La hora de la verdad
En el ¨¢mbito de la psicolog¨ªa son bien conocidas las cinco etapas del duelo de la doctora Elisabeth Kubler-Ross: negaci¨®n, ira, negociaci¨®n, depresi¨®n y aceptaci¨®n. Los procesos traum¨¢ticos obedecen casi siempre a este ciclo: negar la evidencia, enfadarse con el mundo por lo que ha sucedido, intentar negociar una soluci¨®n, deprimirse al comprender que la perdida es irreversible, y finalmente aceptar lo sucedido, tomar medidas para remediarlo, y salir adelante. La evoluci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola en los ¨²ltimos dos a?os ha seguido un perfil bastante similar, y es importante entenderlo para asimilar las medidas -absolutamente necesarias- adoptadas o anunciadas en estas ¨²ltimas semanas por el Gobierno. Espa?a se juega mucho y el Gobierno necesita el apoyo de todos, la crisis es muy seria y ha llegado la hora de la verdad.
La tardanza ha deteriorado la confianza, y cuando se pierde ¨¦sta hay que trabajar muy duro para recuperarla
Ya antes de esta crisis el diagn¨®stico de las medidas necesarias para mejorar la estructura productiva espa?ola estaba claro -sobre todo la necesidad de reformar el mercado de trabajo para aumentar el crecimiento potencial y reducir su tremenda injusticia intergeneracional; de recuperar la competitividad perdida, y de resolver los problemas asociados con la burbuja inmobiliaria y con la estructura de gobierno de las cajas-. Nadie, ni sindicatos, ni Gobierno, ni oposici¨®n, ni patronal, ni p¨²blico en general (si lee los peri¨®dicos, claro) puede decir que el susto de los mercados de las ¨²ltimas semanas le ha pillado por sorpresa. Las instituciones internacionales, la Comisi¨®n Europea, el Banco de Espa?a, la profesi¨®n econ¨®mica espa?ola e internacional, y por supuesto esta columna, han repetido hasta la saciedad en los ¨²ltimos a?os el mismo mensaje, insistiendo en la necesidad de acabar con el injusto dualismo del mercado laboral -s¨ª, reducir el alt¨ªsimo coste de despido de los contratos permanentes para as¨ª mejorar la situaci¨®n laboral de varias generaciones de j¨®venes sin futuro claro es una pol¨ªtica progresista- y con las inflacionistas cl¨¢usulas de revisi¨®n salarial, en el anacronismo que representaba el sistema de Gobierno de las cajas de ahorros, y en la necesaria prioridad de reformar las pensiones. Las conclusiones de la visita del FMI esta semana no son m¨¢s que la en¨¦sima repetici¨®n del mismo mensaje. La tardanza ha deteriorado la confianza, y cuando se pierde la confianza hay que trabajar muy duro para recuperarla.
La zona euro ha pasado por un proceso de etapas del duelo similar. Desde la creaci¨®n del euro hace m¨¢s de una d¨¦cada se ha insistido en la naturaleza incompleta del marco de pol¨ªtica econ¨®mica del euro, con pol¨ªticas fiscales y financieras nacionales. La evidencia se ha negado hasta que la debacle de los ¨²ltimos meses ha demostrado que el modelo basado en la coordinaci¨®n fiscal no funciona, ya que ante un shock asim¨¦trico los pa¨ªses virtuosos se muestran muy reticentes a colaborar y a expandir la demanda. La insistencia alemana en reforzar su disciplina fiscal como unica respuesta a los problemas, cuando deberia estar aplicando reformas estructurales que aumenten su demanda domestica y contribuyan al crecimiento, es nociva para el equilibrio europeo. Es necesario completar el modelo de pol¨ªtica econ¨®mica europea con un marco de gesti¨®n de la deuda com¨²n, por mucho que cueste aceptarlo a los pol¨ªticos. Una propuesta que est¨¢ circulando en estos momentos, seg¨²n la cual los pa¨ªses de la zona euro emitir¨ªan hasta un 60% del PIB de su deuda de manera conjunta y cantidades por encima del 60% de manera individual, parece muy razonable. Introducir¨ªa un fuerte incentivo para mantener los niveles de deuda por debajo del 60% -ya que la deuda emitida a t¨ªtulo nacional costar¨ªa mucho m¨¢s cara-, evitar¨ªa la fuerte discriminaci¨®n que sufren algunos pa¨ªses peque?os por tener unos mercados de deuda estrechos y poco l¨ªquidos, y reforzar¨ªa el papel del euro como moneda de reserva. La emisi¨®n de deuda conjunta reducir¨ªa la prima de liquidez y el coste de la deuda ser¨ªa menor para todos, incluyendo para Alemania. Si esto se combinara con la legislaci¨®n que forzara a los Gobiernos a mantener el equilibrio fiscal a lo largo del ciclo, el marco de pol¨ªtica fiscal de la zona euro se ver¨ªa muy reforzado.
Los eventos de los ¨²ltimos meses son tambi¨¦n muy relevantes para el proceso de reequilibrio global del crecimiento. Con la zona euro m¨¢s o menos en equilibrio, hasta ahora la discusi¨®n se centraba siempre en la necesidad de reducir el d¨¦ficit por cuenta corriente americano a cambio de reducir el super¨¢vit por cuenta corriente asi¨¢tico. Sin embargo, las dudas sobre el futuro del euro y el aumento de la prima de riesgo de los activos europeos suponen un deterioro del tipo de cambio de equilibrio del euro -lo cual, combinado con el necesario apret¨®n fiscal, implica que la exportaci¨®n de la zona euro deber¨ªa aumentar-. Por tanto, si la zona euro necesita generar un super¨¢vit por cuenta corriente en los pr¨®ximos a?os, el equilibrio global implica que EE UU deber¨¢ mantener un cierto d¨¦ficit comercial o Asia deber¨¢ generar m¨¢s demanda dom¨¦stica. La reuni¨®n del G-20 del mes de junio deber¨ªa tratar esta nueva etapa del proceso de resoluci¨®n de los desequilibrios globales. El euro ha soportado un largo periodo de sobrevaloraci¨®n para acomodar el ajuste americano, ahora es el turno de un euro m¨¢s d¨¦bil, aunque interfiera con la estrategia americana de doblar las exportaciones en cinco a?os.
El final de la historia no tiene porque ser apocal¨ªptico, como lo cuentan en muchos medios anglosajones. El ajuste fiscal, si es cre¨ªble, no tiene porque da?ar demasiado el crecimiento, ya que estabilizar¨¢ los tipos de inter¨¦s y permitir¨¢ a los bancos centrales mantener los tipos bajos durante m¨¢s tiempo. Si adem¨¢s los mercados emergentes mantienen la senda de fuerte crecimiento y se mantiene la expansi¨®n global, el reforzamiento de la estructural fiscal europea deber¨ªa sentar las bases para una econom¨ªa mucho m¨¢s robusta. En vista del escaso apetito de ajuste fiscal, en alg¨²n momento en los pr¨®ximos a?os EE UU tendr¨¢ un nivel de deuda muy superior al de la zona euro. Si la emisi¨®n de deuda europea es para entonces una realidad, el mercado de bonos europeo ser¨¢ probablemente tan l¨ªquido como el americano, y en ese momento el d¨®lar tendr¨¢ en el euro un verdadero competidor a igualdad de condiciones. Si para entonces EE UU no ha tomado ninguna decisi¨®n para resolver su complicado panorama fiscal, es posible que las dudas sobre la estabilidad fiscal se trasladen de nuevo al otro lado del Atl¨¢ntico. -
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