I?¨¢rritu palidece sin la letra de Arriaga
La sociedad creativa formada por el guionista Guillermo Arriaga y el director Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu demostr¨® en las memorables Amores perros, 21 gramos y Babel una armon¨ªa deslumbrante para que historias alternativas e irremediablemente atormentadas, concebidas con una estructura narrativa muy compleja en las que el tiempo y el espacio avanzan y retroceden, implicaran emocionalmente a cualquier espectador medianamente sensible en la definitiva tragedia o en la necesidad de redenci¨®n de personajes con los que el destino y las circunstancias se han ensa?ado.
Esa uni¨®n tan fruct¨ªfera, ese identificable universo, esa fraternidad entre lo escrito y la plasmaci¨®n en im¨¢genes y sonidos, termin¨® naufragando y cada cual sigui¨® su camino. Arriaga dirigi¨® de forma convincente su reconocible gui¨®n sobre el presente y el pasado de una autodestructiva profesional de la huida en Lejos de la tierra quemada. I?¨¢rritu acaba de presentar en el Festival de Cannes Biutiful, escrita por ¨¦l mismo con la ayuda de dos nuevos guionistas. Por mi parte, la expectaci¨®n ante un creador que me ha regalado tantas sensaciones impagables (he revisado varias veces su anterior trilog¨ªa y la perturbaci¨®n se mantiene intacta) era absoluta. Tambi¨¦n el deseo, no alimentado por el morbo que puede provocar las consecuencias de un divorcio art¨ªstico, de que el magn¨¦tico retratista de la complejidad de los sentimientos volviera a impresionarme. Pero secuencia a secuencia voy desinfl¨¢ndome, asistiendo a este cat¨¢logo de tormentos y sordidez con un distanciamiento molesto, con la sensaci¨®n de que no me creo lo que observo y escucho, de que las intenciones est¨¢n muy por encima del resultado.
Intenta abarcar demasiados temas siguiendo los pasos de un traficante
I?¨¢rritu intenta abarcar demasiados temas siguiendo los doloridos pasos de un traficante de mano de obra barata en una Barcelona fantasmal, de un ex yonqui que mea sangre y sabe que la met¨¢stasis le est¨¢ devorando, que vela por sus ni?os y teme por su futuro, que va de legal en sus trapicheos de supervivencia y siente compasi¨®n ante la desesperada penuria de los inmigrantes ilegales que le proporcionan su sustento, dotado de poderes sobrenaturales para hablar con los muertos, huyendo y necesitando a su compulsiva, alcoh¨®lica, medio puta, bipolar e insoportable esposa (uno de los seres m¨¢s desagradables que he sufrido en una pantalla desde hace tiempo), exigi¨¦ndole cuentas morales a un hermano golfo con el que comparte negocios, arrastrando su agon¨ªa y queriendo mantener una ¨¦pica dignidad en medio del infierno.
La odisea ¨ªntima de este hombre desgarrado, al que puedes comprender en su protectora y veraz relaci¨®n con sus cr¨ªos, est¨¢ acompa?ada paralelamente por las tragedias del submundo, las condiciones infrahumanas de un clandestino taller de chinos, la angustia de negros que compaginan la venta callejera de ropa con el camelleo de esquina, polic¨ªas corruptos que protegen el negocio, patronos nativos y for¨¢neos que explotan sin escr¨²pulos al lumpen. I?¨¢rritu pretende unir el naturalismo con la l¨ªrica, el aqu¨ª y ahora m¨¢s duro con la enso?aci¨®n m¨ªstica, el humanismo con la amargura, pero su exceso de pretensiones no ha sido bendecido por la coherencia argumental ni por la emoci¨®n ante tantas existencias a la deriva. No ha perdido su don para fabricar im¨¢genes poderosas y clima, pero no sirven para dotar de vida, ritmo, garra y sentimiento a ese mundo supuestamente lacerante. Javier Bardem se entrega en cuerpo y alma a su personaje, lo compone, matiza, vive y siente, pero su admirable esfuerzo va por libre ya que el entorno y el conjunto est¨¢n desfallecidos, por mucha est¨¦tica y ¨¦tica que quiera transmitirles I?¨¢rritu. Mi desencanto es doloroso porque el encanto hacia el cine de este director ha sido largo y pleno.
Stephen Frears, un se?or que se siente muy c¨®modo en la comedia costumbrista, aunque lo mejor que haya realizado en su obra siga siendo un poderoso y c¨ªnico drama como Las amistades peligrosas, nos alegra el d¨ªa con la divertida Tamara Drewe, radiograf¨ªa mordaz de lo que puede ocurrir en una casa de la campi?a inglesa destinada a escritores. El japon¨¦s Takeshi Kitano repite abusivamente su tem¨¢tica de yakuzas con m¨¢s sadismo del habitual y f¨®rmula sonrojante en la tan rutinaria como est¨²pida Outrage, que a excepci¨®n de sus irredentos y modernos fans nadie conoce sus m¨¦ritos para que concurse en la secci¨®n oficial de Cannes.
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