Dos ciudades
Si vamos m¨¢s all¨¢ de las acusaciones cruzadas sobre aciertos y desaciertos tras el desenlace de la consulta sobre la Diagonal, podr¨ªamos tratar de ver qu¨¦ lecciones sacamos de todo ello en relaci¨®n con el futuro de la ciudad. Una primera conclusi¨®n es que no estamos en la Barcelona de final de siglo. Es absurdo relacionar las problem¨¢ticas y liderazgos actuales con los que ten¨ªa la ciudad en los ochenta o noventa. Los Serra y Maragall tuvieron la tarea de completar y rehacer una ciudad necesitada de respuestas tras tantos a?os de descuido. No hab¨ªa debate pol¨ªtico sobre qu¨¦ hacer. Y los Bohigas, Sol¨¤ Morales, Acebillo, etc¨¦tera fueron los instrumentos t¨¦cnicos que, con mayor o menor acierto, protagonizaron la apuesta por construir un espacio p¨²blico de calidad que caracterizara la ciudad. Fue un periodo que se puede resumir en liderazgo p¨²blico, consenso pol¨ªtico, acuerdo con las ¨¦lites y fuerte protagonismo t¨¦cnico en la implementaci¨®n.
Hay que construir consensos pol¨ªticos desde valores fuertes, no desde 'el todo vale'
Esa ciudad se acab¨® hace a?os. Y los intentos de reanimarla v¨ªa F¨®rum o Juegos de Invierno son simples estertores in¨²tiles. Menos certezas sobre lo que hay que hacer. Complejidades crecientes. M¨¢s heterogeneidad y fuertes din¨¢micas de individualizaci¨®n. Por tanto, m¨¢s externalidades en toda actuaci¨®n p¨²blica. No hay obra, o proyecto que no genere reacciones. Unas revestidas de intereses generales, otras descaradamente reactivas y singulares. El conocimiento sobre la ciudad, el debate de ideas sobre c¨®mo abordar su futuro, es mucho m¨¢s intenso y sobre todo m¨¢s plural que hace 10 o 20 a?os. Los antiguos protagonistas ya no son hegem¨®nicos y la confusi¨®n sobre qu¨¦ hacer y c¨®mo hacerlo se ha vuelto m¨¢s frecuente. El liderazgo p¨²blico est¨¢ m¨¢s en cuesti¨®n, y los intereses privados condicionan m¨¢s. Estamos en otra ciudad. Necesitamos construir consensos pol¨ªticos, pero desde valores fuertes, no desde el "todo vale". Sin acuerdos pol¨ªticos de fondo, las estrictas viabilidades t¨¦cnicas no sirven como antes. Politizar el debate sobre la ciudad quiere decir discutir sobre los valores que deben presidir su d¨ªa a d¨ªa. Y actuar consistentemente desde el fr¨¢gil equilibrio de esa cotidianidad. La antigua ciudad ya est¨¢ construida, para bien o para mal. La nueva est¨¢ por decidir y ser¨¢ m¨¢s complicada de gobernar.
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