Balmes y Catalu?a
En un art¨ªculo anterior (Bicentenario de Balmes, EL PA?S, del pasado 6 de abril) trat¨¦ de refutar la visi¨®n, demasiado com¨²n, de Jaime Balmes como uno de los padres del reaccionarismo espa?ol. Quisiera abordar ahora el problema de su catalanismo. Los que lo han tratado se han fijado casi exclusivamente en los cuatro art¨ªculos que con el t¨ªtulo de 'Catalu?a' public¨® en 1843 en la revista La Sociedad, en los que, descartando por imposible romper la unidad nacional, apuntaba que Catalu?a "puede alimentar y fomentar cierto provincialismo leg¨ªtimo, prudente, juicioso, conciliable con los grandes intereses de la naci¨®n". Sostengo que no es ¨¦ste su m¨¢s aut¨¦ntico sentir. Torras i Bages, que fue el gran heredero ideol¨®gico de Balmes, le atribu¨ªa la frase: "Tengo en el coraz¨®n la Rep¨²blica, pero la monarqu¨ªa en la cabeza". Yo dir¨ªa que Balmes ten¨ªa en lo m¨¢s hondo de su coraz¨®n la independencia de Catalu?a, pero en p¨²blico y, sobre todo, cuando escrib¨ªa para Madrid, alardeaba de seny y se contentaba con las migajas de un provincialismo "bien entendido". Recordemos algunos escritos suyos significativos.
El pensador ten¨ªa en su coraz¨®n la independencia, pero cuando escrib¨ªa para Madrid, alardeaba de 'seny'
Un amigo le hab¨ªa dedicado desde Madrid una poes¨ªa en catal¨¢n. Balmes, en uno de sus rar¨ªsimos escritos en catal¨¢n, le respondi¨® con estos ripios: Admirant lo teu llenguatje / casi r¨¤bia m'ha agafat, / que'm feia dir malbinatje / qui parlar nos ha imposat / que no ¨¦s del nostre llinatje.
Jo ja't dich, no'm v¨¦nen ganas / de tornar-me castell¨¤, /y em semblan valents pavanas / els que volen oblidar / las paraulas catalanas.
En su semblanza con el irland¨¦s O'Connell, en vida a¨²n de ¨¦ste (morir¨ªa en 1847, un a?o antes que Balmes), difundida con gran ¨¦xito en Irlanda traducida al ingl¨¦s, es evidente que piensa en Catalu?a cuando lo elogia porque lucha por la libertad de su patria por la v¨ªa parlamentaria, sin apelar a la violencia (La Civilizaci¨®n, septiembre de 1841).
En marzo de 1843 public¨® en La Sociedad el curioso art¨ªculo 'Un castillo y una ciudad', o sea, di¨¢logo entre Montju?c y Barcelona. La ciudad sostiene que no es la esclava del castillo, pero ¨¦ste le recuerda el terrible bombardeo que le infligi¨® el 2 de diciembre de 1842. Su lectura se hace dif¨ªcilmente soportable al lector moderno, porque imita la prosa literaria de Chateaubriand y Lerminier, hasta el punto de que el P. Ignasi Casanovas lo tacha de "pecado literario", pero hay que tener en cuenta que estaba a¨²n en el poder Espartero, que hab¨ªa ordenado el bombardeo, y s¨®lo se pod¨ªa hablar de ¨¦l en lenguaje simb¨®lico (como nuestros cantautores durante la dictadura franquista). Pero tras la ca¨ªda del dictador, en julio del mismo 1843, Balmes hablar¨¢ en plata.
Se puso inmediatamente a la obra y, testigo del bombardeo y bien documentado, entre el 21 de diciembre de 1843 y el 1 de febrero de 1844 public¨® en siete art¨ªculos de La Sociedad una dur¨ªsima biograf¨ªa de Espartero. Ten¨ªa delante el diario razonado con que el general Van Halen, ejecutor material del bombardeo, trat¨® de justificarse ante la indignaci¨®n que por toda Europa suscit¨® su brutalidad, y que hab¨ªa obligado a Espartero a destituirlo. Es curioso que Balmes y Van Halen coinciden en ver en aquel alboroto ciudadano contra las quintas, reprimido a ca?onazos, una reviviscencia de la guerra dels Segadors. Balmes est¨¢ totalmente del lado de los revoltosos, y hasta lamenta que hubiesen aflojado y no hubieran llegado hasta el fin cuando la ciudad estaba en sus manos. Van Halen se extra?a de que los catalanes, siempre divididos, se hubiesen puesto todos de acuerdo para luchar contra el ej¨¦rcito espa?ol. Balmes copia estas palabras de Van Halen: "Conoc¨ªa la historia y no olvidaba la de los acontecimientos de Barcelona y resto de Catalu?a desde 1638 al 1640, pero me parec¨ªa imposible que pudiesen reproducirse pasados dos siglos". Asegura que los revoltosos consideraban que era una lucha entre catalanes y castellanos, y que maldec¨ªan a los soldados "porque hab¨ªan venido a Catalu?a (...). Muerte a los soldados, o muerte a los castellanos, eran las palabras de orden". Balmes le replica que, si conoc¨ªa la historia, deb¨ªa de conocer tambi¨¦n que los catalanes son muy guerreros, pero no admiten ser "quintos" del rey de Espa?a.
Confrontando estos textos con aquellos moderados art¨ªculos sobre el provincialismo, forzoso es reconocer su duplicidad. El can¨®nigo Llu¨ªs Cura Pellicer, experto balmesiano, afirmaba que "la personalidad profunda de nuestro pensador probablemente estaba trenzada de dos yos. Es posible rastrear en sus obras una mentalidad dil¨®gica" (es decir, contradictoria). Y el inefable Francesc Pujols, que al margen de sus divertidas extravagancias era inteligente, agudo y muy le¨ªdo, reprochando a Balmes que no llegara a las ¨²ltimas consecuencias de sus afirmaciones, dice que cuando ya ten¨ªa la liebre agarrada con ambas manos, la suelta. ?No se da tambi¨¦n hoy d¨ªa la misma contradicci¨®n en muchos catalanes?
Hilari Raguer es historiador y monje de Montserrat
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