Decisiones y desaf¨ªos
El Gobierno no debe limitar la reforma laboral a meros retoques por temor a los sindicatos
En un rapto de decisi¨®n, Rodr¨ªguez Zapatero inform¨® ayer de que, con acuerdo o sin ¨¦l, el Gobierno aprobar¨¢ una reforma laboral en el Consejo de Ministros del 16 de junio. El presidente ha mejorado de pronto en reflejos pol¨ªticos; los imprecisos y voluntariosos anuncios que el martes hicieron sus ministros sobre una pr¨®rroga "de varios d¨ªas" de la negociaci¨®n con los agentes sociales fueron recibidos con insistentes cr¨ªticas sobre lo que se consideraba otro retraso en una reforma decisiva y con el temor de que volviera a repetirse el caso de decisiones relevantes que se empantanan en cuestiones de procedimiento o negociaciones frustradas. La r¨¢pida r¨¦plica de Zapatero hace suponer que no ser¨¢ este el caso. El mensaje incluye un compromiso cargado pol¨ªticamente de raz¨®n (empresarios y sindicatos no se ponen de acuerdo) y la advertencia impl¨ªcita de que la paz social ya no est¨¢ por encima de otros objetivos, hoy prioritarios, de crear empleo y estimular el crecimiento.
Bastar¨ªa con que esa reforma introdujera dos cambios cruciales en la normativa laboral para conseguir una mejora sustantiva en el mercado de trabajo. La primera ser¨ªa formalizar un contrato ¨²nico y fijo para quien acceda al empleo, con una indemnizaci¨®n por despido en funci¨®n del tiempo trabajado, entre un m¨ªnimo en torno a los 12 d¨ªas y un m¨¢ximo de algo m¨¢s de 30 d¨ªas. El quid de esta cuesti¨®n, delicada para los sindicatos, es privilegiar el nuevo contrato frente a los temporales, que tender¨ªan a desaparecer con el tiempo. La estabilidad contractual es decisiva para asentar el crecimiento. El consumo de bienes duraderos se expandir¨¢ si los consumidores tienen confianza en sus ingresos. No se puede repetir el error de fundamentar el crecimiento en empleo precario.
Acercar la negociaci¨®n colectiva a las empresas es la segunda decisi¨®n. La negociaci¨®n a trav¨¦s de convenios sectoriales o territoriales causa un gran n¨²mero de despidos porque las empresas no pueden cumplir con las exigencias salariales y carecen de cl¨¢usulas de descuelgue. El Gobierno se equivoca si limita su reforma a retoques menores en la contrataci¨®n o est¨ªmulos parciales. Para afrontar una crisis que ha destruido 2,2 millones de empleos en dos a?os es obligado impulsar un empleo m¨¢s estable y una negociaci¨®n m¨¢s flexible.
Este es el momento adecuado para aprobarla. El n¨²mero de parados registrados en los servicios de empleo descendi¨® en mayo, por segundo mes consecutivo, en 76.223 personas y la afiliaci¨®n creci¨® casi en 113.000 cotizantes. Aunque en t¨¦rminos desestacionalizados el paro sigue subiendo, una lectura estad¨ªstica correcta indica que la tendencia del empleo tiende a normalizarse (en el cuarto trimestre de 2009 estaba cayendo a un ritmo del 6%, en el primer trimestre descendi¨® a tasas del 3% y la proyecci¨®n para el tercer trimestre dice que bajar¨¢ menos del 2%) y que entre abril y junio la econom¨ªa espa?ola crecer¨¢ d¨¦bilmente, entre el 0,1% y el 0,2%. No es motivo de euforia, pero parece el momento de aplicar incentivos a la contrataci¨®n.
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