El fracaso del localismo
En los dos procesos constituyentes democr¨¢ticos que ha habido en la historia de Espa?a, el de 1931 y el de 1977-1978, en los cuales la estructura territorial del estado ha sido el problema constitucional m¨¢s importante, Andaluc¨ªa ha estado presente como una sola unidad pol¨ªtico-administrativa. En ninguno de ambos procesos se pens¨® en ning¨²n momento que el territorio de Andaluc¨ªa pod¨ªa articularse en m¨¢s de una regi¨®n o comunidad aut¨®noma. La unidad de Andaluc¨ªa ha sido un presupuesto indiscutido en el proceso de articulaci¨®n territorial del Estado democr¨¢tico.
Pero no ha sido as¨ª ni en la experiencia constitucional del XIX ni en la pr¨¢ctica pol¨ªtico-administrativa hasta la entrada en vigor de la Constituci¨®n de 1978. Siempre ha habido dos Andaluc¨ªas, como m¨ªnimo. En la Constituci¨®n Federal de 1873 hab¨ªa dos Estados andaluces que se integraban en la Federaci¨®n. Y hasta la Constituci¨®n de 1978 hab¨ªa dos capitan¨ªas generales, dos audiencias territoriales, dos distritos universitarios, con sedes en Granada y Sevilla.
De ah¨ª que no dejara de ser sorprendente la fuerza con la que irrumpi¨® en el oto?o de 1977, tras las elecciones constituyentes del 15 de junio, la reivindicaci¨®n de la autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Las manifestaciones del 4 de diciembre que se celebraron simult¨¢neamente en pr¨¢cticamente todas las ciudades y pueblos de Andaluc¨ªa con una participaci¨®n muy superior a la que nadie pod¨ªa haberse imaginado, supusieron la primera expresi¨®n de Andaluc¨ªa como unidad pol¨ªtica dentro del Estado espa?ol. As¨ª ser¨ªa interpretado inicialmente por todos los partidos, Pacto de Antequera de 4 de diciembre de 1978, y as¨ª acabar¨ªa siendo confirmado por el pueblo andaluz en el refer¨¦ndum del 28-F de 1980, si bien con el desgraciado desenganche de los partidos de la derecha y del centro-derecha andaluz, UCD y AP.
La unidad de Andaluc¨ªa es un resultado del impulso constituyente de 1977-1978 y del impulso estatuyente de 1979-1980. El Estatuto de Autonom¨ªa no ha constituido a Catalu?a o al Pa¨ªs Vasco como unidad pol¨ªtica dentro del Estado espa?ol, pero s¨ª ha constituido a Andaluc¨ªa. Y ha sido la acci¨®n de gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa la que la ha consolidado como tal. La vertebraci¨®n interna de Andaluc¨ªa ha sido un resultado del ejercicio del derecho de autonom¨ªa.
Se trata, en consecuencia, de un fen¨®meno muy reciente, que tiene que vencer unas inercias constituidas durante muchos siglos. Los localismos siguen teniendo un peso muy grande en la vida pol¨ªtica andaluza y no facilita que se puedan tomar decisiones a la escala en que ser¨ªa necesario hacerlo.
El proceso de fusi¨®n de cajas de ahorro es el mejor ejemplo de lo que estoy diciendo. A pesar de que mucho antes de que la envergadura de la actual crisis econ¨®mica exigiera procesos de fusi¨®n, la entonces consejera de Econom¨ªa, Magdalena ?lvarez, ya subray¨® la necesidad de tales fusiones. Sin embargo, ha resultado completamente imposible alcanzar un acuerdo que nos permita tener un poder financiero acorde con lo que Andaluc¨ªa representa en Espa?a.
La presencia de Andaluc¨ªa en el mapa financiero espa?ol va a ser menor, considerablemente menor, que la que podr¨ªa ser y que la que deber¨ªa ser. Cuando finalice el proceso de fusiones, Andaluc¨ªa va a ser m¨¢s d¨¦bil de lo que era antes de que empezara. Y no podemos hacer responsable de ello nada m¨¢s que a nosotros mismos. Nadie nos ha hecho fracasar desde fuera. En estos ¨²ltimos treinta a?os hemos avanzado mucho, pero todav¨ªa nos queda mucho por aprender. Esperemos que seamos capaces de extraer las lecciones oportunas de este fracaso y que no volvamos a tropezar en el futuro en piedras similares.
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