Calzoncillos rosas en la c¨¢rcel de Arpaio
El 'sheriff' del condado de Maricopa, en el Estado de Arizona, cultiva una imagen de dureza en su cruzada contra los inmigrantes indocumentados
"Una c¨¢rcel no es el Hilton", asegura Joe Arpaio, de 77 a?os, el sheriff del condado de Maricopa (Arizona). Acusado de acosar a los inmigrantes hispanos, de racismo, de estar obsesionado con la persecuci¨®n de los sin papeles, Arpaio es uno de los personajes m¨¢s citados, a favor y en contra, en el debate sobre la nueva ley de inmigraci¨®n de Arizona. Su mayor haza?a es una c¨¢rcel de tiendas de campa?a en Phoenix en la que los presos son obligados a llevar ropa interior rosa. "Aqu¨ª estoy, por andar con los papeles de otro", se?ala uno de los internos, la mayor¨ªa de los cuales son mexicanos.
Arpaio cultiva una imagen de dureza, en realidad, lo que hace ante todo es cultivar una imagen porque es una aut¨¦ntica oficina de relaciones p¨²blicas y no tiene ning¨²n reparo en ense?ar su c¨¢rcel de tiendas campa?a.
En las tiendas de campa?a est¨¢n internos 500 presos por delitos menores
Los latinos son acosados a menudo por los agentes del comisario
"Si hubiese menos ilegales, habr¨ªa menos delitos", dice Arpaio
"Habitaciones libres", reza un cartel a la entrada de la prisi¨®n
De 77 a?os, ex agente de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) durante un cuarto de siglo, lleva siendo reelegido como sheriff desde 1992. En aquellos tiempos el condado de Maricopa contaba con un mill¨®n de habitantes, hoy tiene cuatro millones de almas, e incluye la capital del Estado, Phoenix, la quinta urbe de EE UU.
Es un tipo directo, al que le encanta recibir a la prensa y que hace exhibici¨®n de dureza, empezando por su pisacorbatas con una pistola, una dureza grotesca, casi de caricatura, pero que le ha convertido en un personaje muy conocido en el pa¨ªs, sobre todo desde la aprobaci¨®n de la ley SB1070, que a partir del 29 de julio permitir¨¢ a la polic¨ªa pedir los papeles a personas que, por su aspecto, pueda parecer que residen ilegalmente en el pa¨ªs.
"Nadie est¨¢ en la c¨¢rcel por ser ilegal", insiste el sheriff, que pronuncia una y otra vez la palabra ilegal en una conversaci¨®n en su despacho. A la acusaci¨®n de racismo, responde con contundencia: "Nuestros agentes no persiguen a nadie por su perfil racial. Persiguen a gente que comete delitos. Pero si hubiese menos ilegales, habr¨ªa menos delitos".
"Yo solo respondo ante mis votantes", reitera cuando es preguntado sobre su c¨¢rcel de tiendas de campa?a. "Tenemos que ser duros con la gente que ha cometido delitos, como tenemos que ser duros con nuestros hijos cuando les castigamos". En su despacho, exhibe junto a su mesa un cartel enorme sobre su Tent city encabezado por una frase contundente: "Si no quieres cumplir la condena, no cometas el crimen".
Situada junto a la entrada principal de la oficina del sheriff, en una de las inmensas avenidas que componen Phoenix (una ciudad que crece y crece y crece en medio de la nada), la Tent City de Arpaio es una c¨¢rcel formada por tiendas de campa?a, en la que los presos, condenados generalmente por delitos menores y en su mayor¨ªa hispanos, son obligados a llevar ropa interior de color rosa y trajes a rayas. La media de estancia es m¨¢s o menos un mes. Inaugurada en 1993, puede albergar hasta 2.000 presos. Actualmente, hay unos 500. A trav¨¦s de la p¨¢gina web del sheriff (www.mcso.org), cualquiera puede pedir permiso para visitarla.
En la garita m¨¢s alta, un cartel, como si se tratase de un motel, reza: "Habitaciones libres". "La idea es que aqu¨ª en Arizona, todo el mundo cumple la condena, ¨ªntegra. Si la haces, la pagas", explica el sargento que ense?a las dependencias. "En otros Estados, como las prisiones est¨¢n llenas, los liberan antes. Aqu¨ª, no. Aqu¨ª todo el mundo cumple la condena ¨ªntegra, porque basta con montar nuevas tiendas para que haya sitio", prosigue.
La explicaci¨®n de la ropa interior rosa es que as¨ª "los presos no la roban y no pierden dinero los contribuyentes", contin¨²a el sargento. "Nos mantiene bien contentos aqu¨ª el Arpaio", exclama un preso, recostado en una de las tiendas de campa?a, llenas de literas. Las temperaturas en Phoenix son extremadamente altas en verano, muy por encima de los 40 grados. "Es un lugar duro, no lo voy a negar", se?ala el sargento. "Pero aqu¨ª respetamos los derechos de todos los presos".
Para las organizaciones que est¨¢n promoviendo la creciente movilizaci¨®n en contra de la SB1070, una protesta que cada vez m¨¢s analistas comparan con el movimiento por los derechos civiles de los negros en los a?os cincuenta y sesenta y que se est¨¢ convirtiendo en un fen¨®meno nacional, Arpaio simboliza lo peor de un Estado en el que la tradici¨®n racista ha convivido con una creciente poblaci¨®n de origen mexicano (en torno al 31% de los seis millones de habitantes del Estado, que cuenta con casi medio mill¨®n de sin papeles).
Los latinos son acosados a menudo por parte de los agentes del sheriff, que se enfrentan a decenas de demandas cada a?o. Si antes de la SB1070, Arpaio era un personaje temido por la comunidad mexicana, cuando comience a aplicarse la ley las cosas ir¨¢n a peor. Sus relaciones con el alcalde de Phoenix, Phil Gordon, son tambi¨¦n "p¨¦simas", como reconoce el propio regidor en una entrevista.
El martes por la ma?ana cuatro muchachos que participaron en una marcha desde Miami hasta Washington fueron a visitar al sheriff, a pesar de que tres de ellos residen ilegalmente en el pa¨ªs. Se trata de los defensores del llamado Dream Act, inmigrantes que llegaron sin papeles siendo ni?os a EE UU porque les trajeron sus padres y que, a pesar de ser totalmente estadounidenses, de haber estudiado aqu¨ª, de hablar castellano con acento ingl¨¦s, no tienen la nacionalidad.
Desde hace un a?o, una legislaci¨®n espera en el Congreso para ser votada y permitir¨ªa que se les conceda la nacionalidad, bajo ciertas condiciones. Su causa cuenta incluso con la simpat¨ªa de sectores de la derecha.
"En todo Estados Unidos, muchos inmigrantes ven a Arpaio como el rostro del terror y no queremos que nuestras comunidades vivan con miedo", afirm¨® uno de ellos, Juan Rodr¨ªguez, el ¨²nico que ha conseguido ser naturalizado. Los cuatro se plantaron en la oficina del sheriff, vestidos con camisetas rosas y acompa?ados por numerosos activistas que luchan contra la SB1070. Pero Arpaio es un maestro de las relaciones p¨²blicas y detenerlos estaba fuera de cuesti¨®n. Mont¨® una rueda de prensa, los abraz¨® y pareci¨® emocionado cuando le contaron su historia. Y esta ma?ana estaba en todos los informativos.
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