Yo, el Supremo
El tribunal no ha querido evitar la desmesura de un juicio que expulsa a Garz¨®n de la Audiencia
Es todo un espect¨¢culo internacional que la justicia espa?ola haya sentado en el banquillo, por haber intentado dar una respuesta desde el ¨¢mbito judicial a la tragedia de los desaparecidos del franquismo, a un juez de reconocido prestigio por sus iniciativas contra los cr¨ªmenes de las dictaduras latinoamericanas. El estupor es mayor a la vista del ensa?amiento con que sus colegas han llevado su persecuci¨®n hasta el l¨ªmite de negarle una salida digna, como era autorizar su traslado a la Corte Penal Internacional antes de su suspensi¨®n cautelar como juez de la Audiencia Nacional.
La unanimidad del Consejo del Poder Judicial (CGPJ) al votar ayer la suspensi¨®n del juez Garz¨®n parece indicar que el ¨®rgano de gobierno de los jueces no ten¨ªa otra alternativa legal. Era, en efecto, demasiado tarde para otra decisi¨®n, una vez que el instructor Varela hubiera decretado la apertura de juicio oral y que fracasase, por falta de tiempo y de suficiente apoyo en el Consejo, el intento in extremis de un sector del mismo por darle al juez una salida honorable autoriz¨¢ndole su marcha en comisi¨®n de servicios, como hab¨ªa solicitado, antes del pronunciamiento sobre la suspensi¨®n. La Comisi¨®n Permanente del Consejo, reunida ayer tras el pleno de la suspensi¨®n, decidi¨® aplazar la decisi¨®n sobre el permiso para el traslado del juez.
La baza esencial de la partida que ha llevado a este desenlace estaba ya jugada desde el momento en que el Supremo acept¨® a tr¨¢mite la querella por prevaricaci¨®n, planteada por dos organizaciones ultraderechistas que acusaban a Garz¨®n de haberse atribuido competencias que no ten¨ªa al intentar abrir un proceso penal por los cr¨ªmenes del franquismo. La Sala pudo haber archivado la querella simplemente siguiendo el criterio de la fiscal¨ªa, que descartaba que fuera delito sostener unas posiciones discutibles pero que eran id¨¦nticas, por ejemplo, a las defendidas por tres de los miembros de la Sala Penal de la Audiencia Nacional que se pronunci¨® sobre la competencia.
Tambi¨¦n pudo haberla archivado aplicando el criterio del Supremo en la sentencia Bot¨ªn, seg¨²n el cual no cabe abrir causa con s¨®lo la acusaci¨®n popular, pese a que fue luego modificada en el caso Atutxa, con un voto cr¨ªtico de Varela. Pero si el argumento de admitir la querella sobre la endeble base de que la tesis de la "prevaricaci¨®n no puede ab initio considerarse tan absurda como para descartarla", ya hizo pensar en una parcialidad llamativa, esa impresi¨®n se ha ido confirmando en cada uno de los tr¨¢mites ulteriores, hasta culminar en el postrer gesto de acelerar la apertura de juicio oral en cuanto se conoci¨® la petici¨®n de Garz¨®n de traslado a La Haya.
Tras consumarse la verg¨¹enza de ayer, a Garz¨®n s¨®lo le queda ahora esperar que no le cercenen su derecho de defensa como ha sucedido en la instrucci¨®n. Varela valor¨® como "una desconsideraci¨®n" para con sus compa?eros del Supremo el testimonio pericial de jueces y expertos juristas nacionales e internacionales sobre la interpretaci¨®n legal en que sustent¨® Garz¨®n la causa por los cr¨ªmenes del franquismo. Es de esperar que esos compa?eros rechacen un argumento que huele a rancio corporativismo y permitan que ese testimonio se produzca en el juicio oral.
Una condena en estas condiciones del juez Garz¨®n a?adir¨ªa una herida m¨¢s a las todav¨ªa sin cerrar de miles de familiares de v¨ªctimas sin sepultura de la Guerra Civil y del franquismo; familiares que no han podido hacer el duelo que en todas las culturas sigue a la p¨¦rdida de seres queridos. El argumento de no reabrir heridas se tornar¨ªa en cruel sarcasmo y obst¨¢culo para la construcci¨®n de una memoria compartida y un reconocimiento hacia todas las v¨ªctimas, de uno u otro bando, de la Guerra Civil y de la represi¨®n que sigui¨® a la victoria de uno de ellos.
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