Un gran pensador marroqu¨ª
Hay muertes que tienen un alcance hist¨®rico. En una reciente necrol¨®gica (EL PA?S, 9 de mayo de 2010), Andr¨¦s Mart¨ªnez Lorca llamaba la atenci¨®n sobre el fallecimiento de uno de los m¨¢s grandes intelectuales ¨¢rabes contempor¨¢neos, el marroqu¨ª Mohamed al Jabri. Con mucha sutileza, recordaba la aportaci¨®n de este pensador a la filosof¨ªa ¨¢rabe contempor¨¢nea y su compromiso en favor de la democracia y del progreso social en su pa¨ªs. La muerte de Al Jabri es efectivamente una gran p¨¦rdida. Nunca repetiremos suficientemente, sobre todo en los tiempos actuales de fundamentalismo isl¨¢mico, lo que el trabajo de reflexi¨®n de Al Jabri significa para los defensores de la modernizaci¨®n del mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n. Como otros intelectuales magreb¨ªes y de Oriente Medio, hab¨ªa emprendido, ante el auge del integrismo, una suerte de repliegue intelectual para reflexionar a la vez sobre el fracaso del nacionalismo ¨¢rabe secular y sobre las derivas del pensamiento isl¨¢mico.
El trabajo de Mohamed al Jabri significa mucho para la modernizaci¨®n del mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n
Ex secretario de Mehdi Ben Barka (fundador del socialismo democr¨¢tico marroqu¨ª y l¨ªder del Tercer Mundo en los a?os sesenta), Mohamed al Jabri era el hombre de otro mundo ¨¢rabe: el del ¨²ltimo tercio del siglo XX, durante el que la mayor¨ªa de intelectuales comprometidos luchaban por la creaci¨®n de una sociedad ¨¢rabe moderna y tolerante. Pero esos intelectuales fueron derrotados por la conjunci¨®n de poderes pol¨ªticos autoritarios y de una profunda regresi¨®n religiosa, encarnada en un islamismo fan¨¢tico opuesto a la tradici¨®n de apertura del islam universalista. Las dos consecuencias m¨¢s dram¨¢ticas de esa situaci¨®n son conocidas: imposibilidad de aclimatar la democracia en el mundo ¨¢rabe y violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos del hombre y de la mujer, como si se tratara de una maldici¨®n divina, mientras que, en ?frica subsahariana, Am¨¦rica Latina, Asia, los pa¨ªses del Este, democracia y derechos de las personas ganan terreno por todas partes...
Colocados a la defensiva, la mayor¨ªa de intelectuales laicos ¨¢rabes han emprendido estos ¨²ltimos a?os una profunda reflexi¨®n, de la cual la obra de Al Jabri es un brillante testimonio (vean por ejemplo su Cr¨ªtica de la raz¨®n ¨¢rabe en tres vol¨²menes o, tambi¨¦n, su m¨¢s reciente Introducci¨®n al Cor¨¢n). Por un lado, se trata para ellos de defender la relaci¨®n creadora entre la filosof¨ªa occidental contempor¨¢nea y la construcci¨®n de una visi¨®n del mundo ¨¢rabe moderna y secular; por el otro, se trata de mostrar los fecundos lazos, desde la Edad Media, entre las corrientes filos¨®ficas occidentales e isl¨¢micas para desembocar en la elaboraci¨®n de valores comunes, incluidos los que se refieren al estatuto del individuo en la sociedad y la libre indagaci¨®n intelectual. Esta segunda l¨ªnea de reapropiaci¨®n es de gran importancia, ya que permite efectivamente hacer del esplendor pasado de la civilizaci¨®n musulmana un arma contempor¨¢nea contra los prejuicios dominantes. Es lo que Mohamed al Jabri, refiri¨¦ndose a la aportaci¨®n universalista del fil¨®sofo ¨¢rabe-espa?ol Averroes, defin¨ªa como la necesidad de actualizar el momento "averrosiano". Por ¨²ltimo, se trata de superar la regresi¨®n fundamentalista no fomentando el islam tradicionalista, actualmente dominante en casi todas partes, sino planteando claramente la cuesti¨®n de la separaci¨®n entre lo espiritual y lo temporal, por tanto, la secularizaci¨®n del poder pol¨ªtico como condici¨®n ineludible para la democracia.
Este es un desaf¨ªo extremadamente dif¨ªcil de afrontar, puesto que esos intelectuales no solo est¨¢n confrontados al manique¨ªsmo islamista, que quiere cortar el acceso a la cultura occidental con el pretexto de que esta es por definici¨®n enemiga del Islam, sino tambi¨¦n al manique¨ªsmo occidental que, desde la victoria de la revoluci¨®n iran¨ª, ha erigido el islam integrista en interlocutor privilegiado. Eso no impide que toda una corriente de renovaci¨®n del pensamiento est¨¦ desarroll¨¢ndose desde hace a?os en T¨²nez, Marruecos, Egipto y, por supuesto, en el que sigue siendo el laboratorio del pensamiento m¨¢s libre, L¨ªbano. Como apunta acertadamente Mart¨ªnez Lorca, la ¨²ltima obra de Al Jabri, Introducci¨®n al Cor¨¢n, es ejemplar del objetivo que se marca la mayor¨ªa de estos pensadores: mostrar que la relaci¨®n con la herencia religiosa isl¨¢mica debe hacerse desde una perspectiva cr¨ªtica, abierta al futuro y necesariamente democr¨¢tica. Mohamed al Jabri, ese gran marroqu¨ª, hombre de la Ilustraci¨®n, valiente, tolerante, deja una obra excepcionalmente rica. Esperemos que las nuevas generaciones de intelectuales ¨¢rabes, as¨ª como todos los que apoyan su combate en Europa y en el mundo, hagan suya esa obra y transformen las potentes ideas que contiene en fecundas simientes para el di¨¢logo de las culturas.
Traducci¨®n de M. Sampons.
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