Cebollinos
?Qu¨¦ pensar¨ªamos de un presidente de club de f¨²tbol que se hace con un equipo y a mitad de temporada rotura el c¨¦sped y planta un campo de cebollinos en el estadio? Supongo que una vez pasada la sorpresa, nos acostumbrar¨ªamos e ir¨ªamos de vez en cuando al campo a comprar un cesto de cebollinos, si es que le salen jugosos. De alguna manera es lo que pasa con las televisiones. Los ejecutivos se han dedicado en cuerpo y alma a fabricar un prototipo de emisi¨®n, y al final hemos olvidado para qu¨¦ pod¨ªa servir el medio. A la mayor¨ªa de la gente el cebollino en oferta le satisface. Pero a ratos alguno se imagina lo que podr¨ªa dar de s¨ª la televisi¨®n y hasta qu¨¦ punto podr¨ªa enriquecer nuestro sistema mental y experimenta la misma nostalgia y angustia que tendr¨ªa un buen aficionado al f¨²tbol al ver el estadio del equipo de sus amores convertido en plantaci¨®n.
La televisi¨®n podr¨ªa regalar di¨¢logo al debate social. En cualquier problema nimio, da voz a los implicados, los enfrenta y nos sorprende con la inacabable cantidad de matices que todo suceso contiene. Gracias a esas capillas Sixtinas del cotilleo y esos Arcos del Triunfo de la cr¨®nica sangrienta que legan las emisoras a la humanidad, sabemos que ning¨²n personaje medi¨¢tico deja de esconder misterios ni ning¨²n suceso est¨¢ explicado del todo.
En la liquidaci¨®n de Garz¨®n, no hemos podido enfrentar a los protagonistas al debate p¨²blico. Ser¨¢ porque los jueces reservan su talento para espacios particulares, ser¨¢ porque la magistratura es al¨¦rgica al foco. Ser¨¢ por lo que sea, pero uno echa de menos o¨ªrlos hablar. Escuchar a Luciano Varela defender su posici¨®n m¨¢s all¨¢ de la literatura judicial espesa y voluble. Y a Garz¨®n encarar los tecnicismos con que le han pinchado las ruedas. Y a los vocales del Consejo ejercer de vocales, pero no s¨®lo en la salvaguardada intimidad institucional. Ruido todo el que quieran, pero debate sustancial con las partes asumiendo que el inter¨¦s nacional exige o¨ªr su voz, su r¨¦plica, su razonamiento, de eso nada. As¨ª que nos hemos quedado con el apag¨®n all¨¢ donde importa la luz y el foco en el campo de cebollinos habitual.
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