Silvestre mata al Duque
La noche del 9 de enero de 2008, Telecinco emiti¨® el primer episodio de Sin tetas no hay para¨ªso, y Hugo Silva respir¨® tranquilo. El protagonista de Los hombres de Paco s¨®lo necesit¨® ver un par de secuencias para descubrir en Miguel ?ngel Silvestre (Castell¨®n, 1982) a su sucesor como el hombre m¨¢s deseado de Espa?a. Lo que seguramente no imaginaba era en qu¨¦ grado. Justo doce meses despu¨¦s, el 8 de enero de 2009, el famoso Duque mor¨ªa ante la mirada de 5,5 millones de personas, el momento perfecto para que el actor comenzara a ganar protagonismo sobre el personaje. Pero fue imposible. Ocurri¨® algo que explica Paolo Vasile, consejero delegado de la cadena: "Silvestre se dio cuenta de que no ten¨ªa una ¨²nica identidad: no era Miguel ?ngel haciendo el Duque, ni el Duque en el cuerpo de Miguel ?ngel. Era m¨¢s bien una tercera identidad, bastante peligrosa. Nunca vi ni volver¨¦ a ver algo de esa magnitud", recuerda. En mitad de un boom semejante, el actor lleg¨® a sintonizar mucho m¨¢s con el personaje que consigo mismo. Su vida se volvi¨® tan complicada que era m¨¢s sencillo vivir como el Duque, un papel en el que sab¨ªa lo que ten¨ªa que hacer, que como ¨¦l mismo, un rol en el que cada d¨ªa era una aventura, con el enorme despiste que eso puede provocar.
"Disfrut¨¦ al Duque, pero lleg¨® un momento en que algo me quemaba y las puertas estaban cerradas"
"Mi primer conflicto fue darme cuenta de que me ten¨ªa que hacer mayor, y aprender a decir no sin sentirme mal"
"Nadie tiene derecho a entrar en tu vida las 24 horas para robarte tu cartera de sentimientos e intimidad"
"Tengo mucho miedo de hacer las cosas bien. Cada trabajo creo que ser¨¢ el ¨²ltimo"
Desde que empez¨® a prodigar miradas y?medias sonrisas en pantalla hasta llegar a necesitar ocho guardaespaldas para moverse en el Festival de M¨¢laga pasaron pocos meses. ?lvaro Garc¨ªa, director de la revista Cuore, afirma que Silvestre ha protagonizado ocho de cada diez portadas de su publicaci¨®n desde que se estren¨® la serie. "Es el personaje m¨¢s solicitado". La semana que gan¨® el Ondas, su rostro era portada de las siete revistas del coraz¨®n. Hoy, parece haber recobrado la paz. A¨²n est¨¢ en el camino de b¨²squeda, pero mucho m¨¢s cerca de la meta. El hermetismo en que se autosumergi¨® tras abandonar la serie le llev¨® a ocultarse casi por completo e ir d¨¢ndole l¨®gica a todo lo que dej¨® de tenerla. Hace casi dos a?os que no habla sobre s¨ª mismo y a medida que se acercaba el momento de hacerlo para esta entrevista, crec¨ªan sus miedos. "Contesto a muchas de tus preguntas porque tengo que darte una explicaci¨®n, pero no sabes la de cosas indefinidas que hay dentro de m¨ª", se excusa. La cita pas¨® de ser en su domicilio a la casa de un buen amigo, la sesi¨®n de fotos fue pospuesta varias veces. Las circunstancias le han vuelto desconfiado, siempre ojo avizor. Pero cuando por fin est¨¢, aparece el mismo chico de siempre, de sonrisa frecuente y mirada limpia. El Duque fue el ejemplo perfecto del canalla adorable, pero Silvestre era (y sigue siendo) un ni?o atrapado dentro de un cuerpo incre¨ªblemente contundente. Cuenta con una ilusi¨®n b¨¢rbara que acaba de aceptar protagonizar la pr¨®xima pel¨ªcula de Mariano Barroso, nada menos que un thriller er¨®tico posiblemente junto a Pilar L¨®pez de Ayala, y que precisamente el trabajo ha sido siempre su mejor terapia para las sombras que le trajo tanto gozo. "Puedo decir que nunca dej¨¦ de disfrutar rodando la serie. En el trabajo siempre me lo paso muy bien, y mis compa?eros me ayudaron enormemente a conseguirlo. Disfrut¨¦ mucho al Duque, pero lleg¨® un d¨ªa en que algo me quemaba. Sent¨ª hacer una hoguera y que el fuego, descontrolado, provocaba que prendiera la casa conmigo dentro. Y todas las puertas para salir estaban cerradas".
