Italia 'paradiso'
La tentaci¨®n de conformar algo as¨ª como la-gran-pel¨ªcula-italiana, esa que aglutinar¨ªa los principales hechos hist¨®ricos acaecidos en el pa¨ªs transalpino a lo largo del siglo XX, inmersos en un relato m¨¢s o menos lineal con un protagonista se?ero como gu¨ªa, ha seducido a cineastas de diversa condici¨®n. Del ascenso del fascismo a la II Guerra Mundial, de la emigraci¨®n al asesinato de Aldo Moro, del comunismo al terrorismo, de Salvatore Giuliano a la corrupci¨®n, de la mafia al f¨²tbol, la vida de los italianos ha sido un bullicioso carrusel de sobresaltos. Dino Risi, en Una vida dif¨ªcil (1961), con tono tragic¨®mico, y Marco Tullio Giordana, en La mejor juventud (2003), con tono melodram¨¢tico, lograron construir sendos monumentos cinematogr¨¢ficos e hist¨®ricos. Giuseppe Tornatore, con Baar¨¬a, intenta lo mismo, a lo largo de dos horas y media, con su inconfundible sello de simbolismo fabulador. Sin embargo, el director de la preciosa Cinema paradiso confunde amabilidad con ternurismo y, a pesar de algunas secuencias de cierta potencia visual, acaba naufragando por su empe?o en una nostalgia rosa que enlaza mal con la dureza de ciertos acontecimientos.
BAAR?A
Direcci¨®n: Giuseppe Tornatore. Int¨¦rpretes: Francesco Scianna, Margareth Mad¨¨, Giorgio Faletti.
G¨¦nero: drama. Italia, 2009.
Duraci¨®n: 150 minutos.
Como ocurre casi siempre con las pel¨ªculas que engloban un arco de tiempo muy largo, Tornatore tiene problemas en la caracterizaci¨®n del paso de los a?os con algunos de sus personajes, sobre todo al no decidir de forma homog¨¦nea entre el maquillaje envejecedor o el cambio de int¨¦rprete. Por otro lado, frente a la fuerza dram¨¢tica en la representaci¨®n de algunos de los momentos m¨ªticos de la vida italiana (por ejemplo, la poderosa secuencia de los botones de luto, conmemorativos de la pol¨¦mica matanza de campesinos en Portella della Ginestra, en 1947), demasiadas ideas de gran calado social, pol¨ªtico o econ¨®mico (el comunismo, la mafia, el reformismo) adquieren en la pel¨ªcula la forma de ingenua simplificaci¨®n para ni?os.
Con Tornatore, hasta en las etapas m¨¢s duras hay sitio para las risas, lo que no estar¨ªa mal si de vez en cuando tambi¨¦n se visualizaran las penurias. As¨ª, acaba resultando m¨¢s tr¨¢gico que c¨®mico que el autor ponga a los camisas negras de Mussolini como objeto continuo de las burlas del pueblo, pero no se d¨¦ pista alguna de las razones de su triunfo o de sus infinitos actos criminales. De modo que las solemnes pretensiones de Baar¨¬a s¨®lo cuajan en espor¨¢dicas estampas, como ese ni?o que corre hacia su objetivo con el ¨ªmpetu de un pa¨ªs en continua transformaci¨®n, o si se ve la pel¨ªcula con la condescendencia con la que Tornatore sobrevuela los episodios m¨¢s pol¨¦micos de la historia de su tierra.
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