Zapatero sin baraka
El presidente del Gobierno, seg¨²n informa su entorno, es consciente de haber perdido la baraka; sigue gozando, en cambio, de un ¨¢nimo resuelto para enfrentar la crisis, y de ah¨ª que no considere solicitar una cuesti¨®n de confianza, realizar una remodelaci¨®n ministerial ni, tampoco, adelantar las elecciones. Es decir, que estamos donde est¨¢bamos, solo que en vez de un mago habr¨¢ que conformarse con un dirigente voluntarioso que no se desanima aunque no le salgan bien las cosas.
Si el prop¨®sito de estos juicios era transmitir tranquilidad, el efecto puede ser exactamente el contrario. Pero no porque nadie, a no ser los asesores de imagen, se haya tomado en serio la noticia de que Zapatero ha perdido la baraka, sino porque esa noticia, m¨¢s all¨¢ de su literalidad, da a entender que en el entorno del presidente, si no en la cabeza del presidente mismo, contin¨²a vigente la idea de que es en el terreno de su singular personalidad y sus virtudes taumat¨²rgicas donde se decide el desenlace de la crisis, no en las decisiones que adopte y en la manera de gestionarlas pol¨ªticamente. Si el presidente sufri¨® o no sufri¨® al anunciar el recorte del gasto p¨²blico es algo que, adem¨¢s de introducir en la pol¨ªtica una cursiler¨ªa propia de las telenovelas, demora la respuesta al principal problema al que se enfrenta el Gobierno: c¨®mo encajar en t¨¦rminos pol¨ªticos el brusco y radical viraje econ¨®mico, tras la creaci¨®n del fondo europeo para evitar que otras econom¨ªas se precipitasen en la situaci¨®n de Grecia.
Un Gobierno no puede hacer de pronto lo contrario de lo que defend¨ªa y seguir como si nada
Raya en la insensatez pensar que un Gobierno pueda hacer de pronto todo lo contrario de lo que defend¨ªa hasta la v¨ªspera y seguir como si nada. A lo sumo, emitiendo partes psicol¨®gicos sobre la evoluci¨®n del ¨¢nimo del presidente tras el terrible disgusto que le han dado los mercados de cr¨¦dito y los socios europeos, adem¨¢s del presidente de Estados Unidos. La cuadratura del c¨ªrculo que est¨¢ obligado a realizar Zapatero es demostrar que un mismo Gobierno sirve para llevar a cabo una pol¨ªtica y la contraria, con tan solo unas pocas horas de diferencia. Y en esa obligada cuadratura del c¨ªrculo entran, lo quiera ¨¦l o no, todas y cada una de las opciones que su entorno asegura que ha descartado, tanto la cuesti¨®n de confianza, como la remodelaci¨®n ministerial o el adelanto de las elecciones. No todas son, sin embargo, ni oportunas ni convenientes, empezando por la que m¨¢s se reclama desde los sectores pr¨®ximos al PP, que es la del adelanto. Abrir un proceso electoral en el que se pongan encima del tablero programas econ¨®micos distintos ser¨ªa tanto como precipitar al pa¨ªs en una ruina inmediata y voluntaria; y si los programas fueran id¨¦nticos, solo que ocultos, el adelanto tendr¨ªa a¨²n menos sentido.
Las restantes opciones est¨¢n, sin embargo, abiertas, porque abierto sigue el principal problema pol¨ªtico al que se enfrenta un Gobierno que hasta ayer hizo una cosa y que hoy se ve forzado a hacer la contraria. Bien est¨¢ que, aunque sin baraka, el presidente se encuentre animado, algo de lo que deber¨ªan alegrarse, incluso, sus adversarios m¨¢s encarnizados, puesto que nadie bien nacido desea ver a otro sumido en el desaliento. Pero que el presidente est¨¦ animado no es un argumento para descartar una eventual moci¨®n de confianza, una remodelaci¨®n ministerial o cualquier otra f¨®rmula prevista institucionalmente para que un Ejecutivo en horas bajas refuerce su capacidad de seguir gobernando sin necesidad de llegar a la convocatoria de elecciones. Puede que para la moci¨®n de confianza no le salgan los n¨²meros al Grupo Socialista o que, aun sali¨¦ndole, sea a costa de un desgaste pol¨ªtico que, en ¨²ltimo extremo, frustre el objetivo mismo de la moci¨®n, que es hacer que el Gobierno recupere al menos parte del abundante cr¨¦dito perdido. Nada impide, por el contrario, la posibilidad de una remodelaci¨®n ministerial, sobre todo cuando el viraje econ¨®mico no ha hecho m¨¢s que acentuar la impresi¨®n de que el Gobierno estaba desfondado. Probablemente, debido a la manera artesanal en la que el presidente lo constituy¨® y la forma embarullada en la que lo dirige; pero, en cualquier caso, desfondado.
En el horizonte inmediato, el Gobierno se enfrenta a la convalidaci¨®n del decreto de recorte del gasto p¨²blico y, poco despu¨¦s, a la ley de Presupuestos. Quiz¨¢ ahora se descubra que no es necesaria la baraka para aprobarlos y que basta con que el presidente mantenga el ¨¢nimo y la moral alta, como si estas fueran las constantes vitales relevantes en los partes psicol¨®gicos que suministra su entorno. Pero, por si acaso, m¨¢s valdr¨ªa abandonar de una vez por todas el pensamiento m¨¢gico, y tratar de dar respuestas pol¨ªticas a problemas que tambi¨¦n lo son.
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