"Los del 68 no quieren envejecer"
Llueve en Barcelona, y la rambla del Raval brilla al estilo de cualquier bulevar del norte de Europa. Mohamed Kabbaj la contempla a trav¨¦s de los cristales con algo de melancol¨ªa mientras se prepara el desayuno en el buf¨¦ del hotel: unas tostadas que untar¨¢ con mermelada y zumo de naranja.
Kabbaj (Fez, 1946) es ingeniero de caminos, economista, y el mejor ejemplo de un hombre ilustrado, educado en Francia, en Par¨ªs, donde vivi¨® como estudiante el Mayo del 68 -"Las parejas hac¨ªan el amor por los pasillos", asegura-. Fue ministro de Finanzas y de Obras P¨²blicas y wali (gobernador) del Gran Casablanca desde 2005 hasta enero de 2009. Es consejero del rey Mohamed VI y presidente de Lafarge Maroc, la mayor productora de cemento de Marruecos. Pero, por encima de todo, preside el Festival de Fez de Musicas Sacras del Mundo -su 16? edici¨®n se celebrar¨¢ del 4 al 11 de junio- que acoge m¨²sicas de las principales religiones. Una pluralidad que no casa con cierto islam que hace de la intolerancia su credo, y cuyo peso en Marruecos se hace notar. "Vivimos en una situaci¨®n muy dif¨ªcil", reconoce, "hay una cierta frustraci¨®n en el mundo musulm¨¢n". "En los a?os treinta y cuarenta hab¨ªa muchas esperanzas y pens¨¢bamos que tras la colonizaci¨®n, con la liberaci¨®n y abri¨¦ndonos al mundo, a la ciencia, nos ¨ªbamos a desarrollar. Pero ha habido muchos fracasos. Y el hombre finalmente se vuelve a Dios, porque piensa que en la religi¨®n va encontrar la fuerza para desarrollarse. Pero poco a poco va a recuperarse el equilibrio", dice.
El asesor del rey Mohamed VI vivi¨® en Par¨ªs la b¨²squeda de la modernidad
Sobre el uso del velo por las mujeres es tajante. "Para nosotros el velo no es una obligaci¨®n religiosa, pero se ha convertido en un s¨ªmbolo de esta crisis y del movimiento radical. Pero le damos m¨¢s importancia de la que tiene, que es precisamente la reacci¨®n que buscan los radicales. Hay que tratar estos problemas con m¨¢s sencillez".
Una nueva visita al buf¨¦ sirve para llenar la mesa de frutas, de enormes rodajas de naranjas salpicadas de fresas. No se esconde a la hora de comentar los incidentes que han acabado con la expulsi¨®n de sacerdotes cat¨®licos. "En Marruecos uno puede vivir su religi¨®n como quiere, pero est¨¢ prohibido el proselitismo", se?ala. Y justifica: "En el esp¨ªritu moderno cualquiera puede cambiar de religi¨®n, pero en una sociedad tradicional eso puede crear problemas. Toda transformaci¨®n en una sociedad es un proceso muy lento. Europa, para llegar a donde est¨¢, ha necesitado seis siglos. La comunidad occidental tiene una memoria muy corta. Ahora hablamos de las bodas gays: imag¨ªnese que en Espa?a en los a?os sesenta uno dijera que era gay. Era un delito grave. Las sociedades se hacen por etapas. Quien recuerde c¨®mo era la sociedad marroqu¨ª hace 40 a?os ver¨¢ que ha habido un paso de gigante. No se puede pedir a una generaci¨®n que avance 10 generaciones, eso lo tiene que entender la sociedad occidental. Hay que administrar este choque cultural con mucha prudencia".
Y mientras se prepara otra tostada con mermelada recuerda su juventud. "Yo estaba en Par¨ªs en Mayo del 68. Durante un mes toda la ciudad se par¨®, todas las universidades estaban ocupadas por los estudiantes, se ve¨ªan por primera vez a las parejas haciendo el amor por los pasillos, buscaban la modernidad que la sociedad les negaba. A¨²n vivimos de esa revoluci¨®n. Es una generaci¨®n que no ha madurado, que no quiere envejecer. No asume su edad. Las hijas tienen un conflicto grave, porque su madre se ha vuelto una competidora. Es un fen¨®meno de desequilibrio enorme", sentencia.
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