Libranda, que es 'gerundia'
Tres grupos editoriales monstruosos -el adjetivo no es balad¨ª- han decidido desarrollar un programa, llamado Libranda, de producci¨®n y venta de libros a trav¨¦s de los nuevos medios tecnol¨®gicos. Poniendo a disposici¨®n de los libreros una larga serie de t¨ªtulos selectos -vamos a ver qui¨¦n entra en la lista; veremos si est¨¢ la Guerra del Peloponeso, de Tuc¨ªdides, o La ciudad de Dios, de San Agust¨ªn-, los editores asociados van a ahorrar buena parte de los costos de producci¨®n y casi todos los gastos de almacenaje y distribuci¨®n -pues se supone que los libros ir¨¢n por v¨ªa electr¨®nica del editor al librero en cuesti¨®n de segundos-, y los lectores, habida cuenta del ahorro de papel que significa esa iniciativa, comprar¨¢n los libros virtuales un 30% m¨¢s baratos que si los adquirieran en papiro, en pergamino o en los derivados de la celulosa.
La ¨²ltima frase de este art¨ªculo permite la reflexi¨®n que sigue. Es un hecho que la fabricaci¨®n de papiro resultaba una tarea lenta y laboriosa, como lo signific¨® todav¨ªa m¨¢s la producci¨®n de pergamino: una edici¨®n completa del Quijote, por ejemplo, reclamar¨ªa el sacrificio de unas 300 ovejas: hoy nadie podr¨ªa pagar la cantidad que supone tanto deg¨¹ello. La aparici¨®n del papel en Europa en el siglo XII, invento chino, y m¨¢s a¨²n la invenci¨®n de la imprenta a mediados del siglo XV supusieron, en este sentido, un avance fenomenal, nunca bastante elogiado: por esta raz¨®n Don Quijote pudo ser le¨ªdo simult¨¢neamente por miles de lectores, y traducido a muchas lenguas a los pocos a?os, o decenios, de su edici¨®n por Juan de la Cuesta.
Lo que cabe preguntarse es si la lectura en una pantalla de ordenador va a tener el ¨¦xito y el rendimiento que tuvo el libro impreso, desde que apareci¨® hasta nuestros d¨ªas. El car¨¢cter in-mediato de las nuevas tecnolog¨ªas, muy distinto de la operaci¨®n de leer en papel, subrayar las l¨ªneas o escribir notas en los m¨¢rgenes del libro, le daba a este una categor¨ªa de trabajo intelectual que permit¨ªa definir la lectura como una actividad an¨¢loga -por simetr¨ªa inversa- a la de escribir. El papel reclamaba de los lectores, misteriosamente, un gasto de inteligencia pausado, mediatizado y productivo. Cabe albergar dudas acerca de este nuevo formato para la lectura, toda vez que las nuevas tecnolog¨ªas son el m¨¢s perfecto aliado, en nuestros d¨ªas, del divertissement, la distracci¨®n banal y el espect¨¢culo brillante.
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