La historia de la hoguera arranca aproximadamente tras la emisi¨®n del tercer cap¨ªtulo. "S¨ª, fue cuando empezaron los primeros s¨ªntomas: las miradas, los murmullos a mis espaldas? empiezas a darte cuenta de que algo pasa. En cada segundo existe algo en tu vida que la hace cambiar, pero hay grandes decisiones que hacen que ese cambio sea radical, y toca aprender. En este caso, pues s¨ª, viv¨ª un cambio bastante brusco". Una locura similar a la sesi¨®n de fotos propuesta para ilustrar este reportaje. Un giro radical. La necesidad que est¨¢ viviendo como actor de ir despeg¨¢ndose a¨²n m¨¢s del personaje que le dio la gloria, un cambio de registro que haga ver que su potencial no era algo exclusivamente del personaje, el Duque, sino que MAS, el acr¨®nimo de su nombre con el que le bautizaron en algunos medios, tuvo mucho que ver en ello.
Silvestre era un ex tenista lesionado de 25 a?os al que le pic¨® el gusanillo de la interpretaci¨®n tras probar suerte en terrenos tan variopintos como la fisioterapia, negocio al que se dedica su padre, o el mundo de la moda. De familia de clase media, s¨®lo tiene una hermana, Mar¨ªa, tres a?os mayor que ¨¦l. Tras picotear con algunos trabajos en cine y televisi¨®n, le lleg¨® la posibilidad de encabezar el reparto de una nueva serie con un personaje que le har¨ªa carne de ca?¨®n: sexualmente atractivo, socialmente rechazado, incomprensiblemente tierno. El fen¨®meno fue creciendo hasta que la serie pas¨® a ser la excusa para verlo a ¨¦l. Rafa "el Duque" convirti¨® a Silvestre en el s¨ªmbolo del macho, un fen¨®meno como pocas veces la televisi¨®n ha sido capaz de crear. Vasile lo define gr¨¢ficamente como "la historia de un ¨¦xito violento". Y eso, evidentemente, es algo muy complicado de controlar en el momento actual, ¨¢vido de ¨ªdolos f¨¢cilmente tangibles. El problema reside en que Miguel ?ngel era el epicentro de su propio terremoto. "De repente hab¨ªa que gestionar algo que estaba ah¨ª y que yo, sinceramente, no sab¨ªa hacer. Me pill¨® desprevenido. Llegaba al plat¨® y lo pasaba bomba, pero al salir hab¨ªa que lidiar con demasiadas cosas: la presi¨®n, los periodistas y el cari?o de mucha gente que ve¨ªa en m¨ª algo que yo no era, hasta tal punto que yo mismo comenc¨¦ a dudar qui¨¦n era yo". El actor cuenta c¨®mo empez¨® a sufrir la fama. "Cuando ten¨ªa que optar entre seguir escuchando a ese amigo que necesita de m¨ª y yo de ¨¦l, o hacerme una foto con esas diez personas que, con todo su amor, solicitan un minuto de m¨ª? me quedaba bloqueado. Mi primer conflicto fue darme cuenta de que me ten¨ªa que hacer mayor, aprender a decir no sin que supusiese un problema. Soy un t¨ªo que disfruto con la gente, pero en un t¨² a t¨². Cuando se trataba de muchas personas interactuando s¨®lo conmigo, no pod¨ªa. No tengo la energ¨ªa suficiente para establecer comunicaci¨®n con tanta gente. Fui d¨¢ndome cuenta de que dentro del no hay algo muy generoso hacia uno". En muchos casos no eran necesarias siquiera las palabras. "Empec¨¦ a echar de menos poder cruzarme con la gente por la calle y mirarles tres segundos, el tiempo m¨ªnimo para reconocerte en el otro. Ten¨ªa que hacerlo en menos de uno, o no hacerlo, si no quer¨ªa hipotecar mi vida personal".
Hubo muchos, demasiados meses, en que algo tan natural como entrar y salir de casa fue casi un suplicio. "Cada vez que pon¨ªa un pie en la calle ten¨ªa alg¨²n problema porque alg¨²n paparazzo quer¨ªa una foto a costa de lo que fuera. Llegaba al plat¨® con rabia, una violencia no expresada que me provocaba cansancio y desconcentraci¨®n. Elena, la maquilladora, compr¨® una pulsera de cascabeles. Seg¨²n ella, eran ¨¢ngeles que me cuidaban. Me he reencontrado con ella en el rodaje de Alakrana. La pulsera se rompi¨®, pero Elena at¨® los cascabeles a una nueva porque sab¨ªa que volver¨ªamos a trabajar juntos. Son los detalles que hacen que este mundo tan complejo se convierta en algo familiar y acogedor".
