Autopsias paternas
Varias publicaciones ponen de relieve la importancia creciente de un subg¨¦nero, el que indaga sobre la relaci¨®n paterno filial.- Richard Ford, Marcos Giralt y Hector Abad nos desentra?en las claves
"?Y yo? ?Qu¨¦ clase de comentario acabo de hacer? ?Qu¨¦ he hecho al abrir a mi padre en canal de este modo, al examinarlo, diagnosticarlo, operarlo de modo que este trabajo resulta un cruce entre hacer el amor y una autopsia?". Quien se pregunta esto es Hanif Kureishi, escritor brit¨¢nico que realiza en Mi o¨ªdo en su coraz¨®n (Anagrama) una de las m¨¢s valientes disecciones de la relaci¨®n paterno filial y los conflictos que genera, un tema que ha entrado con cierta fuerza en el panorama editorial espa?ol en los ¨²ltimos meses. El libro, que parte del hallazgo de Kureishi, escritor de ¨¦xito, de varias novelas sin publicar escritas por su padre (escritor frustrado, inmigrante desarraigado, padre en eterno conflicto) tiene gran parte de los ingredientes de este subg¨¦nero que a tantos escritores ha cautivado antes a autores como Kafka o Ackerley: dudas sobre el papel de la memoria, miedos, rencor, reproches no formulados, eleg¨ªas a¨²n por cantar, redenciones pendientes y ausencia del ser querido.
Kureishi: "?Y yo? ?Qu¨¦ clase de comentario acabo de hacer? ?Qu¨¦ he hecho al abrir a mi padre en canal de este modo, al examinarlo, diagnosticarlo, operarlo"
Abad: "Cada vez estoy m¨¢s convencido de que una memoria solamente es confiable cuando es imperfecta"
Ford: "La memoria es imperfecta e incompleta en s¨ª misma. Lo m¨¢s importante es decir qu¨¦ pas¨® y no inventar lo que nunca ocurri¨®"
Giralt: ""?Cu¨¢l es la verdad de la vida? ?Qui¨¦n la imparte? La realidad es m¨²ltiple. Hablar de la verdad me parece na?f"
Marcos Giralt Torrente, autor de Tiempo de Vida (Anagrama) explica en conversaci¨®n telef¨®nica con este diario el porqu¨¦ de la fuerza que han adquirido estas exploraciones del pasado familiar. "Este tipo de libros es m¨¢s com¨²n en los pa¨ªses protestantes, puritanos y anglosajones que aqu¨ª, en la cultura mediterr¨¢nea, aunque se supone que tenemos que ser m¨¢s tolerantes. ?Por qu¨¦ ahora? Porque nos estamos asimilando a otras tradiciones. Ahora que hay m¨¢s traducciones que nunca, que se puede elegir tu propia tradici¨®n y eso hace que todas las literaturas converjan y se asimilen".
Los peligros de la memoria
La memoria juega un papel esencial en la reconstrucci¨®n narrativa de vidas ya extintas, m¨¢s a¨²n si quien la cuenta form¨® parte de esa biograf¨ªa. "La memoria es un proceso creativo", afirma el escritor Andr¨¦s Neuman, quien en Una vez Argentina (Anagrama) disecciona un siglo de la vida de su pa¨ªs de origen a trav¨¦s de la historia, inventada o no, de su familia. En conversaci¨®n con EL PA?S el ganador del premio Alfaguara por El viajero del siglo no se esconde cuando se le pregunta por el valor y los peligros del recuerdo: "El pasado casi no existe hasta que es escrito, no se trata de recordar sino de recrear". ?Conflicto entre la realidad y el relato? No para Neuman: "No hay dictotom¨ªa entre autoficci¨®n y memoria. Se trata de conciliar lo aparentemente irreconciliable y tratar de unir los extremos en otro tipo de armon¨ªa".
Anagrama ha publicado recientemente Mi madre, de Richard Ford (publicado en EE UU a finales de los ochenta), quien responde por correo electr¨®nico a algunas de las preguntas de este diario. La inquietud por los l¨ªmites de la memoria tambi¨¦n est¨¢ presente en su obra. Lo resume as¨ª: "La memoria es imperfecta e incompleta en s¨ª misma. Lo m¨¢s importante es decir qu¨¦ pas¨® y no inventar lo que nunca ocurri¨®".
