No tan cat¨®lica
Saber cu¨¢ntas personas cat¨®licas hay en nuestro pa¨ªs es una tarea imposible. Y me refiero a "cat¨®licas" en el sentido de que sus creencias religiosas est¨¢n vinculadas a la instituci¨®n llamada Iglesia, concepto que no siempre coincide con la acepci¨®n de "cristiano" y que hace referencia a las personas que siguen al mensaje evang¨¦lico de Jesucristo.
Es imposible determinar el n¨²mero de cat¨®licos por razones muy dispares. En primer lugar, porque la propia Constituci¨®n protege la intimidad de las creencias religiosas. En segundo lugar, porque algunas ceremonias est¨¢n tan arraigadas en la vida civil que dif¨ªcilmente podemos distinguir cu¨¢nto hay de religi¨®n o de acto social en celebraciones como bautizos, comuniones, entierros, festividades o en la romer¨ªa del Roc¨ªo.
Los ¨²nicos datos objetivos y totales que nos pueden aproximar a las cifras reales de cat¨®licos en nuestro pa¨ªs son los de Hacienda, que nos informan del n¨²mero de personas que seleccionan contribuir a la Iglesia cat¨®lica y los de ense?anza, que nos indican el porcentaje de alumnos matriculados en las clases de religi¨®n en la ense?anza no universitaria.
En la ense?anza concertada la opci¨®n religiosa se sit¨²a en torno al 90%, mientras que en la p¨²blica alrededor de un 70% del alumnado elige esta opci¨®n. La experiencia directa nos dir¨¢ que conforme subimos en los tramos educativos, la opci¨®n de religi¨®n disminuye considerablemente y el 70% de cat¨®licos de la ense?anza inicial, se reduce a solo un 20% en el bachillerato. Una buena pregunta ser¨ªa: ?Qu¨¦ ha sucedido en ese tramo para que el alumnado abandone la asignatura de Religi¨®n? ?Han perdido sus creencias en el camino? ?O cuando los j¨®venes deciden por s¨ª mismos no sienten tanta presi¨®n social ni miedo alguno al aislamiento? Todo un enigma. Si, adem¨¢s, pudi¨¦semos analizar cu¨¢ntos de estos estudiantes est¨¢n conformes con la teor¨ªa cat¨®lica sobre el aborto, el divorcio, la homosexualidad, la eutanasia, la igualdad de las mujeres o la libertad sexual, las respuestas dejar¨ªan en ¨ªnfima minor¨ªa a los seguidores convencidos de esta instituci¨®n.
La marca de la casilla correspondiente a la Iglesia cat¨®lica en la declaraci¨®n de la renta -independientemente de que pensemos que se trata de un subterfugio para aparentar neutralidad religiosa por parte del Estado-, nos puede servir de indicador para conocer esta realidad. Seg¨²n los datos facilitados por la Conferencia Episcopal, en el a?o 2009 s¨®lo el 34% de los contribuyentes puso su equis a favor de la Iglesia cat¨®lica. Teniendo en cuenta que el bolsillo es un buen term¨®metro social, el hecho de que la mayor parte de los contribuyentes rehuyan la cruz para la Iglesia nos hace ver que esta sociedad no es mayoritariamente cat¨®lica. Imagino que entre los que eluden la equis de los obispos hay una gran diversidad de pensamientos que abarca desde no creyentes, practicantes de otras religiones, hasta cristianos que no est¨¢n muy conformes con el anquilosamiento y la falta de sensibilidad social de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica.
Por todos estos motivos, y con el respeto m¨¢s sincero a todas las personas que se declaran cat¨®licas, quiz¨¢s sea el momento de romper el delicado lazo y dejar de mantener la ficci¨®n de una instituci¨®n omnipresente, mantenida por el Estado de forma artificial a trav¨¦s de una generosa provisi¨®n de dinero p¨²blico que convierte al Ministerio de Hacienda en su recaudador de impuestos y a la ense?anza en un p¨²lpito privilegiado de su doctrina. Cada vez m¨¢s cristianos lo comprenden para desesperaci¨®n de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. Dicen que cuando Teresa de Jes¨²s lleg¨® a Sevilla y se encontr¨® con grandes dificultades para crear su orden, exclam¨®: "?Con el calor que hace en estas tierras, bastante tiene el sevillano con no pecar!". Pues eso, con la que est¨¢ cayendo, bastante tiene el ciudadano con su propia cruz.
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