El extra?o caso de Eiji Oue
El director japon¨¦s cierra esta semana su etapa como titular de la OBC - El p¨²blico y los m¨²sicos le adoran, pero recibe cr¨ªticas a su p¨¦sima labor como programador
No se recuerda en la historia de la Orquestra Simf¨°nica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) un caso similar al de Eiji Oue. Ni el favor del p¨²blico, que lo aplaude a rabiar, ni el respaldo de los m¨²sicos han bastado para garantizar su continuidad como director titular. La p¨¦rdida de confianza en su gesti¨®n, con una grave dejaci¨®n de responsabilidades en la programaci¨®n y proyecci¨®n de la orquesta, motiv¨® la no renovaci¨®n de su contrato como titular, cargo que asumir¨¢ en septiembre el asturiano Pablo Gonz¨¢lez. En un clima agridulce, el director japon¨¦s se despide dirigiendo este fin de semana en el Auditori la intensa Segunda sinfon¨ªa, Resurrecci¨®n, de Mahler, con la participaci¨®n del Orfe¨® Catal¨¤ y, como solistas, la soprano catalana Marta Math¨¦u y la mezzosoprano finlandesa Lilli Paasikivi.
Las sinfon¨ªas de gran formato, como la monumental partitura mahleriana, son una de las especialidades de Oue, un director de excelente t¨¦cnica: conoce a fondo las partituras, que dirige de memoria, y en los ensayos controla hasta el ¨²ltimo detalle y facilita el trabajo a los m¨²sicos, a quienes da seguridad y protagonismo. Por eso le adoran.
A la hora del balance, la OBC no est¨¢ ahora peor que cuando Oue asumi¨® el cargo; al contrario: han entrado muy buenos solistas y, aunque quedan plazas por cubrir, algunas tan vitales como la del concertino, la calidad del conjunto sinf¨®nico barcelon¨¦s es hoy m¨¢s alta. No se ha dado, ciertamente, el gran salto cualitativo logrado por Lawrence Foster, ¨²nico titular que logr¨® situarla entre las buenas orquestas de segunda fila europeas (para jugar en la divisi¨®n de ¨¦lite, como sucede en el f¨²tbol, se precisan recursos mucho m¨¢s millonarios). Pero el potencial de la OBC ha crecido con Oue.
?Si es tan buen director, por qu¨¦ no le renuevan el contrato? Pues porque una cosa es ser buen director y otra muy distinta cumplir bien todas las funciones que exige la titularidad de un conjunto sinf¨®nico. Y aqu¨ª la gesti¨®n de Oue deja mucho que desear. Deja como legado un pu?ado de estupendos conciertos en los que ha firmado notables lecturas de cl¨¢sicos del gran repertorio, que domina a fondo: Beethoven (su autor predilecto), Strauss, Mahler o Ravel, triunfos que permanecer¨¢n en el recuerdo de los aficionados. Eso s¨ª, a veces, para lograr la excelencia en una obra, pasaba de puntillas por el resto del programa, con una respuesta muy irregular de la plantilla.
El aspecto m¨¢s negativo de su gesti¨®n es su inexplicable dejaci¨®n de responsabilidades a la hora de atender funciones esenciales de un titular, en especial el dise?o y elaboraci¨®n de la programaci¨®n, motivo principal por el que los responsables de la OBC optaron por no renovar su contrato. Y en esta cuesti¨®n, la negligencia de Oue como programador clama al cielo, fi¨¢ndolo casi todo al gancho popular que ejercen los cl¨¢sicos del repertorio, pero sin cerrar los programas con un m¨ªnimo de coherencia y sentido musical. Tampoco se ha molestado mucho en implicarse en la vida cultural y musical barcelonesa: m¨¢s parec¨ªa un invitado de lujo que un titular responsable dispuesto a bregar con las tareas diarias.
Quedan para la pol¨¦mica sus concesiones a la galer¨ªa, sus excentricidades en el podio, su insaciable narcisismo y la b¨²squeda incesante del aplauso f¨¢cil, muy criticada, por cierto, por el sector de m¨²sicos y del p¨²blico que no le r¨ªe las gracias. El ¨¦xito esconde inesperados peajes, y a Oue, que ha buscado el ¨¦xito de forma compulsiva, al final le ha salido el tiro por la culata. La suya va a ser una despedida agridulce. No ha querido estar presente en la pr¨®xima temporada, pero probablemente volver¨¢ m¨¢s adelante como director invitado (esta orquesta ha tratado de forma mezquina a algunos de sus ex titulares, lo que dice muy poco del talante de sus gestores), y as¨ª lo anunci¨® su sucesor, Pablo Gonz¨¢lez, que quiere contar con todos sus antecesores en el cargo y que los m¨²sicos de la orquesta tengan m¨¢s voz propia en el proyecto art¨ªstico.
Ba?o de aplausos
Al acabar un concierto, Oue no suele quedarse un rato en su camerino atendiendo a admiradores, amigos y colegas o departiendo un rato con los propios m¨²sicos de la orquesta. Prefiere salir disparado hacia el coche que le espera a las puertas del Auditori, as¨ª recibe el ¨²ltimo ba?o de aplausos y bravos que le dedican sus fans. Tampoco es de los que necesitan relajarse un rato antes de la actuaci¨®n: llega con el tiempo justo, y al entrar, claro, se topa ya con el p¨²blico que acude al concierto. Reparte sonrisas y da gracias a diestro y siniestro.
Pero en el escenario no es ego¨ªsta: comparte las mieles del ¨¦xito generosamente con los m¨²sicos, hace saludar a los primeros atriles, se siente orgulloso del trabajo hecho. Frente a directores que basan su efectividad en la contenci¨®n, derrocha movimiento y da espect¨¢culo continuo. A unos les encanta, a otros les carga tanto gesto de cara a la galer¨ªa, pero si lo que cuenta es el resultado sonoro final, todo lo que Oue hace en el podio se traduce en un mejor rendimiento orquestal. Y eso, al fin y al cabo, es lo que cuenta.
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