El colombiano Hector Abad Faciolince es uno de los escritores que de manera m¨¢s intensa ha tratado el tema en los ¨²ltimos a?os. Hijo de un m¨¦dico activista por los derechos humanos asesinado por la extrema derecha en su pa¨ªs, Abad dedica un libro, El olvido que seremos (Seix Barral) a la memoria de su padre y otro, Traiciones de la Memoria (Alfaguara), a analizar los efectos de "esa forma tan peculiar de la brutalidad que es la mala memoria". "Cada vez estoy m¨¢s convencido", asegura, "de que una memoria solamente es confiable cuando es imperfecta, y que una aproximaci¨®n a la precaria verdad humana se construye solamente con la suma de los recuerdos imprecisos, unidos a la resta de los distintos olvidos".
Giralt Torrente responde a estas otras afirmaciones similares: "?Cu¨¢l es la verdad de la vida? ?Qui¨¦n la imparte? La realidad es m¨²ltiple. Hablar de la verdad me parece na?f. Cuando est¨¢s hablando de tu vida no hay m¨¢s verdad que la tuya. La memoria modifica y reinventa".
Retratos imperfectos
Malos modales ("T¨² te hurgabas las orejas con mondadientes", Kafka en Carta al Padre), tremendas costumbres como sacarse mocos de la nariz y hacer una bola con ellos (J.R. Ackerley en Mi Padre y yo, Anagrama), infidelidades, extra?os h¨¢bitos sexuales, alcoholismos, comportamientos rastreros y defectos forman parte de estos relatos construidos unas veces desde el rencor, otras el vac¨ªo de la ausencia, otras desde el deseo de recuperar el tiempo perdido y muchas desde todas a la vez.
Despu¨¦s de varios imprevistos y conversaciones diferidas entre Italia y Colombia, conseguimos hablar con Abad sobre la escritura paterno filial: "Es m¨¢s f¨¢cil escribir sobre la maldad que sobre la bondad. La maldad nunca es cursi. Tambi¨¦n es m¨¢s f¨¢cil escribir sobre el desamor que sobre el amor, porque la falta de amor es m¨¢s elegante. El amor vive al borde del sentimentalismo. Escribir sobre un padre malo tiene la fuerza de la venganza po¨¦tica. Yo no pod¨ªa escribir durante a?os porque todo lo que me sal¨ªa era lamentable, por lamentoso. Describir aun hombre bueno, sin sentimentalismo, es casi imposible".
Pero es la tradici¨®n anglosajona la experta en cargar las tintas. En su Experiencia (Anagrama) Martin Amis traza un retrato sincero, a veces cari?oso y despiadado de su padre, el tambi¨¦n escritor Kingsley Amis. Valga este p¨¢rrafo como ejemplo: "Emborracharse: no hab¨ªa duda de que ¨¦se era siempre el objetivo. Estar borracho ten¨ªa sus cosas buenas pero emborracharse era la parte realmente buena. Kingsley hab¨ªa escrito a menudo y con garra sobre este instante en que el emborracharse se convierte s¨²bitamente en estar borracho. Y ¨¦l era, por supuesto, el campe¨®n de las resacas".
Terapias y vac¨ªos
Ackerley, culto, mordaz, desenga?ado y desprovisto de cualquier correcci¨®n pol¨ªtica escribe un texto que destila nostalgia por la ocasi¨®n perdida, por la imposibilidad de hacerle unas cuantas preguntitas a su padre, un pr¨®spero comerciante que tras su muerte result¨® no ser quien parec¨ªa ser y que manten¨ªa una familia paralela a la del escritor.
No es el ¨²nico que ha utilizado el reproche, m¨¢s o menos oculto, en su prosa. Kureishi, que es un trasunto mestizo, heterosexual, pop y no clasista del autor de Mi padre y yo lanza continuas hondonadas matizadas, no siempre, con p¨¢rrafos como el que sirve de inicio para este art¨ªculo.
