De paso por Madrid
Voy con frecuencia a Madrid, por razones diversas, y en varias ocasiones he escrito a prop¨®sito de una ciudad que me gusta. Hace poco asist¨ª a la Salom¨¦ del Teatro Real. Paso a paso, el Real ha superado el estigma conservador con que renaci¨® en 1997 para incorporarse a las corrientes vanguardistas. Su director general, el ourensano Miguel Mu?iz, ha impulsado con acierto una nueva l¨ªnea que ha fidelizado a un p¨²blico variado en torno a un programa muy atractivo. A d¨²o con G¨¦rard Mortier, aunque sea a costa de Puccini, seguramente nos deparar¨¢ a partir de la pr¨®xima temporada citas memorables, como aquellas a las que nos acostumbr¨® el belga durante su larga, pol¨¦mica y brillante etapa en Salzburgo.
La capital es cosmopolita y contradictoria, y al tiempo, jacobina con las diferencias de la periferia
Salom¨¦ es una ¨®pera impresionante, una de las m¨¢s intensamente dram¨¢ticas de Richard Strauss. El libreto de Hedwig Lachmann es fiel al tono provocador de la obra original de Oscar Wilde. La representaci¨®n alcanz¨® una gran calidad, tanto vocal como orquestal, con un L¨®pez Cobos sobresaliente, e incluso escenogr¨¢fica, aunque ¨¦sta fuese la parte m¨¢s controvertida por el tratamiento descarnado que da a la conocida Danza de los siete velos. Escalofriante el uso del leitmotiv en la escena del dueto, cuando la hija de Herod¨ªas, trastornada por la lujuria, pide al profeta: "?D¨¦jame besar tu boca, Jokanaan!", con no menos violencia y obstinaci¨®n con que al final pedir¨¢ su cabeza a Herodes. Por cierto, felicit¨¦monos por que L¨®pez Cobos formalice su ya habitual colaboraci¨®n con la Sinf¨®nica de Galicia, porque es un excelente director.
Al hilo de la referencia musical, me paso a Galicia un p¨¢rrafo para traer a colaci¨®n las dos experiencias contrapuestas en el Palacio de Congresos de Santiago, propiciadas por el Xacobeo 2010. En una sala cuya ac¨²stica me parece injustamente infravalorada, el R¨¦quiem de Verdi fue una cita muy satisfactoria; la Sinf¨®nica de Galicia es una orquesta magn¨ªfica, V¨ªctor Pablo maneja muy bien estas partituras grandiosas y el Orfe¨®n Donostiarra fue, como suele, lo mejor de la noche. Muy distinto result¨® el recital del deslumbrante Lang Lang, donde al menos un tercio del p¨²blico parec¨ªa salido de un reality show o ca¨ªdo de las nubes, como si Galicia no tuviera al menos veinte a?os de tradici¨®n de auditorios y orquestas. Aquello parec¨ªa una jam session, con la gente aplaudiendo a rabiar en cada silencio; solo faltaron los silbidos para completar el repertorio de toses, tel¨¦fonos, fogonazos, alarmas y pitidos diversos.
Vuelvo al punto de partida. Aconsejo no perderse la exposici¨®n Monet y la abstracci¨®n. Tomando como pre¨¢mbulo las influencias de Turner y Whistler en el maestro franc¨¦s, se despliega en el Museo Thyssen-Bornemisza y en la sede de la Fundaci¨®n Cajamadrid la ascendencia de Monet en el expresionismo abstracto, confrontando obras de Rothko, De Koonig, Pollock, Twombly, Gottlieb y otros, incluido Esteban Vicente. Para m¨ª, lo m¨¢s sorprendente son las series de la vegetaci¨®n del jard¨ªn de Giverny, los nen¨²fares, iris y sauces sobre el agua, mediados por un horizonte que aparece y desaparece conformando el camino entre el impresionismo y la abstracci¨®n. Cabe preguntarse si es C¨¦zanne o Monet el padre de la abstracci¨®n; probablemente ambos lo son pero, en mi opini¨®n, Turner se les adelant¨® cincuenta a?os.
Para bien o para mal, Madrid nunca defrauda. La megaciudad puede permitirse ciertos lujos porque, como efecto centr¨ªpeto de la capitalidad, seguir¨¢ atrayendo econom¨ªa sin tener que mover un dedo. De alguna forma, todos trabajamos para ella. Se nota esa sobreabundancia en la Puerta del Sol, nudo gordiano de las comunicaciones espa?olas, fruto de una visi¨®n radioc¨¦ntrica defendida por todos los gobiernos, con esa especie de globo destellante que emerge en el centro, reflejando en los cristales de parhelio las farolas fernandinas que, al final, ganaron la partida al hermoso dise?o de Ant¨®n Capitel. De nuevo, el oso y el madro?o se erigen como s¨ªmbolo imbatible.
Contradictoria, cosmopolita como ninguna otra para entender, acoger y convivir, y al mismo tiempo jacobina frente a las diferencias culturales de la periferia, sobre todo idiom¨¢ticas, como si ¨¦se fuera el gran problema de Espa?a. Comoquiera que sea, Madrid siempre suena bien, como dec¨ªa don Antonio Machado. Ese rompeolas de todas las Espa?as tan evocado despu¨¦s del nefasto 11 de marzo de 2004.
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