El miedo y la gloria
Carmen Laforet. Una mujer en fuga, de Anna Caball¨¦ e Israel Rol¨®n, es un libro esencial para entender la atormentada realidad de la m¨ªtica y misteriosa autora de Nada. Es uno de los libros de la temporada que confirma la conquista imparable del g¨¦nero biogr¨¢fico en Espa?a. Junto a ¨¦l otros como el de Simone de Beauvoir protagonizan la 69? Feria del Libro de Madrid.
La monumental y fascinante biograf¨ªa que los profesores Anna Caball¨¦ e Israel Rol¨®n han escrito sobre Carmen Laforet (1921-2004) es un libro que merodea en torno a un abismo. La m¨ªtica autora ha sido hasta hace poco el mayor enigma de nuestras letras; con 23 a?os escribi¨® una novela prodigiosa, Nada, que gan¨® el primer Premio Nadal en 1945 y provoc¨® un impacto colosal. Pero despu¨¦s, tras publicar unos pocos libros (y ninguno tan bueno), abandon¨® la escritura y ella misma fue desapareciendo, convirti¨¦ndose a trav¨¦s de las d¨¦cadas en una figura fantasmal, un troquelado sombr¨ªo. Mucho m¨¢s tarde se supo que estaba en una residencia, se rumore¨® que ten¨ªa Alzheimer, lleg¨® la noticia de su muerte. Y, en 2009, su hija Cristina Cerezales public¨® un conmovedor libro sobre su madre, M¨²sica blanca (Destino), que aportaba algunos datos pero segu¨ªa manteniendo la nuez del misterio.
Carmen Laforet. Una mujer en fuga
Anna Caball¨¦ e Israel Rol¨®n.
RBA.
Barcelona, 2010.
544 p¨¢ginas. 32 euros.
carmenlaforet.com.
A esa densa oscuridad se han acercado ahora Caball¨¦ y Rol¨®n con un trabajo de investigaci¨®n descomunal, y el enigma se va resolviendo con pasos de fieltro, cautelosos, contagiados del tortuoso secretismo de Laforet. El intenso agujero negro que es la vida de la escritora parece absorber de alg¨²n modo a sus bi¨®grafos, de modo que el libro est¨¢ lleno de cosas important¨ªsimas que se insin¨²an pero no se cuentan. Todas las familias acarrean a la espalda un saco de tab¨²es y silencios, pero se dir¨ªa que los Cerezales Laforet est¨¢n especialmente acostumbrados a las veladuras. ?Por qu¨¦ no se sabe si la madre de Carmen era una depresiva? ?Y por qu¨¦ no se pone nombre a la dolencia que la llev¨® a la muerte, dejando hu¨¦rfana a la escritora con 13 a?os? ?Es posible que Carmen Laforet sufriera anorexia? ?Qu¨¦ era esa supuesta enfermedad neurovegetativa que dicen que padec¨ªa la novelista desde los a?os sesenta? ?La diagnostic¨® alguien? Los bi¨®grafos van dejando miguitas que conducen a llamativos agujeros de palabras no dichas, y la materia entera del libro parece temblar y escurrirse entre las manos. Cosa que aumenta el atractivo del texto: es el mejor acercamiento posible a una vida tan resbaladiza. Mujer en fuga se lee como un sobrecogedor y palpitante thriller, y al final hay un asesinato: la muerte en vida de la escritora.
Para empezar por el principio, su infancia en Las Palmas fue terrible, con la madre enferma y despu¨¦s una madrastra malvad¨ªsima. La primera huida de Laforet es de ese infierno, a los dieciocho a?os, para irse a estudiar a Barcelona a casa de su abuela y de sus t¨ªos. Esa casa, esa posguerra desolada, ese mundo claustrof¨®bico lleno de dolor y amargura es lo que cuenta en Nada. Los deseos frustrados conducen a la ferocidad y el infortunio, parece decir la novela; haber cre¨ªdo alg¨²n d¨ªa en la posibilidad de ser feliz envenena tu vida cuando todo se ha perdido. Se trata de una historia autobiogr¨¢fica, pero est¨¢ escrita de manera tan magistral que alcanza la fuerza expresiva de un arquetipo.
La enormidad del ¨¦xito de Nada descoloc¨® a Laforet. Aunque, al parecer, ya estaba descolocada desde antes: era una persona extra?amente despistada, demasiado susceptible, timid¨ªsima. Una chica rara con algo informe y vagaroso, como si no estuviera del todo hecha, como si a su esqueleto le faltaran unos cuantos huesos. Tras el premio desconcert¨® a todo el mundo con sus respuestas chocantes, con su actitud huidiza y antiintelectual. Para alguien tan inseguro como ella, el peso escrutador de la fama debi¨® de suponer una inmensa tortura.