Giralt Torrente en cuyas p¨¢ginas se puede percibir un reproche al padre por todo lo que no fue, no cree que la literatura y ni siquiera este tipo de relatos, sirvan, tengan una funci¨®n terap¨¦utica: "La terapia es curativa. La literatura no te cura de nada, ni cuando la escribes ni cuando la lees. Puede paliar una situaci¨®n de estr¨¦s emocional, lo que quieras, pero al final, porque de lo contrario no ser¨ªa literatura, el objetivo es est¨¦tico". Tampoco cree en esta funci¨®n Ford, quien considera que hablar de literatura terap¨¦utica es "subestimar un proceso mucho m¨¢s complejo".
Neuman s¨ª le encuentra objetivo a este tipo de textos: "La funci¨®n no era solo inventar recuerdos sino despedir cuando se debe de los seres queridos, hay que despedirse cuando est¨¢n vivos".
Hector Abad describe el proceso: "Durante la escritura hay momentos muy dif¨ªciles pues si la materia es ¨ªntima uno se resiste a contarla. Yo tuve que hacerlo contra mi voluntad muchas veces, porque mi memoria se resist¨ªa a repasar y revivir con palabras los momentos m¨¢s dolorosos".
Sin narraci¨®n no hay nada
Marcos Giralt tercia en un debate que surge con cualquiera de los escritores con los que se hable sobre esto. "No sent¨ª la paradoja (de la ausencia del padre) muy lacerante porque en ¨²ltima instancia el destinatario final era yo. A pesar de ser una historia tan ¨ªntima, yo estoy haciendo literatura". El escritor madrile?o es uno de los autores en los que est¨¢ m¨¢s presente la preocupaci¨®n por el valor literario de lo escrito, por la estructura narrativa como tabla de salvaci¨®n para evitar convertir el relato en mero exhibicionismo, un poco al modo de ese Philip Roth que toma notas mientras su padre agoniza para su posterior publicaci¨®n en Patrimonio (Mondadori). "Sent¨ªa un rechazo moral a tomar notas durante la enfermedad. Tengo man¨ªa a Patrimonio de Roth por eso. No sabes si es un libro sobre el padre o sobre el autor tomando notas mientras su padre se muere", afirma.
Ficci¨®n o no ficci¨®n, eso lo de menos. "Cada vez me interesa m¨¢s la realidad y menos la ficci¨®n, pero cada vez me parece m¨¢s que todo, todo, es ficci¨®n", llega a afirmar Hector Abad. "Me di cuenta de que ten¨ªa una historia que contar", asegura Ackerley sorprendido por la revelaci¨®n. Giral Torrente, de nuevo, se lo tiene m¨¢s que pensado: "El hecho de que el material del libro provenga de la realidad no es tan relevante. La forma de escribirlo no es distinta a la de la novela. Eso me permiti¨® dotarlo de tensi¨®n narrativa. Si dijese "no es mi vida real" eso no le quita m¨¦rito, se leer¨ªa de la misma manera. Que sea autobiogr¨¢fica es irrelevante. Hay un tratamiento narrativo, que podemos clasificar de ficcional. La ficci¨®n no es s¨®lo inventar, es todo lo que implica el trabajo de mesa del escritor, manipular, y no quiero decir tergiversar, los hechos para que sirvan para contar una historia".
A nadie le preocupa tanto la estructura narrativa y nadie la alimenta tanto con el conflicto paterno filial como Kafka. "Si se analiza detenidamente la obra entera de Kafka, uno cae en la cuenta de que la figura de su padre, consciente o inconscientemente se convirti¨® para Franz en el n¨²cleo simb¨®lico y el alma de su compleja maquinaria literaria", asegura Jordi Llovet, responsable del pr¨®logo de Padres e hijos (Anagrama) la obra que re¨²ne los principales textos del escritor sobre su relaci¨®n con su padre.
La presencia del padre, y en ocasiones de la madre, es esencial para la vida de muchos escritores y va m¨¢s all¨¢ de su muerte. O, en palabras de Kureishi cuando se entera de que su padre est¨¢ al borde de la muerte por un problema de coraz¨®n: "Sab¨ªa que adonde quiera que fuese e hiciese lo que hiciese, ¨¦l siempre estar¨ªa observ¨¢ndome y conden¨¢ndome. Como Dios".
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