Alavedra, Prenafeta, Pujol y la exigencia moral
Los dirigentes del centro-derecha nacionalista catal¨¢n viven una euforia perfectamente comprensible y justificada. Los l¨ªderes de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) ven ya por fin la salida al t¨²nel en que entraron en 2003, cuando la alianza de izquierdas les ape¨® del Gobierno catal¨¢n. Los sondeos sobre intenci¨®n de voto les auguran la victoria en las elecciones auton¨®micas y, por vez primera, les son tambi¨¦n positivos para la alcald¨ªa de Barcelona. Para colmo de felicidad, la evoluci¨®n de la crisis financiera y econ¨®mica ha terminado por poner en sus manos, es decir, de sus votos en las Cortes, al Gobierno del presidente Rodr¨ªguez Zapatero, de quien el domingo Artur Mas no se ahorr¨® de recordar que le tiene "tantas ganas".
?La exigencia moral que Pujol reclama a la izquierda es la exhibida por Alavedra, Prenafeta y Millet?
La euforia es, sin embargo, una mala consejera en pol¨ªtica y quiz¨¢ por eso el ex presidente Jordi Pujol se meti¨® sin darse cuenta el domingo en el papel de sermoneador moral que tanto le gusta adoptar en sus discursos pol¨ªticos. No debi¨® hacerlo. En el ambiente festivo y acalorado de un mitin de partido en Vic, Pujol carg¨® contra la izquierda catalana pero lo hizo con un argumento que, en realidad, iba m¨¢s contra su propio partido. Pujol calific¨® a las izquierdas de Catalu?a como "gente d¨¦bil con poca exigencia moral" por atreverse a pedir una investigaci¨®n parlamentaria en uno de los asuntos de corrupci¨®n que afecta a CiU, el denominado caso Millet.
Poca exigencia moral. ?Qu¨¦ debemos entender por exigencia moral, mucha o poca, cuando Pujol habla de ella? ?La que exhiben dos de los que fueron durante muchos a?os sus m¨¢s pr¨®ximos colaboradores en el Gobierno de la Generalitat, Maci¨¤ Alavedra y Llu¨ªs Prenafeta, en las conversaciones telef¨®nicas sobre negocios y pol¨ªtica que obran en el juzgado en el caso Pretoria?
?O habr¨ªa que tomar como biblia de la exigencia moral de Pujol aquella sentencia de un juzgado de Barcelona sobre el caso Casinos, en la que se argumentaba que la financiaci¨®n ilegal de un partido no estaba espec¨ªficamente tipificada como delito y, por tanto, no pod¨ªa condenarse a Converg¨¨ncia por esa pr¨¢ctica, a pesar de que en el juicio hab¨ªa quedado acreditada?
?O habr¨ªa que remitirse al caso Torell¨®, un tr¨¢fico de influencias en materia urban¨ªstica que puso brusco e inesperado final a la carrera pol¨ªtica de uno de los m¨¢s brillantes delfines del propio Pujol, Josep Maria Cullell? ?O habr¨ªa que recordar el caso Planasdemunt, consejero de Econom¨ªa en uno de los gobiernos de Pujol y presidente del ICF, que dio con sus huesos en la c¨¢rcel, condenado junto con otros responsables por una estafa de varios miles de millones de pesetas?
El recordatorio de estos casos ni es exhaustivo ni pretende ser una descalificaci¨®n del partido y los gobiernos a los que pertenec¨ªan sus protagonistas, todos presididos por Pujol. La corrupci¨®n econ¨®mica entre pol¨ªticos no es patrimonio exclusivo de ning¨²n partido. Y ah¨ª est¨¢n para recordarlo ahora mismo los casos G¨¹rtel, que afecta de lleno al Partido Popular (PP) y Pretoria, en el que los ya citados ex altos cargos de CiU Alavedra y Prenafeta compart¨ªan protagonismo, negocios y, por supuesto, criterios morales, con un ex diputado socialista, Luis Garc¨ªa S¨¢ez, y un alcalde del mismo partido, el de Santa Coloma de Gramenet, Bartomeu Mu?oz.
En este punto es oportuno recordar que la corrupci¨®n econ¨®mica para beneficio particular de alguien, como supuestamente persegu¨ªan los imputados en los casos Pretoria y G¨¹rtel, no es exactamente lo mismo que la corrupci¨®n pol¨ªtica, aunque muchas veces se mezclan. Por ejemplo: en los denominados casos Turisme y Treball, la justicia sentenci¨® que, adem¨¢s de alg¨²n beneficio particular hab¨ªa financiaci¨®n ilegal de Uni¨® Democr¨¤tica. Como en el caso Casinos la hubo de Converg¨¨ncia.
Cuando se trata del beneficio de partidos, lo grave es que lo corrompido son justamente las posibilidades de que todas las fuerzas concurran a las elecciones con los mismos o similares medios. Por esto es particularmente rechazable que quien se ha beneficiado de financiaci¨®n irregular se atreva adem¨¢s a erigirse en predicador y acuse de "poca exigencia moral" a quienes han sido sus v¨ªctimas.
Dicho de otra forma, cuando el ex presidente Pujol acusa a la izquierda de tener "poca exigencia moral" ?hemos de entender que le pide que se ponga a la altura de Alavedra, Prenafeta, Cullell, Planasdemunt, Millet...? ?O de la suya, que le permite criticar la moral de los dem¨¢s y obviar realidades tan crudas como algunas de su partido?
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