Voto al uribismo sociol¨®gico
Colombia va a votar uribismo sociol¨®gico sin Uribe. El domingo 30 de mayo se celebrar¨¢ la primera vuelta de las elecciones presidenciales y la unanimidad de encuestas establece dos constataciones: que no habr¨¢ mayor¨ªa absoluta y que a la segunda pasar¨¢n Juan Manuel Santos Calder¨®n, del pante¨®n patricio bogotano, y Antanas Aurelijus Mockus Sivackis, hijo de inmigrantes lituanos, aunque afortunadamente para sus aspiraciones, bautizado cat¨®lico. Y si bien el grado de devoci¨®n al presidente en ejercicio, el liberal-conservador ?lvaro Uribe V¨¦lez, no es en ambos casos exactamente el mismo, hay motivos para hablar m¨¢s de renovaci¨®n dentro de una continuidad b¨¢sica que de cambio profundo.
Mockus defiende, como Santos, el neoliberalismo, el atlantismo y el cierre en banda ante la guerrilla
Uribe quiso o amag¨® que quer¨ªa presentarse a un tercer mandato, pero la Corte Constitucional frustr¨® esa eventualidad, y aunque las encuestas daban una s¨®lida mayor¨ªa a favor de que pudiera hacerlo, la decepci¨®n de los votantes por quedarse sin reelecci¨®n no ha sido masiva. La campa?a de Mockus -exitoso ex alcalde de Bogot¨¢-, que solo hace unas semanas parec¨ªa irrelevante, cogi¨® muy pronto aire con un programa de saneamiento del uribismo, lo que supo convertir en propuesta de cambio. En las ¨²ltimas semanas, Mockus ha disputado un cerrado mano a mano en las encuestas al candidato inicialmente favorito, y m¨¢s de una casa de apostadores le da como ganador en segunda vuelta, gracias al conocido fen¨®meno colombiano del TCS: Todos Contra Santos.
El candidato de la casa editorial El Tiempo -el gran diario del pa¨ªs-, que encarna el uribismo inyectado en vena, es el m¨¢ximo continuador de la obra de su patr¨®n, de quien fue ministro de Defensa y, por tanto, brazo armado de la sucesi¨®n de victorias sobre la guerrilla bandolera y terrorista de las FARC, y el propio presidente, aunque sin transportes de entusiasmo, le proclam¨® su delf¨ªn. Igualmente, su pol¨ªtica social se prev¨¦ tan sucinta como la del mandatario saliente, y el alineamiento con Washington puede batir el r¨¦cord mundial de genuflexiones.
Mockus defiende en lo gen¨¦rico cosas muy parecidas a Uribe y Santos. Neoliberalismo econ¨®mico, atlantismo, cierre en banda ante la guerrilla, pero si es verdad que el estilo es el hombre, nos hallamos entonces ante planetas de sistemas diferentes. El presidente y su sucesor son establecimiento a tope, mansi¨®n en el cerro o finca de Antioquia, y ambos pol¨ªticos profesionales. Mockus, en cambio, es un acad¨¦mico, fil¨®sofo y matem¨¢tico, que vende honradez, transparencia, liquidaci¨®n de plagas como los llamados falsos positivos de cuando altos mandos militares se dedicaban al asesinato de campesinos camuflados de guerrilleros. El escritor H¨¦ctor Abad Faciolince escrib¨ªa en El Espectador de Bogot¨¢ que los colombianos tienen que elegir entre "el padre-patr¨®n, el Dios pistola en mano, el presidente botafuegos o si al fin podremos tener en el poder a un padre moderado". Pero el cambio radical solo amenazaba con la victoria de Rafael Pardo, a quien su partido, el liberal, una de dos, o le ha abandonado o se ha abandonado a s¨ª mismo; o del hombre del Polo, Gustavo Petro, dejado tambi¨¦n de la mano de Dios por la izquierda a la que representa. Uno y otro han apuntado a la responsabilidad de Uribe en los desaguisados que infestaron su mandato, mientras que Mockus dejaba claro que no cre¨ªa en la culpabilidad del presidente.
Las huestes del acad¨¦mico f¨ªan en que se produzca un tsunami de la juventud urbana que llene las urnas. Desde los a?os cincuenta no ha votado nunca en las presidenciales m¨¢s del 40% del electorado. Y en ese sucinto pa¨ªs pol¨ªtico, que vive como en circuito cerrado, el peso de los-que-han-nacido-para-mandar y su disciplinada clientela suele ser decisivo, por lo que dentro de esos l¨ªmites Santos deber¨ªa considerarse favorito. Los lugartenientes de Mockus sostienen, sin embargo, que esta vez no ser¨¢ as¨ª, so?ando con votaciones de hasta el 60%. Pero lo cierto es que el 50% ya constituir¨ªa toda una revoluci¨®n ciudadana.
La candidatura de Santos tiene el inconveniente de que parece gastada a¨²n antes de abrir la boca, porque raramente hace buen eslogan encomendarse al pasado por meritorio que ¨¦ste sea; y la de Mockus, la ventaja de que propone un cambio sin riesgo, tan calculado que el vencedor tambi¨¦n ser¨ªa el uribismo sociol¨®gico: abierto en canal en el primer caso o con aseo de modernidad en el segundo. Pero al menos hasta que el vencedor llegue a palacio Nari?o y pueda desmarcarse de su antecesor, el uribismo fija todav¨ªa la naturaleza y l¨ªmites de las presidenciales colombianas.
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