Cuenta Carmen Machi que dej¨® a A¨ªda ador¨¢ndola, pero que conllevaba un extra que no la dejaba vivir. Miguel ?ngel dice que se ha sentido "la mayor atracci¨®n dentro de un gran parque tem¨¢tico", donde todo el mundo quiere montarse, y adem¨¢s antes que nadie. Se acab¨® viajar en metro, pasear por la Gran V¨ªa y hacer las cosas cotidianas. M¨¢s vale acostumbrarse a que cada vez que levantes la mirada habr¨¢ un m¨®vil dispar¨¢ndote una foto. "Siempre cre¨ª que hab¨ªa dos formas de gestionar todo eso: de una manera m¨¢s mental o material, que conllevaba la posibilidad de darte una buena hostia, o una m¨¢s espiritual, desde donde poder entender. Tengo un amigo franc¨¦s, el artista Charlie Case, que me pint¨® un dibujo que tengo enmarcado en casa. Soy una roca que recibe los golpes de las olas, y hasta la m¨¢s peque?a me hac¨ªa da?o. Traslad¨¦ su mensaje al mar: cuando dejas de luchar contra las olas y aprendes a ser una pluma sobre ellas, dej¨¢ndote llevar pero por encima, empiezas a disfrutar". De momento, ha conseguido cruzar el centro de Madrid a pie, a zancadas y siempre con sus gafas de sol. Con el tiempo, en su balanza han pesado m¨¢s las luces que las sombras, porque al menos le queda la energ¨ªa de toda esa gente. Lo que peor llev¨® fue el acoso de los fot¨®grafos. Su representante, Beatriz Castro, que trabaja con ¨¦l desde que lo conoci¨® en la escuela de interpretaci¨®n en 2003, recuerda desde intentos para comprarle informaci¨®n al portero de su edificio hasta objetivos apunt¨¢ndole desde un piso que se alquilaba frente al suyo. "Cuando te conviertes en el blanco de todas las miradas es f¨¢cil que seas m¨¢s vulnerable y menos inocente. Pero Miguel ?ngel no pierde esa magia que transmite. Lucha por no despistarse entre el barullo y perder el camino que le hizo un d¨ªa ser actor para disfrutar. Eso le hace ser alguien diferente al resto, a la mayor¨ªa. Tiene algo ¨²nico".
El actor reconoce que lleg¨® a acumular mucha violencia pero que lo ha olvidado porque, simplemente, va dejando atr¨¢s las cosas sin importancia.Tiene su teor¨ªa sobre un mundo que sigue sin comprender. "Considero que nadie tiene derecho a entrar en tu vida 24 horas para robarte tu cartera de sentimientos e intimidad. Hay fot¨®grafos que se ciegan en su objetivo: es la foto a costa de tu respeto. Me he sentido en el punto de mira de sus escopetas, dardos que iban mermando mi espontaneidad y me alejaban de m¨ª mismo. Y lo peor es que luego se comercializa. Estoy seguro de que si la gente supiera cu¨¢nta angustia hay tras una foto, la ver¨ªan de otra manera. ?C¨®mo van a crecer las nuevas generaciones si las educamos desde ese escaparate superficial y grotesco? Ojo, la prensa rosa ha existido toda la vida y ha hecho su trabajo dignamente, y no se puede meter a todos en el mismo saco. Pero no puedo con las cloacas supuestamente informativas porque hacen da?o".
Si le preguntas cu¨¢ntas veces ha llorado, dice que muchas. A veces, no comprender lo que pasa es peor que una pesadilla. "No ped¨ª ayuda psicol¨®gica por falta de tiempo, no porque creyera no necesitarla (risas). Tampoco tuve esa sensaci¨®n de 'yo puedo con esto solito'. Ten por seguro que ten¨ªa m¨¢s sentimiento de vulnerabilidad que de superh¨¦roe". Lo dice un actor que rompi¨® su contrato en su primera serie (Motivos personales, 2005), estrenada con ¨¦xito en Telecinco, para rodar con un director novel, I?aki Dorronsoro (La distancia, 2006).
