Un terreno seguro para los 'sin papeles' en Tucson

El lugar. En un aparcamiento, en medio de una zona humilde de casas bajas del sur de Tucson, varios inmigrantes sin papeles se refugian en las escasas sombras que los ¨¢rboles consiguen arrancar al desierto de Sonora. La mayor¨ªa llevan desde las cinco de la ma?ana y esperan toda la ma?ana a que alguien venga a contratarles, como jardineros, como pintores, para hacer una chapuza. Cuando se acerca el coche, se abalanzan y lo rodean ante la posibilidad de encontrar una chamba. Hace un calor tremendo y no circula un alma por las calles. Sus rostros, sus manos, demuestran que han estado muchas horas al sol de Arizona. Pasamos el d¨ªa, como siete horas, aunque ¨²ltimamente no sobra el trabajo.

El refugio. "Esto es un refugio, por la Iglesia, aqu¨ª no viene la patrulla", explica uno de ellos. "Aqu¨ª la pastora nos protege", asegura otro que tambi¨¦n prefiere no revelar su nombre. Efectivamente, el aparcamiento pertenece a la parroquia Southside Presbyterian Church y la pastora, Alison Harrington, explica que, al ser propiedad privada, aunque el aparcamiento est¨¢ abierto a la calle, la polic¨ªa no tiene derecho a entrar. Lo respetan, aqu¨ª no molestan a nadie y tampoco se quedan fuera. Pero, ahora, con la nueva ley de inmigraci¨®n, tenemos miedo de que cambie la relaci¨®n, se?ala Harrington. Se refiere a la legislaci¨®n SB 1070, aprobada en abril por la gobernadora del Estado, Jan Brewer, y que permite a la polic¨ªa a partir del 29 de julio pedir los papeles a cualquier persona que tenga sospechas de que pueda encontrarse ilegalmente en el pa¨ªs. En el aparcamiento, como ocurr¨ªa con los fugitivos en la Edad Media, pueden acogerse al terreno sagrado. Pero all¨ª no caben los 500.000 inmigrantes sin papeles que viven en Arizona (seis millones de habitantes, 32% de ellos de origen mexicano).

Diez a?os, 25 expulsiones, 26 cruces de la frontera. Cada uno de ellos tiene su historia. La mayor asegura que muchas veces no les pagan al terminar el trabajo o les pagan la mitad de lo prometido y les amenazan con llamar la Patrulla Fronteriza si se quejan. "Si uno dice algo cuando no te pagan, te amenazan con la Migra. ?Qu¨¦ vas a hacer?", se?ala uno de ellos. Aqu¨ª no sacamos ni para la pinche renta", agrega otro.

"Hoy han salido unas 20 gentes, pero somos muchos, a veces hasta 100 nos juntamos a la cinco de la ma?ana". Luis, de 49 a?os, tiene a su mujer y a dos hijas mayores en Tucson. Tiene el rostro castigado por el sol pero una sonrisa permanente y su estoicismo es inquebrantable. "Claro que nos agarran, a m¨ª en diez a?os me han sacado 25 veces, pero siempre he vuelto. ?Qu¨¦ voy a hacer? Aqu¨ª est¨¢ mi familia, aqu¨ª hay poco trabajo, pero algo hay. La ¨²ltima vez me tuvieron cuatro meses en la c¨¢rcel, en Tejas, y cuando me soltaron tuve que hacer como 30 horas de autob¨²s hasta Nogales. Llegu¨¦ con la forma del asiento", exclama entre carcajadas.

?Y pudo volver a cruzar? "Aqu¨ª somos todos puros nogale?os", se?ala uno de sus compa?eros. Nogales es la principal ciudad mexicana al otro lado de la frontera. Todos ellos han sido expulsados y todo conocen el terreno, no necesitan coyotes, los traficantes de seres humanos, para volver a atravesar el desierto. "A veces est¨¢ duro, la ¨²ltima vez, en enero, camin¨¦ nueve d¨ªas, pero en el desierto no me agarran", prosigue Luis. ?Y si le vuelven a echar? "Pues volver¨¦ a cruzar".

Un refugio para los inmigrantes en Arizona