De modo que enseguida empez¨® a tener problemas para escribir y para ser, esto es, para adaptarse a la mirada de los otros. La primera d¨¦cada parece normal. Se cas¨® con el periodista Manuel Cerezales; tuvo cinco hijos; hizo diversas colaboraciones en prensa; public¨® un libro de relatos y otra novela. Pero si se aplica el microscopio se observa el borboteo de la angustia. No se llevaba bien con su marido, la escritura era un tormento y, en 1951, conoci¨® a Lil¨ª ?lvarez, la famosa y atractiva tenista, y se prend¨® de ella. Porque a Laforet le gustaban las mujeres, pero eso era algo que no se pod¨ªa permitir. No con su inseguridad y su perenne sentido de culpabilidad, no en el aplastante entorno del franquismo. De modo que Carmen sublim¨® el amor por Lil¨ª y lo transmut¨® en un rapto m¨ªstico perfectamente adaptado al nacionalcatolicismo imperante. Incluso escribi¨® una novela muy religiosa, Una mujer nueva, que dej¨® patidifuso al personal. La etapa beata dur¨® siete a?os, los mismos que su relaci¨®n con Lil¨ª. Despu¨¦s rompieron, y Laforet volvi¨® a ser ella misma. S¨®lo que unos escalones m¨¢s abajo. Resulta terrible pensar que algo tan intrascendente como la orientaci¨®n sexual de una persona pueda llegar a destrozar la vida de alguien dentro de un ambiente represivo.
Una mujer en fuga es la historia de una larga ca¨ªda. De la deconstrucci¨®n de una persona. Los s¨ªntomas se van agudizando poco a poco: ese desasosiego que hace que se mueva todo el rato, que se vaya mudando de un sitio a otro, de una ciudad a otra, de un pa¨ªs a otro, en casas alquiladas, casas de amigos, hoteles; las profundas, repetitivas depresiones; la adicci¨®n desde 1960 al Minilip, un medicamento para adelgazar que se compraba sin receta pero que llevaba anfetaminas, y que Laforet consumi¨® a diario durante a?os, tal vez durante d¨¦cadas; la imposibilidad de cumplir con sus contratos editoriales porque no pod¨ªa escribir; las progresivas mentiras que contaba a todo el mundo cuando hablaba de los libros que estaba a punto de terminar; el avance de esa enigm¨¢tica enfermedad neurovegetativa... Al separarse de Cerezales en 1970, tras 24 a?os de matrimonio, Laforet quiso creer que ¨¦l hab¨ªa sido el culpable de la oscuridad. Pero en realidad fue a partir de entonces cuando las tinieblas la engulleron. Termin¨® convertida en una especie de vagabunda que acarreaba sus papeles en bolsas de pl¨¢stico, y su grafofobia se hizo tan aguda que lleg¨® a no poder ni firmar un cheque. Con 65 a?os, cogi¨® un cuaderno escolar de su nieta y empez¨® a hacer palotes, intentando volver a aprender a escribir. Pero el deterioro ya era irreversible. Cuando muri¨®, octogenaria, llevaba varios a?os sin pronunciar una palabra.
La mayor tragedia de esta vida tr¨¢gica es, sin lugar a dudas, la creciente incapacidad de la pobre Laforet para escribir y el sufrimiento que eso le provocaba. Y aqu¨ª est¨¢ la ¨²nica interpretaci¨®n de la que disiento de esta maravillosa biograf¨ªa. Cuando Nada se public¨®, Laforet dijo a todo el mundo que hab¨ªa hecho la novela f¨¢cilmente en seis meses, cuando en realidad llevaba dos a?os de enorme trabajo. "No hay en toda la cultura espa?ola un autor menos interesado en su propia leyenda", dicen a ra¨ªz de esto Rol¨®n y Caball¨¦, que parecen creer en las insistentes proclamas de modestia de la autora. Pero yo pienso que sucede justo lo contrario; que Laforet, consciente de su enorme talento, pose¨ªa una ambici¨®n soberbia y colosal, y que lo malo fue que carec¨ªa de la suficiente fuerza ps¨ªquica con la que sostenerla. Si declar¨® que escribi¨® Nada a toda prisa fue porque ten¨ªa miedo de defraudar sus propias y estratosf¨¦ricas expectativas; as¨ª, si la criticaban, siempre pod¨ªa decir: no me esforc¨¦. Y eso indicar¨ªa un ardiente inter¨¦s en construirse una leyenda... s¨®lo que a su medida. Por eso era una mujer tan quisquillosa con todas las cr¨ªticas, por eso mandaba cartas virulentas contra los periodistas que hablaban de ella, por eso era la t¨ªpica entrevistada insufrible ("vanidosa y arrogante", la consideraron las espectadoras de un programa de televisi¨®n en el que sali¨®). Esa ambici¨®n desaforada fue como un faro a la inversa, una luz cegadora que la condujo a las rocas del naufragio. Cu¨¢nto anhelo de gloria y cu¨¢nto miedo.
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