"Me llam¨® la atenci¨®n que hiciera aquello, algo impensable por parte de un actor joven y desconocido. En EE UU haces una cosa de ese tipo y tienes que buscar trabajo en un banco", recuerda Paolo Vasile. Posiblemente, aquel golpe en la mesa fue lo primero que le gust¨® de ¨¦l. "Si lleg¨® a hacer Sin tetas no hay para¨ªso es porque mis colaboradores me lo ocultaron. Est¨¢ claro que a veces hay que enga?ar al jefe", recuerda con picard¨ªa. A pesar de aquello, Vasile se convirti¨® con el tiempo en una especie de padrino, y reconoce tener una relaci¨®n con el actor no comparable a ninguna otra. "Yo le he visto sufrir much¨ªsimo, porque hab¨ªa momentos en que la forma en que ese amor popular le llegaba era muy violenta, a veces incluso agresiva. Como adem¨¢s no se proteg¨ªa, entr¨® en una grand¨ªsima crisis porque se sinti¨® asaltado. Es un tipo muy curioso: se hace querer much¨ªsimo, incluso cuando quisieras quitarte un zapato para estrell¨¢rselo en la cabeza. Te prometo que le aguanto cosas impensables en otra persona, pero es un tipo puro. Sigue siendo de una ingenuidad aplastante, y muchas de las cosas que hace son m¨¢s por pureza que por maldad". El italiano reconoce protegerle: "Lo mejor que puedo hacer con ¨¦l es defenderlo de s¨ª mismo, porque a veces tiende a ser autodestructivo, peligroso para s¨ª mismo". Reconoce que no todo el mundo est¨¢ preparado para someterse a una c¨¢mara, y hay que partir de eso para dialogar con quienes se dedican a ello. "Me di cuenta de su debilidad y pureza cuando quiso dejar la segunda temporada a la mitad y pactamos su muerte para que llegara al final. El problema es que necesitara escapar, cuando un ¨¦xito as¨ª es recomendable rematarlo con otro papel. Habr¨ªa clarificado su fuerza como actor, porque el riesgo ahora es que se dude sobre si era m¨¢s fuerte ¨¦l o su personaje. Con esto, ha hecho mucho m¨¢s por el Duque que por Miguel ?ngel. ?Peque?o problema? El Duque no existe, y Miguel ?ngel est¨¢ m¨¢s que vivo. Ha idealizado al Duque a costa de s¨ª mismo, como en El retrato de Dorian Gray.
"El Duque ten¨ªa que morir", cuenta el actor, "otro final no ten¨ªa sentido. No s¨¦ si alguien querr¨ªa convencerme con un cheque, pero ten¨ªa claro que todo el oro del mundo no me har¨ªa seguir. No te imaginas hasta qu¨¦ punto no me muevo por dinero". Eso s¨ª, consigui¨® el suficiente para recurrir a la terapia que pod¨ªa sacarle del hoyo: viajar. Cogi¨® la mochila y su tabla de surf para darle un par de vueltas al mundo. "Conectar con la adrenalina del mar y lo m¨¢s vulnerable que hay en m¨ª fue fundamental". Claro que le cost¨® decir no a esos personajes a los que se refiere Vasile, pero necesitaba irse a lugares donde relacionarse con gente y mirarles esos tres segundos, interactuar con desconocidos de uno en uno de una manera limpia y enriquecedora, partiendo de cero. Durante a?o y medio, Silvestre ha viajado a Kenia, Marruecos, Portugal, Grecia, Francia, Italia, Costa Rica, Estados Unidos e Indonesia. Siempre con su tabla de surf. "Es un deporte muy puro, metido en la fuerza de la naturaleza, sin molduras ni adornos. De alguna manera conectaba con el ni?o que, dentro de m¨ª, estaba temblando".
De nuevo, logr¨® establecer comunicaci¨®n visual con miradas sin prejuicios, porque lleva varios a?os en los que el observado era ¨¦l. Logr¨® recomponerse a s¨ª mismo y empez¨® a llenarse de vivencias, que quedan para ¨¦l. Cuando le preguntaban a qu¨¦ se dedicaba, contestaba siempre lo mismo: surfista profesional. Ahora, de nuevo en casa, est¨¢ feliz. Tiene proyectos, una mujer a su lado desde antes de desatarse el fen¨®meno, y s¨®lo le resta trabajar para dejar al personaje que le dio la fama enterrado para siempre. "Tengo mucho miedo a hacer las cosas bien, saber si seguir¨¦ trabajando? en cada trabajo creo que ser¨¢ el ¨²ltimo, y siempre quiero superarme". Porque a la hora de ponerse delante de una c¨¢mara, ni el ¨¦xito ni los premios le han dado m¨¢s seguridad. "Dentro del ¨¦xito hace mucho fr¨ªo. Te lo digo de verdad, el ¨¦xito me ha vulnerabilizado mucho, y ah¨ª est¨¢ el ¨¢rea que ha tenido que ser cuidada y apoyada por mi familia y Beatriz, que ha tenido conmigo una paciencia infinita". Antes de que acabe el a?o le veremos en dos registros muy distintos. En la primera pel¨ªcula de Eduardo Chapero Jackson (Verbo, una pel¨ªcula de est¨¦tica entre urbana y futurista junto a Ver¨®nica Echegui), a bordo del Alakrana, la historia real del barco espa?ol secuestrado por piratas somal¨ªes, y en el nuevo filme de Barroso. El Duque ha muerto, es hora de Miguel ?ngel.
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