Despu¨¦s del amor, un disparo
Flota en esta delicada pero vigorosa puesta en escena de Amor¨ªos un aroma fin de si¨¨cle que nos resulta familiar, quiz¨¢ porque estamos atravesando una ¨¦poca semejante, llena de incertidumbres, pero tambi¨¦n porque la escenograf¨ªa en dos alturas, de sabor racionalista y Bauhaus, la versi¨®n de David Harrower y la pujante interpretaci¨®n de sus protagonistas ofrecen en conjunto una visi¨®n estilizada y actual de unos hechos ambientados en el decadente imperio austro-h¨²ngaro.
En Amor¨ªos, a trav¨¦s del encuentro entre dos chicos de posibles y dos muchachas modestas, Arthur Schnitzler habla de la improbabilidad del amor, del venero de la pasi¨®n er¨®tica, del abismo que separa a las clases sociales, de la doble moral imperante y de una violencia soterrada, presta a estallar cuando menos se espera. Su primer acto es una fiesta nocturna ¨ªntima en casa de un estudiante ocioso, llevada por el maestro Luc Bondy a ritmo de galop. En manos del director suizo, sus j¨®venes int¨¦rpretes son un cuarteto perfectamente afinado. Por un lado est¨¢n Theo, el amigo c¨ªnico que dice: "No soportamos a las mujeres que amamos; deber¨ªamos confesarles que las queremos y salir con otras", y Mizi, la joven pragm¨¢tica, sabedora de que su amor es flor de unos meses. Por el otro, tenemos a Christine, profundamente enamorada de Fritz, quien, a su vez, se divierte a dos bandas: con ella y con una casada.
SWEET NOTHINGS (AMOR?OS)
Autor: Arthur Schnitzler. Versi¨®n: David Harrower. Dramaturgia: Geoffrey Layton. Vestuario: Moidele Bickel. Luz y escenograf¨ªa: Karl-Ernst Herrmann. Direcci¨®n: Luc Bondy. Teatros del Canal. Del 26 al 30 de mayo.
Tan bien orquestados est¨¢n sus devaneos, el asalto incansable de Theo a la fortaleza dudosamente defendida de Mizi, el efecto gradual que sobre ella ejerce el alcohol, la turbaci¨®n de Fritz ante las concesiones sucesivas de Christine y los momentos donde todo es posible, incluso el intercambio de parejas, que la entrada siniestra del esposo de la mujer con la que el estudiante mantiene un romance resulta tan cortante como la ca¨ªda de una guillotina en el momento de la c¨®pula.
En este montaje de c¨¢mara redondo, donde tenemos a los actores a dos palmos, el segundo acto es el reverso emotivo y crom¨¢tico del primero. En su transcurso, en el luminoso apartamento suburbial compartido por Christine y su padre, Fritz ve un hueco para sincerarse con ella, sin desvelarle lo que le espera. No hay fisuras en la interpretaci¨®n de los papeles principales. Jack Laskey (Theo) es el perfecto hedonista, con la conciencia encerrada bajo siete llaves, y Natalie Dormer (Mizi), el arquetipo de chica atractiva y superficial, pero profundamente l¨²cida. Tom Hughes personifica la duda irresuelta, la juventud en una encrucijada vital, y Kate Burdette, una mezcla alqu¨ªmica de pureza y de confianza ante lo incierto. Hayley Carmichael encarna con afilada iron¨ªa a la vecina puritana y cotilla.
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