En Argentina, un secuestro
Ignoro si a Daniel Veronese le gusta la magia de cerca, pero este espect¨¢culo suyo de t¨ªtulo largo y distancias cortas parece una de esas sesiones prodigiosas donde las sotas se convierten en ases por arte de birlibirloque. El maravilloso mundo de los animales: los corderos es un c¨²mulo de sorpresas a la vista, deparadas por un quinteto imprevisible. A G¨®mez, su protagonista masculino, lo llevan secuestrado a casa de Berta, su ex amante, quien parece sorprendida de verlo atado y muerto de miedo.
Con esta situaci¨®n l¨ªmite pero c¨®mica por lo inaudito de las reacciones de la anfitriona, que le reprocha que haya entrado sin llamar igual que hace 20 a?os se larg¨® sin decir ni p¨ªo, dej¨¢ndola quiz¨¢ embarazada, arranca una obra sobre la que planean sin mencionarlos los robos de ni?os y las desapariciones de la dictadura argentina, aunque sus protagonistas hablen con acento espa?ol. Ferm¨ªn, tercero en aparecer, es un vecino aterradoramente amable, reci¨¦n salido del Twin Peaks de David Lynch.
DEL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS ANIMALES: LOS CORDEROS
Autor y director: Daniel Veronese. Int¨¦rpretes: Gema Matarranz, Paco Inestrosa, Enrique Torres, Manuel Salas y Elena de Cara. Producci¨®n: Histri¨®n Teatro. Teatro Espa?ol, sala peque?a. Hasta el 20 de junio.
A velocidad de v¨¦rtigo, Veronese cuenta que Ferm¨ªn le hizo una vez una operaci¨®n atroz a Berta. No doy m¨¢s detalles de una funci¨®n que obliga a formular constantemente hip¨®tesis sobre su naturaleza verdadera. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando en realidad? ?Qu¨¦ pas¨® en esos 20 a?os? ?Qu¨¦ pinta en este ajuste de cuentas Tono, salvaje ex pareja de Berta?
Esta panda de personajes esquizofren¨®genos obliga a sus int¨¦rpretes a pasar del hielo al fuego y de la noche al d¨ªa en d¨¦cimas de segundo. Los cinco est¨¢n a cual mejor: Paco Inestrosa, m¨¢s at¨®nito a cada minuto; Gema Matarranz, sucesivamente agraviada, amenazadora y seductora; Enrique Torres, derrochando peligro de muerte; Manuel Salas, cien por cien ciclot¨ªmico y pinteriano, y Elena de la Casa, conciliando inocencia y descaro. Hay solo un instante en el que la tensi¨®n afloja y otro en el que Veronese se pasa de voltaje: pocas pegas son para un trabajo que nos tiene en vilo hasta el final.
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