Jes¨²s como hip¨®tesis
El movimiento liderado por Jes¨²s de Nazaret ha dejado una huella profunda en la cultura occidental. Extracto del nuevo libro del fil¨®sofo Jes¨²s Moster¨ªn, que ofrece una visi¨®n cr¨ªtica del nacimiento y desarrollo de una de las religiones m¨¢s extendidas en el planeta
Existi¨® realmente Jes¨²s, o es una figura inventada por los cristianos posteriores? No lo sabemos. Desde luego, Jes¨²s, si existi¨®, pas¨® bastante inadvertido, pues no fue registrado en los anales de su ¨¦poca ni en los escritos de sus coet¨¢neos. De hecho, ninguna fuente (griega, romana o jud¨ªa) contempor¨¢nea lo menciona siquiera. Ya en la segunda mitad del siglo I, solo las cartas de Pablo (que nunca hab¨ªa conocido personalmente a Jes¨²s, que no ofrece detalle alguno sobre su vida y que incluso parece ignorar las tradiciones biogr¨¢ficas y las doctrinas recogidas en los posteriores Evangelios) y los Evangelios mismos. (...) Incluso entonces, ninguna fuente pagana menciona a Jes¨²s. Entre las fuentes jud¨ªas, su nombre s¨®lo aparece brevemente en el historiador Yosef ben Matatiahu, m¨¢s conocido como Flavio Josefo (37-101).
Los cristianos,
de Jes¨²s Moster¨ªn.
Alianza Editorial.
Precio: 11,50 euros.
No fue registrado en los anales de su ¨¦poca ni en los escritos de sus coet¨¢neos. Las reliquias de la cruz son falsas
En 93 (sesenta a?os despu¨¦s de la muerte de Jes¨²s) escribi¨® Josefo la obra Antig¨¹edades jud¨ªas, en cuyo cap¨ªtulo 18, corrompido por interpolaciones, parece decir: "Por este tiempo apareci¨® Jes¨²s, un hombre sabio, que atrajo hacia ¨¦l a muchos jud¨ªos. Y cuando Pilatos, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo hab¨ªa condenado a la cruz, aquellos que lo hab¨ªan amado primero no lo abandonaron. La tribu de los cristianos, llamados as¨ª por ¨¦l, no ha cesado de crecer hasta este d¨ªa". En el cap¨ªtulo 20 se menciona indirectamente a Jes¨²s al relatar la muerte de su hermano Jacobo: "Anan¨ªas era un saduceo sin alma. Convoc¨® astutamente al sanedr¨ªn en el momento propicio. El procurador Festo hab¨ªa fallecido. El sucesor, Albino, todav¨ªa no hab¨ªa tomado posesi¨®n. Hizo que el sanedr¨ªn juzgase a Jacobo, hermano de Jes¨²s, llamado el Cristo, y a algunos otros. Los acus¨® de haber transgredido la ley y los entreg¨® para que fueran apedreados".
Eso es todo. No hay absolutamente ning¨²n testimonio escrito contempor¨¢neo de Jes¨²s. Y los dos pasajes citados de Flavio Josefo son los ¨²nicos no cristianos que lo mencionan en los 80 a?os siguientes a su muerte. Los posteriores, que siguen siendo escasos, est¨¢n ya tan alejados de los presuntos hechos descritos, que dif¨ªcilmente merecen cr¨¦dito como fuentes primarias. ?Habr¨¢ m¨¢s suerte con los restos arqueol¨®gicos?
