Rummenigge, en su div¨¢n
El presidente del Bayern, ex jugador de ambos finalistas, vuelve a Chamart¨ªn, donde ha pasado todo tipo de calamidades
La tensi¨®n de una final de la Liga de Campeones con tu equipo en el terreno de juego y 75.000 espectadores en las gradas no parece el escenario ideal para la introspecci¨®n y la reminiscencia. Pero cuando Karl-Heinz Rummenigge, el presidente del Bayern de M¨²nich, se siente ma?ana en el palco del estadio Bernab¨¦u la pel¨ªcula de su memoria rebobinar¨¢ momentos inolvidables vividos en ese escenario. Todos enciclop¨¦dicos y casi todos infaustos para ¨¦l.
El ex delantero alem¨¢n marc¨® una ¨¦poca en los a?os 80 jugando en el Bayern, con el que anot¨® 162 goles en 310 encuentros, y en el Inter, con el que logr¨® 24 tantos en 64 partidos. Los dos equipos se juegan ma?ana la Copa de Europa en un partido que reproduce la esencia de la final mundialista de 1982, ganada (3-1) por Italia a Alemania, en el mismo marco. Un estadio del que Rummenigge siempre ha salido contrariado.
En 1981, en un trofeo veraniego, fue expulsado y el Bayern se retir¨® del campo
Juanito ya avis¨® al Inter: "Noventa 'minuti' en el Bernab¨¦u son 'molto longo"
Ser¨¢ la tercera final entre equipos italianos y alemanes. Las dos anteriores quedaron en manos germanas. En Atenas, en 1983, el Hamburgo derrot¨® al Juventus por 1-0, gol de Felix Magath, y en M¨²nich, en 1997, el Borussia de Dortmund gan¨® tambi¨¦n al Juventus por 3-1 con dos tantos de Karl-Heinz Riedle y uno de Lars Ricken. Desde el mismo palco en el que Sandro Pertini se abraz¨® al rey Juan Carlos por cada gol italiano hace 28 a?os, Rummenigge pondr¨¢ a prueba su particular maleficio en el estadio Bernab¨¦u.
La noche del 31 de marzo de 1976, el Bayern, doble campe¨®n de Europa, visitaba Madrid para disputar el partido de ida de las semifinales de la Copa de Europa. Los alemanes, con Rummenigge como estrella en ciernes, arrancaron un empate, 1-1, en un partido que pas¨® a la historia de las tanganas futbol¨ªsticas. El esc¨¢ndalo estall¨® tras un choque entre Roberto Mart¨ªnez y su portero, Sepp Maier, que acab¨® con la nariz del delantero rota. Un espectador salt¨® de su asiento y del anonimato para convertirse en El Loco del Bernab¨¦u tras agredir a M¨¹ller y al ¨¢rbitro austriaco Linemayer. Aquel d¨ªa, el biso?o Rummenigge asisti¨® como convidado de piedra al nacimiento de una hist¨®rica animadversi¨®n entre el Bayern y el Madrid de la que a?os despu¨¦s se convertir¨ªa en protagonista.
El estadio madridista se convirti¨® en territorio hostil para los alemanes incluso cuando ven¨ªan de fiesta. En un intrascendente partido por el tercer puesto del Trofeo Bernab¨¦u de 1981, Rummenigge se doctor¨® como futbolista non grato en Chamart¨ªn. Aquel ex¨®tico duelo entre el Dinamo de Tiblisi y el Bayern se convirti¨® en una verbena cuando, poco antes del descanso, el ¨¢rbitro expuls¨® al delantero alem¨¢n por responder con gestos obscenos al cari?o del p¨²blico madrile?o. En una curiosa aplicaci¨®n del corporativismo y la camarader¨ªa, el Bayern entero se retir¨® del campo obligando a un estupefacto Pes P¨¦rez a suspender el partido.
Al a?o siguiente, ni la aureola de la final de la Copa del Mundo ni el vestir la camiseta de su selecci¨®n en vez de la de su equipo evitaron a Rummenigge la sensaci¨®n de pisar tierra hostil al saltar al Bernab¨¦u. Lleg¨® lesionado a la final, pero aguant¨® 70 minutos sobre el campo en los que tan solo pudo certificar la derrota. "Llegamos muertos despu¨¦s de la semifinal contra Francia. Solo pod¨ªamos ganar si marc¨¢bamos el primer gol... Si tocaba remontar, no quedaban fuerzas", confiesa Paul Breitner, actual asesor del Bayern y autor del ¨²nico gol de Alemania en aquella final.
Rummenigge era el capit¨¢n de aquella selecci¨®n, el estandarte de una generaci¨®n que le encumbr¨® en lo particular con dos Balones de Oro consecutivos (1980 y 1981), pero con la que sucumbi¨® en dos finales mundiales seguidas, las del 1982 y 1986.
Aquella maldici¨®n en el estadio blanco permaneci¨® inalterable a pesar de su cambio de camiseta. En 1985, Rummenigge lleg¨® con la el¨¢stica neroazzurra del Inter de Mil¨¢n, su adversario de ma?ana. Era la vuelta de las semifinales de la Copa de la UEFA y hab¨ªan vencido por 2-0 en San Siro. Pero ya lo avis¨® Juanito: "Noventa minuti en el Bernab¨¦u son molto longo". Y lo fueron. Las cr¨®nicas anunciaban la estrategia en la previa. Camacho se encargar¨ªa de Rummenigge y Salguero de Altobelli. El capit¨¢n blanco marc¨® territorio rascando los tobillos del germano. El Inter de Rummenigge cay¨® eliminado tras perder por 3-0 en los albores del miedo esc¨¦nico que bautiz¨® despu¨¦s las remontadas europeas del Madrid.
El destino ha colocado de nuevo a Rummenigge en el estadio Bernab¨¦u. De nuevo, una final entre alemanes e italianos. Demasiadas coincidencias con 1982. Demasiadas batallas en ese estadio. Demasiados recuerdos. Le quedan noventa minuti de miedo esc¨¦nico para tratar de romper la maldici¨®n.
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