi¨¦n he disfrutado de la libertad de ¨¦ste. Intent¨¦ evitar, desde el principio, el sentimentalismo al narrar los acontecimientos. El reto me liber¨® y me incentiv¨®: la frase corta, la atomizaci¨®n del pensamiento, el recurso a la enumeraci¨®n, la reflexi¨®n...
P. Parte esencial de la intensa y ambivalente relaci¨®n con su padre es el nacimiento de su vocaci¨®n como escritor.
R. Al apellidarme Torrente, existe sobre m¨ª el estereotipo de que mi abuelo (Gonzalo Torrente Ballester) fue determinante para convertirme en escritor. No es as¨ª: fue una figura muy cercana, pero s¨®lo me acerqu¨¦ a ¨¦l, como escritor, cuando yo ya escrib¨ªa. Mi vocaci¨®n tiene m¨¢s que ver con mi padre pintor, aunque nunca se lo dije. Mi cuarto de juegos fue su estudio. Siempre me atrajo lo visual, aunque tambi¨¦n me gustaban las palabras, pues mi madre es una gran narradora, y durante un tiempo simultane¨¦ las dos cosas: hac¨ªa collages y escrib¨ªa. Luego me volqu¨¦ en la literatura de una forma absolutamente adolescente, como un acto de rebeld¨ªa contra mi padre. Veo muchas cosas parecidas entre nosotros. Escribo de una forma muy pict¨®rica: la forma en que crecen mis textos tiene un desarrollo m¨¢s espacial que narrativo. Mi trabajo se parece al sondeo al que el pintor somete el lienzo. El arte, su arte, era el ¨²nico terreno en el que no hab¨ªa riesgo de conflicto.
P. Una cita de Nietzsche abre el libro: "Contamos con el arte para que la verdad no nos destruya". ?Ech¨® de menos la ficci¨®n?
R. No. He trabajado sobre material de mi vida y no sobre material inventado, pero la forma de trabajar ha sido la misma que en mis dos novelas anteriores. Y he sufrido los mismos cambios an¨ªmicos que con ellas. Hay una relaci¨®n muy profunda entre mi obra y el yo personal. Me identifico con lo que dec¨ªa Matisse: "Yo no soy capaz de distinguir entre el sentimiento que tengo de la vida y la manera como lo traduzco". Tiempo de vida es un artefacto novelesco que narra de la mejor manera posible la historia que quer¨ªa contar.
P.
Tiempo de vida cuenta el cierre feliz de la relaci¨®n con su padre, pero hasta el final cuestiona las reacciones, los gestos, los hechos al estar sometidos al plazo de la muerte. ?Jam¨¢s se curan las heridas, las culpas pasadas?
R. Yo no creo en la literatura terap¨¦utica. El libro no me ha hecho dejar atr¨¢s sentimientos dolorosos. Cuento mi verdad, pero abierto a buscar interpretaciones complementarias. En la vida nada tiene una sola explicaci¨®n.
P. La muerte de su padre tuvo un efecto insospechado: "He perdido la rabia con la que antes escrib¨ªa", dice en el libro. Usted, que se hab¨ªa hecho escritor de alguna manera contra ¨¦l, compitiendo con ¨¦l, lleg¨® a dudar sobre su futuro.
R. Al comenzar Tiempo de vida constat¨¦ que hab¨ªa perdido la rabia, pero el libro mismo es la prueba de que no la necesito para escribir.
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