Difamar no siempre sale gratis
Difamar en Internet no siempre sale gratis, aunque para ello el difamado tenga que gastarse mucho dinero. Por principio, la aplicaci¨®n de las leyes sobre difamaci¨®n, calumnias, derecho al honor o a la intimidad no deber¨ªan variar seg¨²n el medio de comunicaci¨®n empleado para la afrenta, sea un peri¨®dico o un blog. Sin embargo, antes de la era Internet siempre fue m¨¢s f¨¢cil aplicar la ley sobre un medio impreso que sobre uno radiof¨®nico. Ha habido m¨¢s condenas por lo le¨ªdo que por lo voceado o visto.
El advenimiento de Internet, primero, y sus redes sociales, despu¨¦s, han facilitado que el rumor, el chascarrillo o la maledicencia lleguen mucho m¨¢s all¨¢ del patio de vecinos y, peor a¨²n, que se perpet¨²en en el tiempo, por escrito y an¨®nimamente, lo que dificulta la aplicaci¨®n de las leyes.
Sin embargo, aunque escasas, ya empieza a haber sentencias que castigan la difamaci¨®n en la Red, al igual que en cualquier otro medio. En Espa?a, el caso m¨¢s sonado es la condena a la Asociaci¨®n de Internautas por alojar la p¨¢gina Putasgae.org, que ya previamente hab¨ªa sido condenada. Tras siete a?os en los tribunales, en diciembre el Tribunal Supremo oblig¨® a la asociaci¨®n a indemnizar con 36.000 euros a la SGAE y a su presidente por los contenidos atentatorios contra el derecho al honor de los demandantes.
Por llamarle "tortuga", entre otras lindezas, el piloto de f¨®rmula 1 Rubens Barrichello consigui¨® que se condenara a Google en Brasil por lo mismo: albergar en su servicio de redes sociales cientos de perfiles falsos de Barrichello. A falta de encontrar al autor de los comentarios injuriosos, el juez suele responsabilizar a quien los aloja. Google tuvo que pagarle al piloto 500.000 d¨®lares, adem¨¢s de retirar esos perfiles.
Uno de los primeros casos por calumnias en Internet, en el 2000, se dio entre dos m¨¦dicos norteamericanos. El pat¨®logo Jonathan Oppenheimer envi¨® a Yahoo! mensajes con el seud¨®nimo Fbiinformat acusando al ur¨®logo Sam Graham de aceptar comisiones mientras trabajaba en la Universidad de Emory.
Fueron necesarios siete meses de trabajos para que los abogados de Graham descubrieran qui¨¦n estaba detr¨¢s de los mensajes. El abogado especialista Kurt Wimmer declar¨® entonces a The New York Times: "Si uno difama a alguien an¨®nimamente y se descubre su identidad, se aplican las leyes antilibelo. Es as¨ª en Internet y es as¨ª fuera de Internet".
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