El coleccionista de antig¨¹edades Oded Golan, de Tel Aviv, caus¨® sensaci¨®n cuando, en 2002, anunci¨® en una conferencia de prensa que hab¨ªa descubierto el resto arqueol¨®gico m¨¢s antiguo relacionado con Jes¨²s, un osario de piedra caliza que presuntamente habr¨ªa contenido los huesos de Jacobo, el hermano de Jes¨²s, pues llevaba la inscripci¨®n: "Jacobo, hijo de Jos¨¦ y hermano de Jes¨²s". Ese mismo a?o, el osario fue exhibido en Canad¨¢. Muchos visitantes se arrodillaban ante el osario y rezaban. En 2004, tras una investigaci¨®n de sus detectives y arque¨®logos, la polic¨ªa israel¨ª acus¨® a Golan de fraude. La inscripci¨®n que ligaba el osario con Jacobo e indirectamente con Jes¨²s estaba falsificada. Adem¨¢s, los dos ¨²nicos objetos presuntamente provenientes del templo de Jerusal¨¦n y vendidos por Golan a museos tambi¨¦n resultaron ser un fraude, como comprobaron los arque¨®logos. La peripecia entera ha sido tan abracadabrante, que en 2008 la periodista Nina Burleigh le ha dedicado un libro entero, entretenido y bien documentado.
De hecho, no hay ning¨²n resto arqueol¨®gico genuino que tenga relaci¨®n alguna con Jes¨²s. Las iglesias de todo el mundo contienen miles de reliquias de la cruz en la que muri¨® Jes¨²s, pero todas son falsas. Ya en la exposici¨®n universal de 1933 estuvo expuesto el c¨¢liz de la ¨²ltima cena, el santo grial, que acababa de ser encontrado, pero luego result¨® ser del siglo VI. (...)
Hermann Samuel Reimarus (1694-1768) fue el primer int¨¦rprete b¨ªblico que propuso la tesis m¨¢s com¨²nmente aceptada por los expertos actuales, a saber, que Jes¨²s fue efectivamente un personaje real, un sant¨®n galileo que quiz¨¢ aspiraba a convertirse en el mes¨ªas jud¨ªo para acabar con el dominio romano, pero que fracas¨® en su empe?o. Para sobreponerse a ese fracaso, sus disc¨ªpulos inventaron su resurrecci¨®n y redefinieron su misi¨®n. Otros tratadistas posteriores, como Bruno Bauer (1809-1882), John M. Robertson (1856-1933), Arthur Drews (1865-1935), Prosper Alfaric (1876-1955), Earl Doherty, Robert M. Price y George A. Wells llegaron a la conclusi¨®n de que Jes¨²s no existi¨® nunca, sino que se trata de una mera creaci¨®n literaria, m¨ªtica o conceptual. Tanto los partidarios como los negadores de la existencia hist¨®rica de Jes¨²s parten de las numerosas contradicciones en los textos neotestamentarios que a ¨¦l se refieren. Algunos partidarios de la existencia hist¨®rica de Jes¨²s utilizan el curioso argumento (que pone los pelos de punta a cualquier l¨®gico) de que las contradicciones son de tan grueso calibre, que nunca habr¨ªan sido introducidas en un texto inventado, sino que tienen que recoger tradiciones anteriores insoslayables. Gonzalo Puente Ojea y Antonio Pi?ero se?alan que las dificultades proceden del intento fallido de cohonestar dos discursos incompatibles: el que recoge los relatos tradicionales sobre la vida de Jes¨²s y la gran especulaci¨®n teol¨®gica paulina sobre el Cristo redentor y divino. Los partidarios del mito piensan que las contradicciones son t¨ªpicas de la formaci¨®n de los ciclos m¨ªticos y que se dan igualmente en las "biograf¨ªas" mitol¨®gicas de los dioses de la antig¨¹edad. En conjunto, la opini¨®n a favor de la existencia hist¨®rica de Jes¨²s es predominante entre los estudiosos del tema, como muestra el libro ?Existi¨® Jes¨²s realmente?, editado por Pi?ero en 2008.
A pesar de que no estemos seguros de que Jes¨²s haya existido, tampoco tenemos prueba alguna en sentido contrario. En conjunto, la hip¨®tesis de que haya existido permite una narrativa m¨¢s continua y coherente (aunque hipot¨¦tica e insegura) del desarrollo inicial del cristianismo, que en sus etapas posteriores ya es plenamente hist¨®rico.
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